Capitulo 1

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Como siempre, la misma mañana y la misma rutina para él. No esperaba que alguno nuevo pasara en el instituto ese día. Es más, si fuera por él se quedaría tirado en la cama durmiendo todo el día. Pero, si no iba ahí, no hacía otra cosa en todo el día, a menos que fuera con amigos de mucha confianza. Y su madre siempre estaba durmiendo casi todo el día debido al agotamiento por su trabajo. Con más razón estaba más tiempo solo. De todas formas, él jamás le reclamaría nada. Ella era la única que los mantenía a los dos.

Se colgó la mochila en su hombro derecho y salió de su cuarto para ir a la cocina y prepararse algo rápido. En la cocina, sólo con las piernas visibles si se veía desde la puerta de su cuarto, estaba su madre, Beverly, con la espalda apoyada contra la pared, al lado del mueble de los platos, durmiendo. Seguramente había intentado prepararse algo cuando llegó del trabajo y acabó así. Stephen bufó y negó con la cabeza mientras se acercaba para sacudirla suavemente del hombro, intentando despertarla. Él consideraba que eso era su mejor logro cuando podía hacerlo.

-Mamá, despierta. No duermas aquí. Ve a tu cuarto-dijo él, mientras la movía de lado a lado.

Ella, sin abrir los ojos, levantó su mano y tocó la mejilla de su hijo, sonriendo torpemente.

-Te dejé un sándwich grande de jamón en la mesa-murmuró, dejando ver lo agotada que estaba.

-Gracias-respondió Stephen, casi con duda. Le costaba diferenciar si estaba siendo consciente de sus palabras. Aunque al mirar la mesa, vio el sándwich envuelto en papel aluminio.

Se levantó del suelo para tomarlo y guardarlo. Lo comería más tarde. Miró una última vez a su madre y se dirigió a la puerta. Al parecer, ella la escuchó abrirse, ya que mientras se esforzaba por ponerse de pie, logró decir en voz alta:

- ¡Ten un buen día!

Al cerrar la puerta, conectó los auriculares a su celular y se los puso para ir escuchando música durante el camino al instituto. Vivía relativamente cerca, pero prefería no confiarse, ya que siempre estaban esas personas que viven a nada de la escuela y siempre son las que llegan más tarde. En el instituto, como la mayoría de personas, se aburría de sobremanera, pero era prácticamente lo único que hacía, además de salir algunos fines de semana, que no eran muchos. En las clases, muy pocas cosas se le hacían difíciles, por lo que hacer un trabajo o un examen era como un juego para él. Al ser así, solía dormitar en clase algo al acabar hasta que salían o hasta que algún profesor le decía que no se durmiera en clase, incluso si no hacían nada hasta que todos terminaran.

Cuando estaba por cruzar la calle para entrar al recinto, decidió quitarse los auriculares y guardarlos. Ya los usaría luego en clase. Tomó su celular y, en el mismo momentos, unos chicos un poco más bajos que él pasaron corriendo por su lado. Uno de ellos le golpeó el hombro, empujándolo hacia delante y consiguiendo que su celular terminara en el suelo.

La expresión de Stephen se descompuso por completo. Se agachó para tomarlo y comprobar que nada le había pasado.

- ¡Ah! ¡Lo siento mucho! ¡No fue me intención!-decía el que lo había empujado. Se veía asustado.

- ¿Qué?-preguntó Stephen, confundido. No tenía ni un rasguño, sólo un poco de tierra.

- ¡¿Por qué no te fijas por dónde vas?!-Lo regañó su amigo-. ¡Mira lo que provocas!

-No, pero...-comenzó Stephen, aunque los chicos no parecían escucharlo.

- ¡Ten, por si necesitas arreglarlo!-dijo el asustado muchacho, arrojándole unos billetes. Acto seguido, corrieron hasta adentro.

Stephen suspiró. Había olvidado que su fría mirada podía resultar intimidante para algunas personas. Eso o era que la gente se dejaba guiar mucho por las apariencias.

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