Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)

Capítulo XXXI

Piper

"Esto..." Me dijo ásperamente al oído tras llenarme con un firme pero gentil impulso "Esto es lo que hizo que la segunda noche fuera diferente" Detuvo el acto haciéndome sentir completa "Estar dentro de ti...estimulando lo más recóndito de tu ser..." La dureza de su voz no se correspondía con la delicadeza de sus movimientos. Abrí los ojos y allí estaba su rostro flotando sobre el mío y observándome hipnotizadoramente con una media sonrisa que causaba caos en mi mente "Sientes la diferencia?" Alzó una delgada ceja a lo cual sólo pude asentir embotada. Sus dedos entonces comenzaron a revolverse dentro de mí animados; en pocos segundos ya me tenía luchando por respirar. Su rostro con ademán juguetón se esfumó para ser reemplazado por un gesto feral; con la mandíbula apretada y sus fosas nasales expandidas habló con tono grave "No tienes idea...de lo bien que se siente estar dentro de ti" Tuve que cerrar los ojos, incapaz de sostener la mirada indómita. Aun había momentos en los que me hacía sentir demasiado cohibida "Nos vamos a poner tímidas a estas alturas?" Agregó con humor. El hecho de que enfatizara mi timidez lo hacía todo peor "Sabes qué es lo que más me gusta en este mundo?" Siguió hablando y haciendo preguntas que yo no tenía la capacidad mental de responder porque sus maravillosas acciones me tenían la lengua adormecida "El tono carmesí que cubre tus mejillas cada vez que te sonrojas..." Y allí estaba haciéndolo de nuevo, ponerme en evidencia empeorando mis rubores de manera infalible "Mhmmm...hermosa..." Aprobó intencionadamente...

Quería callarle la boca para que dejara de jugar conmigo. Firmemente me agarré a ella, envolviendo sus hombros con mis brazos para forzarla a sellar nuestros labios; lo único que se me ocurrió hacer para que parara de hablar. Hice amago de todas mis fuerzas para lograr mis objetivos, pero no fui capaz de moverla ni un centímetro, ni usando todo el peso de mi cuerpo dejándome colgar de su cuello, resistió mis intentos sin ningún esfuerzo. Aun así, pude alcanzar sus labios, pero mis brazos se cansaron pronto y me vi obligada a soltarla para caer sobre la cama...

"Alex..." Me quejé queriendo continuar sintiendo sus labios, que anhelaba más que nada en el mundo...

"Me equivoqué antes..." Para de hablar! Quería gritarle "Creo que lo que más disfruto es escucharte decir mi nombre mientras te hago mía..." Suya...Me gustó cómo sonaba aquello. 

Abrí mis ojos decidida a enfrentarla para pedirle que dejara de hablar, pero fue un terrible error. La mente se me entumeció y todo mi ser se hizo papilla con la sonrisa pícara que adornaba su rostro; me quedé observándola como una tonta con la boca abierta. Era evidente que estaba al tanto del efecto que causaba en mí; sabía perfectamente bien que podía manejarme a su antojo y yo no haría nada si no dejarme llevar por ella

Entonces, sus embestidas se hicieron menos imperativas, disminuyendo el ritmo substancialmente hasta que fueron casi imperceptibles. Se me escapó un sollozo exasperado porque lo último que quería era que parara "Pasa algo malo?" Preguntó maliciosamente, sabiendo exactamente cuál era mi problema. Me rehusé a responderle "Sabes que puedes pedirme lo que quieras, no?" Habló en un suspiro a centímetros de mi rostro "Si quieres que vaya más de prisa o más despacio, si quieres que te toque de una forma u otra, en partes específicas de tu cuerpo..." Me di cuenta entonces que se trataba de una nueva lección; ya me había prometido que me enseñaría todo lo que tenía que saber "Puedes decirme cualquier cosa...cuéntame entonces, qué quieres de mí?" Procesé lo que acababa de decirme por unos largos segundos, meditando si aquello sería cierto "Qué es lo que quieres, Piper?" Insistió

"Quiero...quiero que me beses" Pedí simplemente con voz entrecortada, porque no podía soportar la cercanía de su boca sin probarla...

"Buena chica..." Aprobó con un guiño pícaro y así de fácil, me dio lo que le había pedido y me besó apasionadamente...Si lo hubiera sabido antes...Pensé y me fue inevitable no sonreír victoriosa, feliz de saber que tenía el poder de pedirle lo que fuera "Qué más?" Murmuró contra mis labios; se me ocurrieron un sinfín de cosas, pero había una necesidad en específica tan urgente como sentir sus labios. Una necesidad profunda que su mano inmóvil en mis adentros sólo empeoraba. No sabía exactamente cómo pedirle lo que requería...