8.2

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¡Abran la verja! —exclamó Gustus— Armas.

Gustus comenzó a revisarlos uno por uno. Llegó hasta Bellamy, donde lo revisó mucho más brusco que a los otros. El chico no hizo nada, tenía bastante paciencia, al contrario de su novia, quien de inmediato caminó hasta ellos dos, dándole una mirada que sólo era dedicada para Gustus. El hombre dejó a Bellamy en paz, terminando de revisar al resto.

Comandante, todo despejado.

Skyler dejó que sus animales corrieran por donde quisieran, después de todo, era su hogar. Caminó por delante de todos, con todo el grupo siguiéndole por detrás.

¡Comandantes! ¡Reina! ¡Bienvenidos! —exclamaron.

¿Por qué los trajo aquí?

¡Muerte a la Gente del Cielo!

¡Que los asesinos se vayan a su casa!

La menor de todas colocó sus brazos delante de su hermana y madre, viendo que delante de ellas, un sobreviviente impedía el paso hasta el centro de la villa, sin ningún indicio de querer moverse para dejarlos pasar. El único y primero que se atrevió a dar un paso adelante.

La Gente del Cielo me quitó todo: mi esposa, mi criatura. —reclamó.

¡A un lado! —ordenó Gustus.

Los asesinos no son bienvenidos aquí.

Skyler alzó una ceja, disgustada por aquella falta de respeto que les estaba dando el hombre como primera impresión de su hogar. Ninguna de ellas se movió de ahí, al igual que él.

—¿Ezra? —preguntó, mirando al hombre.

Su amigo dio pasos adelante, empujando al hombre. Le dio unos cuantos golpes, dejando los nudillos de Ezra con sangre de su oponente. El hombre no se resistió, sabía que ese era el castigo que recibiría si faltaba el respeto a sus superiores.

—Comandante, deténgalo —pidió Clarke hacia Lexa, preocupada por el pobre hombre—. Por favor. Nos culparán por esto también.

Lexa le dio una mirada a su hermana, quien no separaba la suya de Ezra y el hombre. Skyler le prestó atención a Lexa. Bufó, al notar que a veces, sólo a veces, Lexa podía ser muy irritante contra ella.

Déjalo vivir —habló Skyler hacia Ezra.

Ezra levantó al hombre luego de un par de golpes más, llevándolo con un anciano que miraba impactado toda la escena. El anciano lo recibió a duras penas, llevándolo a un lugar seguro para que no se entrometiera y acabara muerto.

—La Gente del Cielo ahora marcha con nosotros —dijo Lexa—. Cualquiera que intente detener esto pagará con su vida. —finalizó para seguir con su camino.

—Cálida bienvenida. —murmuró Bellamy.

Los sobrevivientes fueron hasta el fondo del pueblo, buscando el incinerador, una pila de troncos que siempre utilizaban para despedir a sus guerreros, deseándoles lo mejor en su próxima vida. Uno a uno, subieron los cuerpos cubiertos en sábanas.

Pueblo de Tondc. En llamas, purificamos el dolor del pasado.  —dijo Lexa.

—"Pueblo de Tondc, en llamas, purificamos el dolor del pasado". —dijo Lincoln, traduciendo lo que la Comandante había dicho.

Lexa cogió la antorcha, pero dudó, miró a Clarke, ofreciendo la antorcha hasta ella.

—Clarke. —llamó.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora