Plan de amor

Capitulo 38

Durante la mañana del instituto, Stephen y Tony habían actuado con completa normalidad. A diferencia de muchas parejitas que estaban en el instituto, que pasaban gran parte del tiempo abrazadas y dándose besos cuando los profesores no estaban mirando, ellos habían mantenido su discreción intacta, procurando no dar demasiadas muestras de cariño en el patio o en la cancha. Por sus propias palabras, se permitían tomarse de la mano por debajo de una mesa cuando estuviesen sentados juntos y se daban abrazos algo sutiles: Stephen solía pasar su brazo alrededor de los hombros de Tony y él, en otras ocasiones, estiraba su brazo para pasarlo por detrás del cuello de Stephen y hacer que se doblara, como si sólo estuviesen molestándose entre ellos. Y no, no es que les preocupaba lo que los demás podían decir, pero la verdad, encontraban poco relevante que todo el instituto supiera que ellos salían, así que optaron por mantenerse así. Y además, Tony aún no se sentía listo para hablarlo con Pepper, así que acordaron se discretos.

Pobre, si supiera que ella ya lo sabe, pensaba Stephen cuando lo abrazaba, sintiendo lastima por ambos.

Por suerte, sus amigos también eran discretos en cuanto a ese tema. Tony era consciente de que Wong y Christine lo sabían, y sin embargo, no lo era de que su mejor amiga también, y, obviamente, menos iba a saber que ella les había pedido que no le dijeran nada. Cuando Tony se lo contara, vería qué iba a decirle también.

Pero, más allá de eso, Stephen no podía dejar de pensar en la semana anterior, cuando estuvo en casa de los Stark durante la noche. No podía negar que había sido genial y, a la vez, conmovedor en otros aspectos. Howard y María no se mostraron cerrados ni tenían «las típicas conversaciones de personas millonarias». De hecho, pasaron parte de la cena quejándose de las veces que debían quedarse escuchando a otros empresarios hablar de todo el trabajo que debían hacer o las quejas de las modelos cuando decían lo difícil que era desfilar algunos días. Para ellos dos, sonaba casi descarado. Es decir... tenían todo al alcance de su mano y se estaban quejando de lo que les daba los autos lujosos, las casas de verano, comida cara... Incluso si eran de clase alta también, no lo entendían. Stephen incluso les preguntó se había algún empresario o modelo en especial que les cayera mal. El matrimonio estuvo de acuerdo en que, si bien nadie caía realmente mal entre ellos, sí eran algo reticentes hacia el matrimonio con el hijo que había molestado a Tony en la fiesta, ya que usualmente se comportaba como el típico chico agrandado y maleducado sólo por tener padres adinerados. Stephen se atrevió a decirles: «ustedes tienen suerte, Tony es realmente educado. Molesto y algo irritante, pero educado». Lejos de desconcertarlos como a su novio, eso los hizo reír y María le agradeció el comentario de forma suave, dejando claro que eso no le molestaba para nada.

Por suerte, la molestia de Tony fue momentánea, ya que no podía evitar reírse por los comentarios sin filtro de Stephen. Y, afortunadamente, a sus padres tampoco les molestaba. De hecho, parecían muy cómodos con el moreno cenando y hablando fluidamente con ellos. Y él captó la mirada cargada de amor que Tony le estaba lanzando después de que sus padres se levantaron para buscar unas cosas.

Beverly se había ido tranquila cuando los Stark dijeron que no había problema en que Stephen se quedara esa noche, ya que Howard los llevaría sin problema al instituto. La mujer accedió tranquilamente, dejándole a su hijo unas pautas que hicieron que Tony se burlara por lo bajo; Beverly jamás dejaría de lado el cuidado de su hijo, ¡y menos siendo enfermera!

De forma algo... pícara, María les dijo a los jóvenes que podían dormir en el cuarto de Tony, ya que la cama era lo suficientemente espaciosa para ambos.

«Además, hace bastante frío esta noche. Creo que no es una mala idea para que no se congelen, porque no quiero ni imaginarme cómo va a estar mañana. Pero bueno, ya vayan a dormir, que es tarde», había dicho de forma rápida, mientras Howard parecía contener la risa por las caras que su hijo y yerno estaban haciendo.