Capitulo 30

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Stephen estaba poco o nada tranquilo, porque poco tiempo había pasado desde que Tony lo había llamado completamente ebrio y casi sin estar consciente de sus palabras. O eso creía él. Algo por dentro le decía que si no hacía algo, las cosas no iban a terminar bien.

Cuando Tony le dijo todo eso de forma quebrada, Stephen no pudo evitar sentir un aguijonazo extraño en el pecho, como si eso le estuviera advirtiendo que alguien saldría malparado de la situación. Los conflictos, el instituto, los finales que cada vez estaban más cerca, los problemas que el castaño tenía con sus padres, incluso el mismo grupo a veces... Todas esas cosas llegaron a su cabeza de golpe, logrando que la tensión que sentía en ese momento aumentara considerablemente, era como si estuviera viendo televisión con el volumen bajo y que de golpe fuera subido hasta el máximo, lo que provoca que una persona se estremezca. Pero ni con esas cosas se había convencido para quedarse en su casa y dejar que Pepper resolviera los problemas por su lado con Tony. No. No le parecía nada justo. Por lo que había entendido en la llamada, la rubia había tenido que estar mucho tiempo con él, y a lo mejor necesitaba comenzar a despegarse un poco, porque eso tampoco era muy sano. Incluso si era tarde, vio que Christine estaba conectada, pero Wong ya había publicado un estado en el que decía que ya se iba a dormir. Sólo contaría con su amiga. Le envió un audio explicándole rápidamente la situación y le preguntó si podía ir en el auto de sus padres. Ella le respondió con prisa, diciendo que, justamente, sus padres sólo dejaban que tomara el auto sin permiso en caso de una emergencia. Y esa situación definitivamente era una. Stephen le pidió que lo recogiera en la esquina de su casa. Sólo faltaba que su madre no viera en el trabajo que su última conexión había sido en la madrugada.

Se vistió de forma apresurada y salió de su casa.

Se comenzó a preguntar cuánto tiempo haría que no se metía en un asunto de Tony o Pepper, donde casi siempre terminaba por «negociar» con ellos para que hablaran las cosas con claridad y no dejarlas en la nada. En sí no le importaba demasiado porque antes, no era preocupante; sólo eran cosas de amigos que se comportaban como hermanos y que necesitaban ayuda para hablar como personas normales. Pero ahora mismo, ambos necesitaban ayuda de verdad, no sólo una charla.

Espero que Christine no se atrase demasiado, pensó, quedándose de pie en la esquina de su casa, mirando hacia todos lados. Si tenían suerte, Pepper ya habría encontrado a Tony y trataría de mantenerlo en un lugar fijo hasta que ellos llegaran.

A lo lejos, por suerte, escuchó la bocina del auto y giró la cabeza hacia la derecha. El auto blanco de su amiga no tardó en llegar hasta donde él estaba. Casi sin que llegase a frenar, Stephen se precipitó sobre el vehículo y abrió la puerta del copiloto. Luego de agradecerle el acompañarlo, le preguntó si sabía dónde quedaba el salón y Christine le dijo que sí, Pepper ya le había contado antes.

Durante el camino, no hablaron casi nada. Pepper no había contestado las llamadas de ninguno ni les había respondido un solo mensaje y Tony ni siquiera tenía el celular encendido, ya que directamente hablaba el buzón de voz. Eso ya los estaba comenzando a preocupar más, esos dos eran realmente cabezotas cuando querían. Después se habían interrumpido bruscamente al pensar que le pudo pasar algo a uno de ellos y por eso no les respondían nada. En ese silencio que había en la calle, mientras el viento soplaba suavemente y sólo oían el motor de su auto, a Stephen le había parecido sentir ese aguijonazo extraño en el pecho nuevamente, tan fuerte como para que le comenzara a molestar. Al principio trató de convencerse de que se estaba haciendo demasiadas ideas erróneas, desde el hecho de que Pepper podía estar como una maniática buscando a Tony por todo el salón sin parar, hasta la idea de que el castaño terminaría en la calle, sin caminar hacia ningún lugar en especifico y terminar... debajo de un auto por no estar atento a su alrededor.

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