Capítulo 31

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Sabrina
Me gusta este bar. Es pequeño pero elegante. Busco un lugar tranquilo cerca de la ventana y me ubico, un muchacho toma mi pedido que consiste en un té con edulcorante. Últimamente mi estómago no soporta demasiado. Dicen que el primer trimestre del embarazo es bastante duro...y creo poder confirmar esa teoría...
Solo falta media hora para que el programa radial termine. No puedo esperar a ver la cara de Alex cuando me vea. Ojalá que se ponga feliz de verme... aunque no me quiero ilusionar. Últimamente no estuvo tan comunicativo como otras veces. Sospecho que de verdad se está cansando de mí y  de mi reticencia para jugarme por lo que siento. Ahora las cosas para mí han cambiado y si tenía alguna duda de si amo a Alex debo decir que no quiero mentirme más a mí misma.
Debo aceptar que lo que me pasa con él, aunque me asusté bastante...
Nunca antes sentí la necesidad de estar con alguien de esta manera. Me gusta su manera de hacerme sentir segura, de la forma en que me abraza,  la manera en que me mira. La última vez que estuvimos juntos fue particularmente dulce y atento y me dejó en claro que quería tener algo serio y formal conmigo, aunque el tema de tener hijos es algo que particularmente lo pone nervioso.

Está empezando a llover bastante fuerte, las gotas de agua golpean contra la superficie de la ventana con violencia y comienzo a sentir el cambio de temperatura.
A pesar que la primavera está bastante cerca el frio se hace sentir con intensidad. Me abrazo a mí misma tratando de mantener a raya el frio y de pronto veo mi barriga. No puedo dejar de sonreír con el pensamiento de que una pequeña personita está creciendo dentro de mí. Imagino que debe ser del tamaño de un poroto, todavía está en formación pero yo ya amo a este ser con todas mis fuerzas.

-Vamos a visitar a papá, todo va a estar bien - susurro como para que solo me escuche mi bebé.

Cuando regreso mi vista a la ventana veo que la puerta principal del edificio donde la radio funciona se abre y un Alex bastante demacrado sale con lentitud del edificio. Viste una campera de cuero y vaqueros y una barba de varios días hace que se vea avejentado, pero lo que más me sorprende es su actitud corporal, parece cansado y agotado mientras camina hacia su automóvil.
Como ya pague de ante mano mi pedido previendo esta situación, me levanto como un resorte de mi asiento y me dirijo a toda marcha hasta la salida. No hago más de dos pasos en dirección a Alex cuando me paralizo por completo ante la visión que se desarrolla frente a mí. Una mujer de aproximadamente 30 años baja del coche de Alex con un niño en sus brazos. El pequeño al velo grita con alegría –¡Papi!!- y se arroja a sus brazos. Alex lo recibe con una sonrisa y lo cubre con su propio paraguas mientras lo toma en sus brazos y lo besa.
Todo a mi alrededor se oscurece, los latidos de mi corazón son tan fuertes que tengo miedo que se salga de mi pecho y por si fuera poco mis piernas no responden. Quiero salir corriendo de ahí, necesito alejarme de este lugar pero para mi desgracia Alex posa su mirada en mí en el preciso momento en que decido salir de ese lugar.
Nuestras miradas se encuentran y yo quiero morir ahí mismo, en ese lugar. Todos mis miedos de fracaso con una pareja al final se hicieron realidad. Desde el primer instante en que lo vi supe que no debía enamorarme, mi subconsciente me lo había advertido más de una vez pero como siempre no lo escuche. Preferí ilusionarme y pensar que él era diferente, que con Alex las cosa no terminarían mal . Pero evidentemente no fui hecha para el amor.
-Sabrina- exclama Alex al tiempo que entrega al niño a la mujer. El pequeño comienza a llorar desconsoladamente mientras grita a todo pulmón- Papiiii-
No me muevo, estoy estática bajo la lluvia mientras lo veo cruzar la calle descuidadamente. Los llantos del pequeño aun retumban en mis oídos, mientras que la joven regresa al auto con él.
-Sabrina. ¿Qué haces aquí? Te hacia todavía en New york- dice un pálido y balbuceante Alex.
No puedo emitir sonido, las palabras y los pensamientos coherentes se esfumaron de mi cerebro. Solo atino a abrazarme para mantener el frío en mi cuerpo al tiempo que la lluvia arrecia con más fuerza.
Alex se acerca a mí  con cautela e intenta abrazarme pero doy un paso hacia atrás.
-Ni te atrevas a tócame Alex- digo con un hilo de voz.
Mi mandíbula comienza a sacudirse de manera descontrolada pero no sé si realmente es por el frío que siento o por la decepción y tristeza que me invaden en este momento.
-Déjame explicarte- dice el hombre que tengo frente a mí. La tristeza  y la angustia que siento  en este momento no admite ningún tipo de explicación.
-No hace falta, una imagen vale mas que mil palabras. Solo me hubiera gustado que seas honesto conmigo. No debiste ocultarme esto.
-No te lo he ocultado solo que….
-Ya está Alex. Esto duele demasiado.
Y no sé de donde saque la fuerza para darme vuelta e irme de ahí.
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