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2 días después...

Skyler caminaba por las calles de Polis rodeada por Zasha, Miko y Kaninho. Bajó las escaleras hasta llegar a uno de los calabozos. El guardia abrió, dejando ver al hombre que llevaba ahí poco más de un día: Marcus Kane.

—¿Becca?

La terrestre no respondió. Le miró con indiferencia, sin responder nada. Se giró hasta ver al guardia que protegía la entrada.

La Comandante quiere llevarlo con nosotros —habló, y este asintió—. Supongo que puedes desquitarte con él por retenerte.

Ya lo hice, Praimheda —respondió.

Partiremos al alba —recordó—. Debe estar amordazado y con ojos tapados antes de irnos.

El guardia asintió. Skyler comenzó a salir, no sin antes lanzarle una manzana a Marcus Kane para que se alimentara aunque sea un poco.

—¡Becca, espera! —gritó, desesperado. Skyler se detuvo, aún quedando a espaldas— Tus padres: Katherine y Blake. Están vivos. Están aquí.

Suspiró, exhausta. Miró nuevamente al guardia, totalmente ajena a lo que el hombre del Cielo dijo.

Quiero que esté listo antes del alba —ordenó—. Y quiero que te desquites más.

De acuerdo, Praimheda —asintió, obedeciendo las órdenes.

Skyler salió de ahí, con los gritos de Marcus en el fondo, siendo golpeado por aquel y otro guardia más.

(...)

Llegaron justo al anochecer. El terreno que había ocupado el Campamento del Cielo estaba totalmente resguardado por múltiples guardias, cuidando todos los perímetros.

Skyler estaba sentada en una de las sillas dentro de la tienda de Lexa. Estaba cansada, con sueño. Sus animales estaban igual que ella. No durmieron nada por la noche gracias a la marcha hacia el campamento enemigo, y Skyler estaba ahí, presente del regaño de su madre hacia Lexa.

—¡Está en contra de las reglas lo que hiciste y lo sabes! —exclamó otra vez Allondra.

—Madre, está bien —murmuró Skyler adormilada, con su mano frotando sus sienes—. Yo accedí a esto. No puedes entrometer.

—Lo hecho, hecho está, mi reina —continuó Lexa—. No puedes interferir en las decisiones de los Comandantes.

Frustrada, se quitó la pequeña corona de oro que llevaba en su cabeza, la dejó sobre la mesa, sentándose en su respectivo trono, unos pasos más atrás que el de Lexa.

Heda, una chica rubia ha venido a hablar contigo. —informó Gustus, entrando a la tienda.

—Déjala pasar. —ordenó.

Gustus salió acompañada de Skyler y sus felinos. Estos tres se quedaron a un lado de su ama, detrás de Gustus, justo en la entrada.

—Si tan solo la miras mal, te cortaré la garganta. —advirtió Gustus, Skyler se rió al ver la cara asustada de la rubia.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora