Capitulo 23

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Tony y Pepper se iban a encontrar en el centro comercial para tomar algo, quizás ver una película y caminar un rato por ahí. El castaño había salido de su casa casi una hora después de que Stephen se fuera. No había esperado el mensaje de su amiga cuando salió, porque se dijo que, cuanto antes lo viera, más tranquila se iba a quedar. Después sólo le quedaba hablar con su madre para tratar de explicarle un poco la situación, ya que tampoco quería que ella estuviese muy preocupada por él. Aunque, por otro lado, Tony encontraba casi extraña esa preocupación por parte de su madre. Ella parecía ser la última persona en querer afrontar la realidad de las cosas que pasaron, y sin embargo, se había esforzado un poco más que Howard para tratar de cambiar las cosas.

Sacudió la cabeza y se dijo que no debía estar pensando en esas cosas ahora. Había salido con la idea de poder tranquilizar a Pepper. Lo último que su amiga necesitaba eran más preocupaciones. Por ahora, se conformaría con decirle que Stephen había estado con él y que lo había ayudado para tratar de superar el ataque de ansiedad.

Al pensarlo, se comenzó a cuestionar si iba a ser lo mejor contárselo a Pepper. Le daba miedo preocuparla mucho más y, aparte, que le contase a su madre. Si lo hacía, estaría con ambas pegadas detrás de él para cuidarlo demasiado. No quería eso, pero era mejor que mentirle y decirle a su mejor amiga que no había pasado nada y que simplemente no había visto sus mensajes, cosa que sólo la iba a hacer enojar mucho. Y con razón.

Respiró hondo y se bajó del autobús. El sólo pensar que el mismo casi lo arrolla lo hacía temblar. Sabía que fue por su propia inconsciencia al estar mirando el celular y estando parado al borde de la acera. El conductor, lejos de estar enojado, parecía preocupado. Lo reconoció al instante, al igual que la mayoría de personas que estaban sentadas, y casi se puso a temblar, mientras le pedía perdón cada dos minutos. Algunos llegaron a ofrecerle su asiento. Tony sólo contestaba que lo dejaran viajar en paz y se quedó parado todo el camino, al lado de la puerta. Esperaba poder bajar lo antes posible.

El autobús paraba justo delante del centro comercial, así que fue un alivio estar ahí de una sola vez y no tener que caminar demasiado para llegar e impacientar demasiado a su amiga.

Al cruzar la puerta, miró hacia todos lados, pensando en los posibles lugares donde Pepper podía llegar a estar. Conociéndola, podía estar viendo un local de ropa o buscando alguna fundita nueva para su celular. Ella siempre era puntual y habían pasado sólo cinco minutos desde la hora acordada, así que seguramente estaría en el piso de abajo, esperándolo mientras veía cosas que llamaran su atención. Podía estar varios minutos en un mismo local, por lo que encontrarla no debía ser muy difícil.

Ya lo tengo, pensó, comenzando a caminar con pasos rápidos hasta el centro del lugar, sabiendo que ahí estaba el lugar donde a ella tanto le gustaba el café y los cruasanes. Pasando entre mucha gente y llevándose algunos empujones y problemas por su altura, logró divisar una cabellera rubia recogida en una coleta y la clásica pose de su mejor amiga sujetando una de sus muñecas y mirando hacia todos lados, exasperada.

Logrando pasar entre toda la multitud, estiró el brazo y tomó la mano de la rubia, haciendo que se sobresaltara al haberse quedado viendo un punto fijo.

—Hey, hola—la saludó Tony, sonriendo socarronamente.

Ella suspiró antes de responder.

—Hola, Tony. No te había visto.

—Lo sé. Por eso me acerqué sin que te dieras cuenta.

Ambos se sonrieron y decidieron alejarse un poco de toda la gente que estaba amontonada en un lugar, cosa que les llamó un poco la atención, pero no hizo que fueran a ver. Seguramente no serían nada grave, ya que otras personas que pasaban por ahí veían hacia donde todos los hacían y luego simplemente seguían su camino con una mirada hastiada.

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