Capítulo VIII

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Piper

Por la noche no fui capaz de conciliar el sueño pensando sobre las repercusiones que iba a sufrir con toda seguridad. Pero por encima de todas las cosas, más que preocuparme por  mi propia vida, me preocupaba por mi gente y mis seres amados. Si lo que Sylvie me había dicho era cierto, quedaba claro que Lady Vause era una criatura cuya maldad no tenía límites. Puede que se tomara mis acciones, completamente involuntarias, como un acto de desobediencia y quizás esa era razón suficiente para romper nuestro trato. Ya me lo había advertido la primera noche antes de sellar el pacto, sobre lo que pasaría si no cumplía mi parte del acuerdo...

Siempre y cuando seas fiel y obediente, el trato nunca se romperá...puedo deshacer todo en un abrir y cerrar de ojos y si es posible, hacerlo mil veces peor...Había memorizado sus palabras

"Pero yo no he hecho nada malo!" Me quejé en voz alta sumida en la frustración

Otra idea comenzó a inquietarme. Cómo podía empeorar mi situación y hacerla mil veces peor? En mi opinión, ya no podía estar peor, pero seguro su imaginación era bastante amplia a la hora de infligir sufrimiento a las personas...quizás sí puede hacerlo peor...se me puso la piel de gallina con solo pensar en las posibilidades, e incluso llegué a desear que el único castigo fuera dejarme morir de hambre, después de todo, quizás ésa era la forma menos dolorosa de morir...

"Buenos días, su alteza" Ya sentía gran animadversión por aquella voz "Espero que no estés muy hambrienta esta mañana...Mi señora acaba de reiterar su decisión sobre tu castigo..."

"Me da igual" Murmuré, sin molestarme en girar el rostro hacia la puerta

"No te dará igual cuando tengas que trabajar con el estómago vacío..." Respondió petulante, quizás molesta porque sus amenazas no me hicieron reaccionar como habría de esperar; mi respuesta imperturbable pareció haber surtido el efecto deseado "De momento te recomiendo que descanses todo lo que puedas porque pronto te encontrarás rezándole a todos los dioses para que terminen con tu sufrimiento...desearás estar muerta, de eso puedes estar segura" Lanzó una carcajada y se fue. Su risa se desvaneció a medida que se alejaba por el pasillo... 

"Espero que así sea..." Quise de verdad. Estaba tan cansada que sus palabras ni siquiera me afectaron

Me quedé en la misma posición en la que había estado no sé por cuántas horas hasta que me sorprendió el amanecer. Estaba sentada en el duro camastro, con mi espalda apoyada contra la pared. Tenía las piernas recogidas con las rodillas contra mi pecho, rodeándolas con mis brazos que ya estaban bastante entumecidos de guardar la postura por tantas horas intentando mantenerme entera para no venirme abajo. Desde mi lugar me dediqué a mirar el diminuto trozo de cielo que la pequeña ventana con barrotes me permitía observar, aunque tampoco es que fuera una imagen esperanzadora. El permanente cielo nublado era sobretodo deprimente y me hacía difícil discernir el paso del tiempo. El viento continuaba trayendo consigo de forma intermitente los gritos que me horrorizaron la primera noche y que seguían causándome desasosiego. Me pregunté si pronto estaría yo gritando como esas miserables personas...

Tras otro buen rato, un leve golpeteo contra mi puerta me hizo girar la cabeza rápidamente, lo que me causó un espasmo de dolor en el cuello que tenía agarrotado. Fijé mis ojos en la apertura de la puerta y vi un rostro que no esperaba ver... 

"Puedo pasar?" Ella preguntó con rostro serio, aunque su voz sonaba gentil. Debía de estar jugando conmigo, porque no entendí por qué pedía permiso para entrar...

"Pensé que usted era la dueña de todo el lugar...de verdad necesita mi permiso?" Osé a decir sin moverme de mi sitio, aunque mi corazón latía violentamente del miedo. Por qué estaba ahí? Qué iba a hacerme? Ella se rió suavemente antes de responder...

Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora