Capitulo 4

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En la semana, desde que tuvieron ese pequeño momento en el aula, ni Stephen ni Tony habían dejado de sentirse extrañamente observados en el instituto. Algunas personas, en especial los de grados menores, no dejaban de murmurar cosas y señalarlos algunas veces. Ambos estaban algo confundidos. Desde principio de año, nadie si quiera podía mirarlos sin quedarse de piedra. Ahora, sin embargo, eran el centro de atención. E incluso Pepper, Christine y Wong parecían hablar en código para poder escapar cuando ellos estuvieran juntos o al encontrarse por poco tiempo. Pero siendo muy sinceros, no era algo que les preocupara realmente. Más bien resultaba molesto para ambos, al punto de querer preguntarles a los demás qué diablos pasaba.

Durante sus peores días, los demás estudiantes parecían notar a Stephen con un humor de perros, así que, la mayoría de veces, se callaban la boca y no se giraban para verlo por encima del hombro. Lo mismo pasaba con Tony, aunque él no se libraba de Pepper, porque ella casi siempre le preguntaba cómo estaba con Stephen. Esa sola pregunta lograba ponerlo incómodo. Él había hablando un poco con ella y le había contado que, últimamente, había estado cenando con él y su madre. Al principio, Pepper sólo dijo que estaba feliz de que pudieran llevarse bien. Tony no lo entendió al principio. En ningún momento dijo que eran siquiera amigos o al menos algo cercanos. Sólo iba a su casa para no morir de hambre.

El día jueves fue donde las cosas más se complicaron. Ellos habían llegado justo a la hora Filosofía y, sin que fuera una sorpresa realmente, el profesor no había llegado. A lo mejor ni se presentaba a la clase. Cuando Stephen abrió la puerta, todas las personas dejaron de hablar y lo miraron. Una chica en especial se llevó las manos a las mejillas y soltó un suspiro de enamorada. Los demás sólo lo miraban con sorpresa, provocando que su ceño se frunciera. Al mirar los asientos de sus dos amigos, no los vio. Creyó que, a lo mejor, no irían ese día al instituto.

-Hey, ¿vas a entrar o no?-le preguntó Tony desde atrás.

El ruido de una silla arrastrándose contra el suelo hizo que todos miraran hacia atrás. Pepper estaba de pie con las manos apoyadas en su mesa, como si estuviera molesta. Pero Tony la conocía mejor que nadie: en realidad, se veía decidida.

-Vengan al patio en cinco minutos. Quiero hablar con ustedes-mandó, saliendo rápidamente del aula.

Los jóvenes intercambiaron una mirada y entraron al aula sólo para dejar sus mochilas en sus respectivos lugares, sin dejar de ser observados. Tony fue el primero en salir y quedarse en el pasillo, esperando a Stephen. Cada segundo se preguntaba con qué le iba a salir su mejor amiga ahora. Ya no le quedaban teorías para hacer y pensar una posibilidad entre millones. Únicamente, sólo podía esperar a escuchar las palabras de la rubia.

Cuando Stephen salió y cerró la puerta, Tony lo vio apoyarse contra la misma y poner cara de desconcierto. Se acercó e hizo lo mismo: podían escucharse perfectamente los murmullos de los demás. No podían entender nada, pero claramente era algo de ellos dos. Si habían esperado a que salieran, era obvio.

Los dos chicos fueron rápido hasta el patio, esperando que ningún profesor o el director los viera salir del aula sin supervisión. Pasaban de comerse en regaño. No intercambiaron palabra durante su casi corrida. Ambos estaban comiéndose la cabeza por pensar en lo que Pepper podía decirles. En los primeros días, Tony le había dicho que ella, aunque no lo parecía, podía ser una caja de sorpresas.

Al verla, estaba parada en medio del patio, mientras el viento movía suavemente su pelo. Sujetaba sus manos delante de ella y tenía la mirada hacia el cielo. Se veía completamente tranquila y pacífica. Al menos eso dijo Tony. Cuando se acercaron, se asomó un poco por su costado y vio que estaba esbozando una sonrisa.

- ¿Pep?-dijo Tony, volviendo al lado de Stephen.

-El tiempo es genial, ¿verdad?-dijo ella, sin despegar la mirada del cielo.

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