Capitulo 3

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Stephen y Tony iban de camino al instituto. Después de haber terminado todo lo que el más bajo había llevado, se despidieron de Beverly y salieron de la casa. El moreno le había dado las gracias a Tony de nuevo, aunque éste sólo se encogió de hombros y soltó un: «lo que sea». A Stephen aún le llamaba la atención esa actitud de Tony. Con personas como Pepper, parecía ser completamente amable y tranquilo, pero con los demás, por lo poco que había visto, era completamente indiferente u hostil. Era extraño.

- ¿Qué es extraño?-preguntó Tony, deteniéndose para mirarlo.

¿Lo dije en voz alta?, pensó Stephen, cerrando los ojos un momento. Se sentía cansado.

-Nada. Sigamos-respondió él, poniéndose al lado de Tony.

-De verdad te pareces mucho a tu madre-comentó Tony, con las manos en los bolsillos-. Más bien eres un calco de ella.

-Deja de decir eso. Lo repetiste tres veces en mi casa-le recordó Stephen, frunciendo ligeramente el ceño.

- ¿Te molesta ser igual a ella?-preguntó Tony, arqueando una ceja-. Tú sí que eres extraño.

- ¡Claro que no! Y no uses juegos de palabras.

Tony rió de forma burlona y aceleró el paso, poniéndose delante de Stephen. Al comienzo de su camino, Tony le había vuelto a decir que no le dijera a Pepper que colapsó en la puerta de su casa, ya que no quería preocuparla ni que ella comenzara a regañarlo como una mamá. De por sí ella ya lo había hecho el día anterior cuando le dijo que fue al médico por su fuerte dolor de cabeza. Nada quitaba que volviera a hacerlo.

- ¡Otra cosa!-exclamó Tony de golpe, deteniéndose bruscamente. Stephen se quedó detrás de él-. No les digas a los demás de mi pequeña visita-pidió en un murmullo, sonando casi avergonzado.

¿Y luego yo soy el raro?, se preguntó Stephen, mientras su gesto cambiaba completamente al de su lado apático.

-Ya te dije que no tengo razones para hacerlo. Y menos me va a importar contarlo-soltó sinceramente.

-Pues más vale que no lo hagas-siguió Tony, mirándolo de reojo.

Stephen cerró los ojos y suspiró. Ese chico de verdad era exasperante, y eso que apenas lo conocía.

- ¡Pepper!-lo escuchó gritar. Abrió los ojos de golpe y vio que la rubia estaba por entrar al instituto. Tony aceleró el paso y saltó para abrazarla, siendo recibido en los brazos de su mejor amiga.

- ¡Hola!-lo saludó ella, abrazándolo-. Pareces animado hoy.

-Tuve una buena mañana.

-Genial... ¡Hola, Stephen!-lo saludó, levantando la mano. Recién había notado que estaba cerca de ellos.

-Hola-respondió el moreno, acercándose más-. ¿Sabes si Christine y Wong ya llegaron? Debía verlos antes de Educación Física.

-Creo que Christine llegó. ¡Vamos!

Los tres entraron al recinto. Tony miró de reojo a Stephen y le lanzó una mirada extraña. Stephen se limitó a rodar los ojos y adelantarse un poco, alegando que debía ver sí o sí a su amiga. No era del todo cierto, pero quería una excusa para no estar tan cerca de Stark. Aún lo seguía incomodando un poco.

Sacó su celular y, para ahorrarse el tener que buscar aula por aula, le envió un mensaje a Christine para preguntarle dónde estaba. O si estaba en el instituto y si Wong estaba con ella. Lo último que quería era estar solo durante la clase de Educación Física y el resto de las clases. Ya era bastante malo estar las siete horas sentado en el patio, leyendo un libro y escuchando música a todo volumen. Jamás fue un problema para él tener sus momentos de soledad. Todo el mundo los tenía. El problema era que en el instituto parecía que quien fuera solitario, debía ser tachado de X forma. Se preguntaba por qué la gente debía ver la soledad como algo malo. Siendo sincero, le encantaba estar con sus dos amigos, pero la mayoría de veces prefería estar sentada en el pasillo, solo.

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