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—¿Qué haces aquí? ¡Dije que quería estar solo!

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—¿Qué haces aquí? ¡Dije que quería estar solo!

—Tu irresponsabilidad nos está condenando, Sheidheda. Esto tiene que parar.

El hombre se levantó de su trono, caminando hasta su Guardallamas. Lo miró de arriba hacia abajo, intimidándolo.

—¿Estás seguro que quieres decirme qué hacer, Titus? Sabes lo que les ocurrió a tres de tus compañeros.

—Lamentablemente, no ocurrirá conmigo.

De un movimiento rápido, Titus sacó bajo su túnica una cuchilla de plata, apuñalando el pulmón de su Comandante. Sheidheda se arrodilló.

Se despertó respirando entrecortadamente. Sudaba, lloraba y su cabello estaba despeinado debido a la rapidez con la que se movía en la cama, asustada. Sintió cada una de las muertes, como si fuese la suya. Sintió las espadas, sintió el fuego, sintió el balazo que Lexa recibió en su último día.

Nyko abrió rápidamente la puerta de su habitación, era la segunda vez que despertaba en la madrugada. Le llevó un vaso de agua y una pastilla que Abby les había obsequiado para la Comandante.

Revisó su herida, la cual había vuelto a abrirse, derramando su cama con sangre. Nyko le dio la pastilla, así que pudo dormir unas cuantas horas.

Cuando despertó se dio una corta ducha, lo justo y necesario. Se cologó su antigua ropa: botas que le había regalado Bellamy, capucha larga y negra, pantalón y camisa de tonos oscuros.

Los guardias saludaron correctamente y ella devolvió el saludo. Se sentó en su trono, totalmente abatida.

Tenía su cabeza llena de cosas. Los sueños de los Comandantes, sus gritos que ordenaban que hiciera esto o aquello. Sus demandas, Sheidheda.

Su embarazo.

Seguía sin poder aceptarlo. Se llevó una mano inconscientemente al vientre, sin querer pensarlo. No sentía que era su momento de ser madre, y menos que el padre sea Bellamy.

Si bien, ha intentado comunicarse con Skyler, ella lo evita. Praimfaya era más importante, su traición era más importante.

Cerró los ojos y meditó, llegando a la gran mesa donde los Comandantes de la Sangre estaban posicionados. Todos le miraron expectantes, pensando qué hacer.

¿Por cuánto tiempo?

Dos asquerosos meses

Sheidheda —regañó Lexa, sentada en el lazo derecho de Skyler, mientras que el hombre estaba en el izquierdo—. No hay necesidad de seguir.

Esto es una aberración

Si, bueno. No pedí tu opinión —respondió Skyler desde la punta, cruzada de brazos.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora