La visita de Alex me conmovió de muchas formas. Saber que le hago bien, saber que me necesita, sentir que con él es posible me gusta. Este fin de semana estuvimos hablando mucho sobre todo, sobre nuestras familias, nuestros anhelos, gustos y hasta nuestras preferencias en la música y la comida.
-¿Postre favorito?- pregunta mientras se acomoda en el piso de mi departamento frente al televisor con un balde de palomitas de maíz que acabo de hacer.
-Helado de fresas y limón.
-¿Limón? ¿Estás segura?- agrega mientras hace una mueca en señal de disgusto.
-¿Qué tiene de malo? Me encanta el limón digo mientras le robo palomitas de su balde y me las meto en la boca divertida.
-No me gusta demasiado la idea de besarte con sabor a helado de limón- susurra contra mi oreja, mientras olvida las palomitas de maíz por un rato.
-¿Y quién te dijo que vas a besarme mientras como mi helado?- Contesto cerrando los ojos y recibiendo sus labios en mi cuello.
-Podría ser bastante divertido ¿No crees?- Alex se acomoda suavemente encima mío, apoyando sus brazos a los lados de mi cuerpo. Su beso se hace más profundo y exigente.
Como si tuviesen vida propia mis manos comienzan a recorrer lentamente su espalda bien formada. A pesar de la camisa que lleva, puedo sentir cada uno de sus formados músculos.
-Sabrina... -
-¿Mmmm?-
-Besos de limón por favor no- ríe contra mis labios.
-¿Me estas extorsionando?- pregunto aun saboreando sus caricias.
-Definitivamente. Prefiero el helado de chocolate-
-Hecho... helado de chocolate, besos sin limón y palomitas de maíz- susurro contra su boca acercando mi cuerpo al suyo sin ningún prejuicio.
-¿Ya te he dicho que me enloqueces?- dice mientras su boca se dirige hacia mi mandíbula y de ahí a mi clavícula dejando un camino de besos cortos y húmedos.
-No...- miento.
- Me enloqueces Sabrina, me tienes en un puño-
Y así pasamos el fin de semana, absorbiendo todo de uno lo que el otro puede ofrecer. Las horas se fueron volando entre arrumacos y palabras bonitas, pero llego el momento de decir adiós.
Alex debe regresar al pueblo, a su trabajo y yo.... Y yo a mi sueño.
*****
La semana pasa demasiado lenta, el trabajo en el bar es dentro de todo bueno, pues no me deja demasiado tiempo para pensar en Alex.
No me gusta el curso que están tomando las cosas. Me duermo pensando en él, me levanto pensando en él y muchas más veces de lo que me gustaría me descubro pensando en él.
No quiero enamorarme, no quiero que me pase otra vez lo mismo. Siempre termino rota. Aunque a decir verdad, nunca nadie me llegó tan profundo como Alex. Esta vez no soy yo la que llama o dice palabras bonitas. Esta vez es realmente diferente. Alex es quien me hace sentir cuidada, deseada, importante...
La mano en alto de la señora de la mesa diez me saca de mi burbuja. Me acerco y tomo su pedido. Hoy el bar está bastante concurrido a pesar de ser mitad de semana y de llover a cantaros. Mientras espero que el cocinero prepare la orden de la mesa diez mi teléfono comienza a vibrar dentro del bolsillo de mi delantal.
Sospecho que es Kim para pedirme perdón por haber intercambiado el chip con Alex. Juro que no le va a resultar tan fácil a mi amiga lograr que la perdone, aunque sé internamente que estoy feliz de tenerla por amiga.
Gracias a ella lo tuve a Alex para mí todo el fin de semana.
El teléfono vibra una vez más y me dirijo al baño para atender. Mis ojos se agrandan a más no poder al ver que no se trata de Kim ni Alex.
Es un número que no conozco.
-Hable-
-Buenos Días. Nos comunicamos de la Clínica de Fertilidad para confirmar el turno de la paciente Sanders Sabrina para el día de mañana a las 18 horas con el Doctor Benson.
-Está bien. Ahí estaré- digo mientras mi corazón comienza a latir con violencia.
Guardo el teléfono y salgo disparada a la cocina donde el pedido de la mesa diez está listo para servir.
No puedo creer que esté más cerca de lo esperado de concretar mi sueño de ser mamá, aunque no me siento feliz exactamente en este momento. Miles de preguntas se atragantan en mi garganta. ¿Podré ser madre al fin? ¿Cómo haré con mi trabajo? Ahora más que nunca necesito trabajar para costearme los estudios médicos. ¿Y si no quedo embarazada al primer intento? ¿Y si...?
Un fuerte mareo me toma tan de sorpresa que debo sostenerme contra la pared de la cocina.
-¿Estas bien Sabrina?- Una mano grande me sostiene en mi lugar ya que mis piernas parecen de gelatina y el mundo no para de girar a mi alrededor.
-No- digo débilmente -Creo que estoy bien.... Es solo un mareo- alcanzo a susurrar antes de que la oscuridad me cubra por completo.
....
Upss! ¡La emoción fue tanta que se desmayó! ¿O será la preocupación por no perder el trabajo? ¿O tal vez sea que...?
¿Qué será que le paso a esta mujer????
Les cuento que logre escribir escuchando a los Guns and Roses... los voy a contratar para los próximos capítulos!
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Vero
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Mi deseo.
RomanceSabrina Sanders busca comenzar de nuevo. Aunque nunca le faltó nada económicamente, su vida siempre fue muy solitaria. Desea por fin formar una familia pero no quiere compromisos ni ataduras con nadie. Está decidida a ser madre soltera a pesar de su...