Capitulo 2: Golpetazo - Editado

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Ya habían pasado un par de semanas y la situación se fue normalizando. Me llevaba bien con Raúl, aunque éramos diferentes en muchos aspectos. Roberto por su parte mantenía a mi hermana entretenida, aun que lidiar con los dos a veces era agotador. Y a veces pueden llegar a ser un grano en el culo.

El otro día llenaron la bañera de agua y echaron demasiado jabón... ¿Resultado? El baño se llenó de espuma y si no llegamos a tiempo Raúl y yo, la espuma habría llegado al pasillo.

Lo más gracioso, nótese la ironía, es que corrí tanto para cerrar la llave de la bañera, que con tanta espuma como había por el suelo me caí de culo, golpeándome en los riñones. Aunque dolía mogollón, fui la primera en reírme a carcajadas al imaginarme la escena en tercera persona.

Raúl cerro la llave del agua entre risas y me ayudo a levantarme.

-¿Estás bien, Lara?- Me preguntó Raúl intentando contener la risa.

-Sí, estoy bien, gracias. - Le miré a los ojos cohibida por tenerle tan cerca mientras de fondo se oían las risas de nuestros hermanos. Y no sé si fueron las risas o lo que había sentido teniéndole cerca gruñí a los enanos.- Malditos renacuajos, esta vez os la vais a cagar, en cuanto lleguen Mama y Daniel pienso decirles lo que habéis hecho y que por vuestra culpa me he hecho daño.

-Venga, tata, no ha sido para tanto; Además, ha sido gracioso verte caer de culo – Dijo mi hermana riéndose.

-No Sofía, tanto tu como Roberto os habéis pasado esta vez de la raya; No podemos tapar más travesuras, así que en cuanto que vengan nuestros padres, se lo diremos y que os pongan el castigo que ellos crean conveniente. De momento, vais a coger la fregona y la toalla que hay ahí y vaís a limpiar todo este estropicio.

-Pero Raúl...- Dijeron ambos pequeñajos a la vez.

-Ni pero ni nada, ya me habéis oído, si no queréis que sea yo quien os ponga el castigo, limpiar todo esto. - Dijo, y acto seguido me cogió en brazos y me llevo hasta mi habitación.

Sin entrar en la habitación, llamó a la puerta conmigo en brazos.

- ¿Se puede saber qué haces? – Le pregunto riéndome. - Porque llamas a mi puerta, si estoy aquí fuera. - Dije riéndome.

-Me dijiste que nunca entrara en tu habitación sin llamar, y que nunca entrara en tu habitación sin tu permiso. - Me contesta mientras me guiñaba el ojo.

-Cierto. Pero no es el caso. Estoy aquí fuera contigo, claro que puedes entrar..- Dije mirándole y sacándole la lengua.

Abrió la puerta de mi habitación y me dejo en la cama. Me dijo que no me moviese, que iba a darme una crema para evitar que me saliera moratón o al menos intentar que al menos doliera menos.

El golpe había sido muy fuerte y realmente me dolía, pero no iba a dejar que el me viese como una niñita llorona que se queja por nada. Así que me mordí la lengua intentando pensar en otra cosa que no fuese el dolor.

Volvió a mi habitación con un bote de crema en sus manos y me pidió que me diese la vuelta. Genial...

Me tensé al sentir como baja ligeramente el pantalón y me dio crema en mis lumbares; El sitio más perjudicado tras la caída. Mientras me daba la crema, me masajeaba la zona y sentí una sensación extraña. Entre la sensación de ser masajeada en esa zona dolorida por el golpe y el tacto de sus dedos sobre mi piel... sentí sensaciones dormidas hasta ahora.

Había sentido algo dentro de mí, en mi estómago, cuando me cogió para traerme a la habitación. Cuando posó sus manos en mi espalda. Cerré los ojos muy fuerte intentando pensar en otra cosa. Me dolía la espalda y seguramente las sensaciones de mis estomago sería el hambre que tenía. Si eso, hambre.

Sentimientos encontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora