Capítulo XLI

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Piper

Y efectivamente, hasta el cielo me llevó esa noche. Quizás mi cuerpo no pudo físicamente elevarse porque permanecía atado a la cama, pero mi mente y alma salieron de mi por un momento cuando el divino temblor surgió de mis adentros y estremeció todo mi cuerpo como un relámpago. La experiencia de haber estado atada fue enloquecedora, especialmente porque lo que más querían mis entumecidos dedos era entrometerse en sus cabellos negros. Intenté varias veces zafarme y dejar mis manos libres, queriendo alcanzarla sin éxito, pero cuánto más tiraba de las cintas el amarre se hacía más inexorable. Me preguntó al menos una decena de veces si me estaba haciendo daño, repitiéndome que si era demasiado para mí se lo hiciera saber. No ser capaz de tocarla era insoportable, así que estuve tentada más de una vez a pedirle, rogarle, que dejara mis manos libres. Por otra parte, la curiosidad por saber qué tenía planeado era demasiado grande y al final fue lo que me dio la paciencia para seguirle el juego. Decidí que sólo le avisaría si realmente llegaba a sentir dolor...

Comenzó a besarme de forma gentil y sin prisas, prometiéndome con su parsimoniosa cadencia una noche larga y llena de emociones, aunque sospeché que su extremada lentitud era más para calmar mi inicial nerviosismo cuando me vi amarrada e incapaz de moverme, lo que me hizo sentir algo expuesta. Siempre tan sensible a mis estados de ánimo, como si fuera capaz de saber lo que pasaba por mi mente, detuvo el beso para mirarme intensamente con los ojos llenos de afecto y con su encantadora y áspera voz me calmó con unas sencillas palabras...

"Te tengo..." Es todo lo que dijo, pero las palabras pesaban con un significado que me llegó al alma. Quería decirme que estaba completamente en sus manos, que nada iba a pasarme y que no tenía nada que temer...

"Lo sé..." Le respondí con toda certeza, entregándome a ella de forma irrevocable y de una manera muy distinta a las veces anteriores. Me sonrió tiernamente y se acomodó de medio lado junto a mí, apoyando su cabeza en una mano mientras con la otra comenzó a acariciar mi pecho apenas tocando mi piel con la punta de sus dedos...

"Esta noche..." Su voz salió ronca de deseo "Serás la encargada de guiarme por tu cuerpo..." Apenas pude escucharla porque sus toques rondando las cimas de mis senos tenían mi mente distraída "Quiero que me digas lo que quieres que te haga..." Mi respiración comenzaba a entorpecerse "Esas son las reglas..." Forcé algo de aire en mi sistema para aclarar la mente

"Reglas?" Pregunté perpleja

"Sí...reglas" Entonces detuvo sus caricias y retiró su mano, dejándome sin ningún tipo de consuelo "Tendrás que decirme lo que quieres..." Resumió casual e hizo un silencio, quizás esperando que yo dijera algo, pero ahí estaba yo, con las manos amarradas y los brazos ya algo entumecidos; mi mente también parecía aletargada y no podía entender lo que me pedía. Creí que estaba más que claro lo que yo quería, al menos ella siempre parecía saberlo mejor que yo misma, entonces por qué iba a preguntarme eso? "Puedo esperar toda la noche, no tengo prisa" Interrumpió mi debate interno con una sonrisa pilla; sabía que se estaba divirtiendo

"No sé...no sé qué quieres que diga" Finalmente dije tras debatirlo por un rato. Ella entrecerró los ojos un momento pensando en algo y continuó con una sonrisa...

"Creo que intentaré otro enfoque..." Se volvió a posicionar sobre mí con gran cuidado, apenas posando la piel de su frente desnudo contra el mío. Se inclinó despacio hasta que nuestros labios casi se tocaron y suspiró con gran fervor "No sabes cuánto te deseo Pipes..." Envolvió mis labios en la fría humedad de su boca que siempre calmaba mi calor aunque tras unos segundos tenía el efecto contrario y sólo me hacía arder con más ímpetu "Cada segundo, cada instante...no hago más que pensar en besarte..." Prosiguió moviendo su boca hacia mi cuello y luego subir hasta la entrada de mi oído "En tocarte..." Atrapó mi pecho izquierdo en su mano con ganas arrancándome un profundo gemido que se quedó atascado en mi garganta. Había cerrado los ojos involuntariamente y al abrirlos de nuevo encontré su rostro flotando sobre el mío. Su mirada fiera me causó escalofríos y un divino tremor en la parte baja de mi vientre "En hacerte mía...una y otra vez" Mi boca se secó y en mis oídos retumbaba el familiar zumbido que siempre acompañaba mis peores sonrojos. Esbozó una malvada media sonrisa mientras mi corazón latía más y más violento contra mi pecho "También piensas en ello?" Me preguntó con voz inocente. Por supuesto que pensaba en ello...mi mente siempre me tomaba por sorpresa trayendo ciertos recuerdos o incluso fantaseando sobre momentos que aun no habían ocurrido, y yo siempre intentaba hacer a un lado dichos pensamientos algo avergonzada por albergarlos. Presa de su intensa mirada, respondí a su pregunta con un patético movimiento de la cabeza "Qué es lo que pasa por tu mente cuando piensas en mí?" Mis ojos me traicionaron ya que tan pronto hizo la pregunta se clavaron en sus labios. No necesité decirle entonces con palabras que lo que más deseaba de ella era su boca "Mis labios?" Replicó humedeciéndolos calculadamente con su lengua, haciéndolos más provocativos si es que eso era posible "Te gustan mis labios? O es lo que puedo hacer con ellos lo que te gusta?" Demonios...ambas cosas!...pensé "Y entonces?" Me presionó a hablar...

Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora