Capítulo XXI

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Piper

Mis sensaciones se iban haciendo cada vez más urgentes con cada uno de sus toques. Cuando se encontró tan cerca de lo más guardado de mi ser, mi corazón no podía ir más de prisa, como si se me fuera a salir por la boca en cualquier momento. Llegué a pensar que mi cuerpo no sería capaz de soportar la intensidad de las emociones, ningún cuerpo podía estar hecho para tolerar tales conmociones. Eso fue antes de experimentar el epítome del momento. Algo estalló libre en mi interior, como una gran ola que revienta contra las rocas, arrastrando consigo todos mis sentidos y pensamientos hasta convertirme en un simple saco de huesos y carne sin voluntad. Entonces temí realmente por mi pobre corazón; no creí que fuera saludable que latiera tan furioso...

Imperceptiblemente, la razón y mis sentidos volvieron a mí, pero sólo de forma parcial...esa noche había perdido buena parte de ellos de manera irreversible. Lo primero que volví a percibir, fue su fría presencia aun contra mi piel. Mis manos estaban asidas a su brazo, que sujetaba para que la ola no me arrastrara mar adentro. Agradecí contar con aquel soporte...sentir su piel fría en mis manos de alguna forma me ayudó a mantenerme sana. Mis dedos estaban tensos, así que los forcé a abrirse dolorosamente para soltarla, creyendo que quizás la estaba lastimando, pero el resto de mi ser permaneció inmóvil, aun luchando por comprender lo que acababa de ocurrir. Aparentemente, ella no estaba más dispuesta a moverse que yo. Segundos pasaron, quizás minutos o una eternidad y ella seguía allí, anclada al centro de mi ser. Qué se suponía que debía hacer? Qué se suponía que debía pasar después? Encontré mi voz para llamar su nombre con titubeo...

"Lady Vause?" Su cuerpo apenas respondió. Me incorporé con mis codos para mirar hacia abajo por primera vez...

La imagen sin duda estaba más allá de lo que podía imaginar. Sus cabellos negros como el azabache cubrían mi vientre y formaban una densa cortina que me impedía elucidar su rostro. Mi corazón se aceleró de nuevo, saltando acompasado y me volví a dejar caer sobre la cama, enterrando la cabeza en la almohada de plumas para mirar el techo de la ornamentada cama pensando en cuál sería el próximo paso a seguir...Esperé otro buen momento, y justo cuando comenzaba a considerar volver a llamarla, la sentí reaccionar. Retiró su brazo de mi pecho en un movimiento lento. Reanudó su respiración que salía aguda, golpeando el calor de mis partes íntimas con su gelidez. Su otro brazo se desenroscó de mi cadera, dejando de nuevo la sangre recorrer libremente mis bajas extremidades. Noté que cada pequeño movimiento que hacía parecía costarle mucho esfuerzo, y me preocupé por su condición. Comenzó a reptar hacia arriba por mi cuerpo, dibujando el trazo de sus andanzas con su húmeda boca a través de mi abdomen, mientras sus cabellos causaban un cosquilleo agradable allí por donde tocaban. Casi podía escuchar el chisporroteo causado por el contraste de sus labios helados contra mi piel que ardía acalorada. Se detuvo a la altura de mi pecho y colapsó sobre mí, dejándome momentáneamente sin aliento. Allí se quedó, girando el rostro hacia un lado para recostar su oído derecho justo donde mi corazón estaba, y permaneció inmóvil otro tiempo considerable. De nuevo, su quietud prolongada me preocupó...

"Alex?" Suspiré su nombre de forma involuntaria. En mis sueños ya la había llamado así, pero nunca me habría atrevido a dirigirme a ella de forma tan informal. Me paralicé percatándome demasiado tarde de mi error. Ella alzó su rostro despacio y terminó por escalar hasta alcanzar el nivel de mis ojos. Estaban peligrosamente oscurecidos, como la vez que me había encontrado en el bosque para rescatarme de aquellos hombres "Lo siento..." Titubeé nerviosa "Lady Vause" Corregí de inmediato, intimidada hasta la médula por su mirada fiera...

"No..." Suspiró suavemente "Me gusta Alex..." El verde claro de sus ojos brillaba por su ausencia. Sólo había visto sus ojos ensombrecidos cada vez que se enfadaba, sin embargo, asimilé la ternura de su voz y en los gestos de su cara "Puedes llamarme Alex..." Me aseguró y se inclinó hacia mí para besarme con un poderío gentil. El beso se sintió mucho más cercano de los que habíamos intercambiado hacía unos momentos.

Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora