Capítulo XXVIII

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La Baronesa Kim había salido desde la mañana de compras, para celebrar su triunfo como si de una hazaña se tratase no de una sucia extorsión.

Muy poco le había importado no haber visto a su hijo luego del desayuno esa mañana.

—Procura estacionarte donde todos puedan verte— ordenó la baronesa al chofer, aunque estaba más centrada en verse por un espejo de mano.

Claro, probándose la tonelada de joyas que había comprado de la prestigiosa Swarovski.

—Quiero que todos vean esta maravillosa limosina— con una media sonrisa, se dirigió al chofer con una gargantilla de diamantes en mano.

—Como Su Señoría ordene— respondió el chofer de forma aburrida, harto de todos esos caprichos de la baronesa que, como su chofer designado, le habían mandado cumplir.

—Espero que no haya mucha gente, en verdad— de forma irritante, la baronesa rió.

Estaban rumbo a una costosa perfumería, para que, de una vez por todas, acabase con su incontenible shopping spree.

—Detestaría estar rodeada de personas de tercera categoría que "solo están mirando"— con un desprecio notable por los que no pertenecieran a su clase, la serpiente espetó.

Pronto, llegaron a dicho lugar donde la baronesa descendió, ceremoniosamente, así entrar al negocio de selecta clientela.

—Bienvenida, Su Señoría— la elegante gerente saludó, luego de una profunda reverencia.

A pesar de que ella no viviese en Seúl, era habitué de dichos negocios costosos y elitistas. Y era bien conocida.

—Gracias— la baronesa, con una sonrisa altanera, replicó.

—Por favor— con un gesto, la sonriente gerente le mostró el canapé para que se sentase.

La baronesa, sin embargo, se mostró asombrada de que esa elegante tienda con perfumes europeos estaba desierta.

Sin contar, por supuesto, a la gerente de perpetua sonrisa y solamente una dependienta a la espera ¡ni la cajera!

—¿Qué sucede aquí?— con un sentimiento inquietante en su interior, preguntó.

—Oh, es una tragedia— con el tono de voz apenado, exclamó la gerente, negando.

La baronesa observó a dicha muchacha, expectante.

—Su Señoría sabe que hemos tenido que recortar servicios, a causa de la poca clientela— explicó la muchacha —¡Si tan solo existiesen más personas adineradas en Corea!

La baronesa asintió, mientras era conducida hacia el canapé de los clientes para probar las fragancias —El lujo es un mal negocio en donde el café solo fue descubierto después que asesinaron a la Reina— rió.

La gerente, aunque forzosa, le regaló una pequeña sonrisa.

—¿Puede ser Eau de Lune?— con su pobre francés, le pidió a la gerenta por esa costosa y nueva fragancia.

Una marca de estatus, claro.

—Como Su Señoría desee— la sonriente gerente le pidió a la dependienta que lo trajera.

Como siempre, traía sobre esa bandeja de plata un frasco de cristal cortado perfectamente moldeado y con un pocillo de porcelana con granos de café; para deshacerse del aroma si deseaba otros perfumes.

—¡Pues, la poca clientela no le ha afectado el servicio, veo!—
la baronesa sonrió cuando su perfume estaba frente a ella.

—Espero que el perfume sea del agrado de Su Señoría.

El Affair | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora