Capitulo 2

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Cuando las clases terminaron, todos salieron corriendo del instituto, hasta algunos profesores que eran los de cursos más jóvenes y más revoltosos. Stephen, Christine y Wong salieron con tranquilidad, mientras conversaban de las últimas clases.

-Odio al viejo de matemática-espetó Stephen-. Jamás explica bien y encima se queja cuando no podemos hacerlo.

-Espero que se jubile pronto. Si no, nos esperaba suspender la materia-comentó Christine, que también estaba bastante molesta.

-Y yo que decía que las matemáticas de mi país eran difíciles...-dijo Wong.

Las cosas se les complicaban bastante con esa materia. Y, sólo con esa, decían que era más difícil que aburrida. A Wong le costaba bastante hacer ejercicios combinados. Y si el resultado debía ser un número con coma, a él le daría un número entero y encima más allá del resultado que debía darle; era como una maldición de las peores. Stephen estaba más bien en el medio; no le iba ni muy bien ni muy mal, aunque él iba a sentirse más tranquilo cuando pudiera moverse hacia alguno de los lados. Y sobre Christine... ella sólo esperaba a que la clase se terminara.

Se quedaron parados delante del lugar, y Christine volvió a hablar.

-Stephen, ¿vas a hacer algo hoy? Wong y yo queríamos ir al centro.

-No sé si tendré tiempo. Tengo que hacer el trabajo de la semana pasada y dejarle el almuerzo a mi madre-respondió, suspirando.

- ¿Otra vez dejando todo para última hora?-exclamó Wong, negando con la cabeza.

Stephen asintió y se despidió de ellos para llegar rápido a su casa, pensando si tendría la oportunidad de ver un poco a su mamá. Aunque, en su interior, no dejaba de decirse que, probablemente, ella iba a estar durmiendo, tratando de ajustar su sueño para la noche en su trabajo, donde iba a estar doce horas de pie y casi sin descanso alguno. Como para no saberlo, se dijo. Era habitual hasta cuando llegaba un poco tarde luego de una salida con sus amigos. Beverly a veces no sabía mucho de lo que su hijo hacía mientras ella dormía. Es más, una vez estuvo tanto tiempo dormida que cuando despertó, le preguntó si había ido al instituto, siendo que esa misma mañana lo saludó y desayunaron juntos. En resumen, podía estar bastante perdida por eso. Stephen aún se preguntaba cómo le hacía para no tener un colapso nervioso. Y la mayoría de veces prefería no molestarla ni despertarla si no era por una emergencia, ya que ella podía tener muy mal humor cuando se encontraba en ese estado.

Al llegar a su casa, abrió la puerta y, mirando toda la sala, cerró despacio, en caso de que su mamá estuviera ahí. Resultó ser innecesario, porque ella no estaba a la vista. Se dijo que entonces estaría en su cuarto, durmiendo.

-Bueno, será mejor que cocine-habló para sí mismo, mientras dejaba su mochila en el sofá.

Él casi siempre era el que se encargaba de las tareas domesticas. Eso incluía también mantener la limpieza del hogar. De todas formas, estando los dos en sus cosas, rara vez podían hacer desorden.

Buscó entre los estantes de la cocina y encontró un paquete de arroz cerrado y una lata de atún. El arroz estaba bien, pero pasaba de comer atún, así que volvió a guardar la lata. Revisó el refrigerador y encontró algunas verduras. Bueno, arroz con verduras. Lo prefería mil veces.

Dejó a fuego bajo una sartén y comenzó a picar en cubos muy pequeños las verduras. Mientras lo hacía, levantó la cabeza para mirar la ventana que estaba justo delante de él. Más que la casa vecina- que estaba separada de la suya por un pequeño pasillo-, no había mucho para mirar, pero cada tanto se perdía en sus pensamientos cada vez que la mirada. Solía ver la sombra de una persona que pasaba casi volando, moviendo las cortinas por la prisa. A veces se preguntaba qué estaría haciendo y con quién estaría, pero eso no era de su incumbencia, por lo que cerró las cortinas y siguió con lo suyo.

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