Capítulo VII

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Alex

Tras tomar un largo y relajante baño, me dirigí a la gran biblioteca adyacente a la habitación principal. Encendí las llamas de la chimenea y tomé asiento en mi sillón habitual, frente al fuego. Mi mente estaba llena de todo tipo de pensamientos que simplemente quería evitar. En un inútil intento de ocupar mi mente con otro tema, cogí un libro de la torre que tenía apilada sobre la mesa al lado de mi sillón. Tras varios intentos de retomar la lectura donde la había dejado, cerré el gran libro con un golpe sordo que camufló mi suspiro de frustración. Por qué no puedo sacármela de la cabeza? 

La joven parecía haber capturado cada uno de mis pensamientos en tan solo un día. Como nadie podía oírme, me permití reflexionar sobre el tema...Acaso tiene razón Nicky? Es posible que me guste? ...No lo sabía, pero una cosa estaba clara; definitivamente la chica había al menos despertado mi curiosidad porque nunca había prestado tanta atención a alguien en mi extensa vida, y eso no podía negarlo, ni siquiera a mí misma. Pero qué tenía la chica para ganarse mi interés de aquella forma? Quería saberlo...

Aún reacia a admitir que Nicky pudiera tener razón, el más básico razonamiento me hizo desechar la posibilidad que ella había sugerido; de ninguna forma la joven me podía gustar. La princesa era engreída, petulante y altanera...todo lo que se podía esperar de una chica de su clase. Simplemente, su posición social me desagradaba y por ende, era imposible para mí sentirme atraída por alguien como ella, además de la más evidente razón de todas...Mi ser no podía albergar aquél tipo de sentimientos. 

A pesar de esa irrefutable verdad, había algo que sí debía de admitir, y es que la princesa tenía ciertos atributos que me habían sorprendido gratamente. Ella había demostrado ser valiente y fuerte, sacrificando su vida por sus seres amados y su pueblo. Incluso su obstinación, aunque molesta, era digna de admirar. Precisamente esa cualidad suya era la que le hacía parecer tan soberbia, lo que en última instancia me llevó a desafiarla. Por alguna razón pensé que sería divertido ver cuán lejos podía llegar su orgullo; aposté internamente que muy lejos. Es por ello que la docilidad mostrada en nuestro primer encuentro del día me causo cierta decepción. Parecía una persona completamente diferente; su actitud moderada me hizo incluso echar en falta su altivez que tanto me había divertido la noche en que la conocí. Pensé con cierta desilusión que quizás aquel lugar tan sombrío y frío ya había extinguido esa llama dentro de ella...Y no era eso precisamente lo que querías? Convertirla en una sirvienta dócil y obediente?...No podía sacar nada en claro de mis pensamientos contradictorios. Aunque repasando lo ocurrido hace un momento en el pasillo, no podía decir que su llama estuviera del todo extinta. Tuve la oportunidad de presenciar un resquicio de su temperamento cuando Sylvie le había llamado estúpida; su evidente enojo me había hecho sonreír. Quizás tan solo había decidido tragarse su orgullo para cumplir su parte del trato, pero eso no significaba que se dejara pisotear.

Cómo estará pasando su segunda noche? Sin querer me pregunté. Por un momento sentí la urgencia de ir a verla, cosa que en realidad podía hacer. Sólo tenía que ir hasta su celda y echar un vistazo a través de la ventanilla de la puerta para ver cómo estaba. En el último segundo decidí que aquello no era inteligente...si no te gusta, entonces por qué tienes tantas ganas de verla?  Siempre podía esperar al día siguiente... 

Cerré mis ojos, como si tanto pensar me hubiera dejado extenuada. Entonces mi mente me regaló una ilusión de ella, casi parecía real. Estaba plácidamente acostada en su camastro, con el rostro iluminado por la escasa luz de la luna que lograba filtrarse a través del tupido cielo y la ventana de su celda...su celda...musité por un momento...no es un lugar para ella. De pronto me enfadé conmigo misma por permitirle a Sylvie mantenerla en las celdas comunes. Ella no era una criminal...En qué demonios estaba pensando cuando permití aquello? Con aquel pensamiento decidí de inmediato que al día siguiente ordenaría asignarle una habitación decente en el área habilitada para el servicio de más rango, sin importarme la reacción de Sylvie, que seguro no iba a estar feliz con la decisión. 

Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora