Capitulo 36

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Habían terminado de preparar algunas cosas para cuando se fueran mañana a la casa de Howard y María, y Tony se había lanzado a su cama ni bien acabaron. Stephen, luego de decirle a su madre que se quedaría en la casa del castaño esa noche y que irían a la casa de los Stark para que no se preocupara, volvió a la casa de Tony y subió hasta el cuarto para acostarse junto a él. Era increíble lo grande que era la cama. Sabiendo del sentimiento de soledad de Tony, no quería ni imaginarse cómo habría sido para él dormir solo y sin ningún tipo de compañía. Esperaba que, al menos, sus suegros fuesen comprensivos con ellos.

Mis suegros, pensó, sintiendo algo extraño en el estomago.

Sonrió en la oscuridad al pensar en lo fácil que fue de convencer cuando el castaño le dijo que quería que fueran hasta la casa de sus padres para hablarles de su relación, aunque poniendo la condición de que debían esperar un poco más para poder prepararse mentalmente para lo que podía llegar a pasar. Cualquiera que viera su sonrisa, se daría cuenta que era una cansada y, a la vez, satisfecha, porque el hecho de pensar que Tony estaba aceptando dar un paso como ese con una familia como la suya no era cualquier cosa para él. Estar ahí, a unas horas de irse hasta la mansión y volver a ver a Howard y poder conocer a María hacía que se le hiciera imposible dormir.

Por momentos, Stephen se cuestionaba si sería buena idea hacerle frente al tener que presentarse de manera «formal» con los Stark, porque si llegaban a tener una reacción negativa, Tony podía correr el riesgo de tener algo parecido a una recaía por la depresión y si eso pasaba, él no iba a saber cómo ayudarlo. Y sus amigos, probablemente, tampoco. Casi sin poder evitarlo, se estremeció. No quería pensar que su novio podía llegar a tener una recaída por el rechazo de sus padres, y aunque el grupo le repitiera innumerables veces que ellos no tenían derecho a reclamarle nada, no iban a poder evitar que pasara lo que tuviese que pasar con los adultos. La misma Pepper le había advertido que no le diera falsas esperanzas a Tony y que intentara que él tampoco se las diese, porque si al final las cosas salían de una manera diferente, ya no podrían hacer mucho. Durante los días que estuvieron arreglando todo, habían contado con el apoyo de sus amigos, cosa que Tony agradecía infinitamente. Y Stephen lo sabía.

Los días de por sí no habían sido muy complicados. Ya casi ni se estresaban por las cosas del instituto y ni siquiera pensaban en los próximos exámenes. Beverly había notado algo cambiado en su hijo cuando estaba con Tony, pero en ningún momento le preguntó por no querer incomodarlo ni hacer que se molestara. Sin embargo, Stephen se daba cuenta de que su madre estaba actuando raro y al preguntarle si pasaba algo, ella sólo sonrió y dijo:

-Sabes que puedes contarme lo que quieras. Nunca voy a pensar mal de ti ni de nadie que esté contigo, a menos que me dé razones, pero sé que nunca tendría una sola para eso. Lo único que quiero es que seas feliz y que puedas hacer llegar lejos en la vida.

Todo iba bien hasta que dijo lo de «llegar lejos en la vida». Su expresión casi se había deformado cuando la escuchó. ¿No podía haber un momento en que no lo comparara con su padre? Con la mandíbula tensa murmuró:

-Ya no reflejes a mi padre en mí. ¡Yo nunca seré como él!

Beverly parecía conmocionada con esas solas palabras. Stephen no había olvidado su mirada cuando se fue, poco antes de que él volviera a la casa de Tony. Ella le había enviado un mensaje más tarde pidiéndole disculpas por compararlo tanto con Eugene, pero que aún no era muy fácil asimilar todo, incluso si ya habían pasado seis años. El moreno comenzó a sentir un aguijonazo de culpa: no debió haber sido sencillo para ella divorciarse de su padre luego de tantos años desde que se conocían.

Acomodándose mejor en la cama, Stephen contempló el rostro dormido de Tony y sus preocupaciones se fueron volando como moscas. Después, se giró para quedar mirando el techo, con una mano debajo de su cabeza y la otra sobre su estomago. Sus pensamientos jamás habían sido así de profundos. Durante un minuto, se dijo que si Tony le llegaba a decir que quería ir a conocer Europa con él y con su madre, él no se negaría. Y su madre tampoco podría negarse. Con eso se estaba demostrando que se le haría difícil llegar a negarle algo que lo hiciera feliz.

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