Capitulo 11

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El viaje en tren era bastante tranquilo para que fueran todos juntos. Por momentos, se preocupaban un poco por pensar que algo podía ocurrir, como que el tren se quedara parado en medio de cualquier lado que ellos no conocieran con exactitud, donde luego podría pasarles cualquier cosa. Aunque no hacían falta más de dos minutos para que pensaran en positivo y se dijeran que si tanto habían querido hacer ese viaje, no podían ponerse a pensar en esas cosas de la nada. Desde que habían subido, cada uno expresó su entusiasmo de forma bastante fuerte, llamando la atención de algunos pasajeros. Sin embargo, a ellos les daba igual.

—Ancio volver a ver ese campo—exclamó Christine, sacudiéndose un poco en su asiento—. Hace mucho que no voy, y menos en buena compañía.

Pepper sonrió y dijo:

—También estoy emocionada. Rara vez voy a otro lugar que no sea en la ciudad. Mis padres estarán tranquilos el fin de semana.

Christine iba sentada delante de Wong, Stephen al lado de su mejor amiga y Pepper y Tony en los asientos de al lado, juntos. Wong tenía un libro de Stephen King en su regazo e iba escuchando música con un solo auricular por si le llegaban a hablar. Sin embargo, cuando leía, era extraño que escuchara a las personas. Ese libro, en particular, lo estaba leyendo por segunda vez, ya que la primera vez que lo leyó, no logró entenderlo muy bien. Y si había algo que odiaba, además de ser llamado «Beyoncé», era no entender los libros que más le gustaban. Stephen, que estaba del lado del pasillo, iba mirando por la ventana, a pesar de no estar de ese lado, viendo los distintos lugares por los que el tren podía pasar en dos horas y media. Christine lo miraba de reojo y preguntaba cada tanto « ¿quieres cambiar?», a lo que el moreno negaba con la cabeza.

A él, a Pepper y a Wong les llamaba la atención conocer otros lugares también. A excepción de los viajes con sus padres, nunca iban a diferentes zonas ni viajes muy largos. A veces ni siquiera iban a los viajes que hacían en el instituto por el hecho de no querer tener que estar constantemente aguantando a los que causan problemas durante el viaje y esas cosas.

Y es que el paisaje al que llegaron en la primera hora era muy bonito. Podían ver de no muy lejos algunas colinas verdes, mientras algunas más pequeñas estaban delante. Desde ahí, veían personas subir y sentarse en lo más alto o a niños bajar rodando desde a mitad de la subida. Por esos lados, la temperatura había cambiado un poco, puesto que había empezado a hacer un poco de calor. Ahora, en la tarde, el ambiente era mucho más cálido de lo que era en la ciudad durante septiembre. Con eso, se activaron los ventiladores, cosa que toda la gente que estaba ahí agradeció con suspiros casi de alivio. Habían pasado por cada lugar sin perderlos de vista en ningún momento, y uno en especial llamo la atención de las chicas. Podía verse un arroyo con un camino de piedras para cruzar o, cuando el agua estaba tranquila, la gente podía nadar.

Sabiendo que faltaba una hora y media para llegar, decidieron buscar formas de entretenerse o se iban a morir de aburrimiento antes de llegar. Pepper no había dejado de mover la cabeza hacia todos lados, buscando algo para quitarse el aburrimiento. Tony iba con los auriculares puestos y con los ojos pegados en la pantalla, parecía estar leyendo uno de esos informes que su padre le enviaba cada tanto, cuando creía que era un buen día para hacerlo leer algo de la empresa para que comenzara a prepararse. A Pepper le dio más curiosidad por saber qué música escuchaba.

— ¿Qué escuchas, Tony?—le preguntó, poniéndole una mano en el hombro.

Sin responderle, Tony se quitó un auricular y se lo puso a la rubia. Era una de las canciones favoritas de Tony de AC/DC, su grupo preferido de rock. Pepper parecía olvidar que a Tony le encantaba ese grupo más que cualquier otro.

—No sabía que escuchabas eso, Tony—comentó Christine, mirándolos a ambos.

—Bueno, los encontré vagando por Internet y desde que los escuché la primera vez, no dejé de hacerlo—respondió el castaño, apagando su celular y guardándolo. No tenía ganas de hacer las cosas que su padre enviaba. Prefería esperar.

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