Plan de amor

Capitulo 31

A sólo tres días después de lo ocurrido con Tony, Pepper y Stephen no habían sido capaces de hablar mucho entre los dos. Ellos habían hablado con el director para decirle que Tony no asistiría por estar enfermo; tuvieron que hacerlo ellos porque ninguno de sus padres se había presentado para hablar con el anciano, y éste dijo que hablaría con los profesores para que estuvieran al tanto y les pidió que lo mantuviera al tanto él sobre el joven si algo pasaba. Christine y Wong los estaban esperando fuera de la oficina, un poco más tranquilos que el día anterior, cuando María llamó a Pepper para decirle que, muy posiblemente, Tony no iría al instituto por las migrañas. Por una vez, tanto ella como Howard, se pusieron de acuerdo para que su hijo se quedara con su mamá para descansar.

Christine miró a Stephen y se dio cuenta de que tenía menos color que otras veces, así que se acercó a él y le puso una mano en el hombro de forma gentil, mientras decía palabras vagas para intentar tranquilizarlo un poco. Lo único que ellos podían hacer era esperar a que Tony volviera o hasta que fueran sus padres los que les avisaran algo de su estado. Debían admitir que era un poco raro estar horas sin escuchar a Tony en las clases.

—No debemos preocuparnos. A menos que tenga algún problema físico por el alcohol, lo más grave que tendrá será una resaca duradera—comentó Christine, de forma serena. Se habían quedado en el aula para poder hablar tranquilos.

—Sí, es verdad—convino Wong, con las manos en su regazo. Se veía completamente tranquilo—. Pepper, ¿tus padres hablaron con los de Anthony?

—Ah, sí. Les preguntaron qué pasó esa noche, pero ellos no supieron decirles. Christine y yo sólo les comentamos que Tony se había pasado con la bebida y nada más—respondió la rubia, suspirando de forma cansada.

—Bueno, en cualquier caso, espero que no haya tenido algún problema grave antes—dijo Christine, que estaba sentada en su lugar, sin moverse, con la mirada pérdida—. Apenas podía caminar y ni siquiera hablaba. Llegué a creer que estaba inconsciente.

El único sin haber comentado nada fue Stephen. Estuvo callado gran parte del tiempo, para sorpresa de todos. Durante los recesos de dos de esos días, se había quedado en el aula cuando todos salían, mirando a la nada, y los otros tres, sin saber muy bien qué hacer o decir para que hablara, decidieron darle espacio y que estuviera tranquilo. Pero, lógicamente, no podía estar muy tranquilo; su amigo prácticamente se le había declarado sin saberlo, ¿qué calma le iba a dar eso? Sin embargo, necesitaba hablarlo con Christine o con Wong sobre lo que Tony le había dicho e incluso pedirles algún consejo para cuando volviera a verlo. Y al pensar en eso, una nueva idea llegó a su mente: ¿Cómo estaría Pepper si llegaba a enterarse? Tony había dejado claro que la quería como una hermana, pero ¿y ella? ¿Pensaría lo mismo? Claro que no podía ir y preguntarle directamente. Sería hasta desubicado de su parte. Es decir... la rubia siempre había mostrado una gran preocupación por Tony y varias veces hasta la había visto mirarlo de una forma diferente a las otras. Y Stephen sabía que seguía preocupada por él. Hasta el momento, ella había ido esos dos días a verlo y hasta le había preguntado si quería acompañarla, pero él se negó, alegando que seguramente estaría más cómodo con ella.

Sólo a la salida de las clases, cuando Pepper y Wong se fueron, Stephen miró a su mejor amiga y se animó a contarle.

—Chris, hay... algo que debo decirte. ¿Tienes tiempo?

—Sí, claro—asintió ella, mirándolo casi con indulgencia, como si supiera lo que venía.

Sin perder tiempo, Stephen le comenzó a contar lo que Tony dijo cuando estaban en el auto. A pesar de saber que lo dijo bajo un estado de ebriedad, no podía evitar sentirse «bien» por haberlo oído de su boca. Era casi extraño.