Capítulo XXIII

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Piper

Pasé mi día libre encerrada en la habitación. Apenas salí un momento para buscar algo que almorzar. Tuve que esquivar las preguntas de Red, quien se sorprendió al saber que había vuelto a mi habitación de imprevisto. Simplemente le dije que ya no tenía sentido seguir en la habitación de la señora porque me encontraba recuperada y lista para volver al trabajo. Algo en mi humor le habrá advertido no seguir haciendo preguntas, porque aunque no parecía convencida con mis explicaciones, no insistió con el tema. Volví con la comida a mi cuarto, incapaz de ver a Red a la cara con la vergüenza que se apoderaba de mí. Por la tarde, pedí agua caliente y me di un baño extenso y minucioso, queriendo borrar los trazos invisibles que sus labios habían dejado en mi piel. Por desgracia, no podía poner mi mente al remojo para aniquilar los recuerdos imposibles de suprimir. Quizás jamás iba a ser capaz de olvidar aquella noche, porque...Cómo podría?...Mi mente, mi cuerpo, todos mis sentidos, habían sido expandidos por ella hasta límites inconcebibles y jamás volvería a ser lo que era, y la odiaba por eso...Te gustó?...Había tenido el descaro de preguntarme "Cara dura..." Refunfuñé mientras me frotaba enérgicamente con la esponja hasta que sentí mi piel arder, pero era inútil. Hiciera lo que hiciera, la reminiscencia de sus labios fríos seguiría grabada en mi piel de manera irreversible...

Por la noche, no quise ir a la cocina; tampoco tenía mucha hambre. Sobretodo estaba cansada y quería irme a dormir, si es que podía. Quería estar reposada para lo que me aguardaba al día siguiente. Se me contraía el estómago al pensar en verla de nuevo. Alguien tocó a mi puerta, haciéndome saltar de la cama sobresaltada...Y si es ella?

"Piper..." Me relajé de inmediato al escuchar la voz de Nicky "Puedo pasar?"

"Preferiría que no..." Dije con toda honestidad. Con toda seguridad, ella ya estaría al tanto de la situación, y conociéndola, seguro iba a hacerme mil preguntas y yo no quería hablar del tema. Abrió la puerta haciendo caso omiso a mis deseos y asomó su rostro perplejo 

"Por qué no?" Quiso saber

"Porque ya me iba a dormir..." Me excusé algo irritada 

"De acuerdo...es sólo que no te he visto en todo el día" Terminó abriendo más la puerta y entrando "Me preguntaba cómo estabas..." Dijo casualmente...

"Estoy bien" Le respondí algo arisca. 

"Estás segura?" Insistió con duda examinándome con los ojos entrecerrados

"Nicky! Basta ya!" No tenía paciencia en ese momento "Sé que sabes lo que pasó...y no quiero hablar del tema, de acuerdo?"

"Vale, de acuerdo!" Aceptó con tono conciliador "Pero...si en algún momento deseas hablar sobre...lo que sea...sabes que puedes venir a mí, cierto?" Me sentí mal por haber sido tan dura con ella. Después de todo, ella no tenía la culpa de lo que había pasado. Suavicé mi voz para responderle...

"Lo sé Nicky...y de verdad aprecio tu ofrecimiento pero, no me siento con ganas de hablar ahora mismo" Repetí

"Te he escuchado claro y alto..." Respetó mis deseos dejó el tema "Te dejaré entonces para que descanses..."

"Gracias..." Agradecí su comprensión a pesar de lo grosera que había sido con ella

"Buenas noches"

"Buenas noches Nicky"

Fue difícil concebir el sueño a pesar de mi cansancio por mi falta de sueño de las noches anteriores. Necesité horas para que mi cuerpo finalmente sucumbiera, pero ni siquiera en sueños mi mente parecía dispuesta a darme descanso. Esa noche no hice otra cosa que soñar con ella y con sus labios. Me encontré nuevamente en su cama y ella era todo lo que podía sentir. Me di banquete con sus labios carnosos mientras decía su nombre sin ningún tipo de restricción; parecía ser que la Piper de mis sueños no era nada remilgada. Ella también dijo mi nombre y me encantó cómo salía de su boca mientras comenzaba a besar mi cuello y bajaba poco a poco hacia mi pecho. Era todo tan vívido, tan real; era increíble que mi mente fuera capaz de replicar la sensación de sus toques gélidos, incluso su aroma. Enterré mi rostro en sus cabellos y registré su esencia tan intensamente con mi olfato que me hizo despertar de golpe, sacándome del ensueño. Casi podía olerla en el aire. Me senté de un salto, desorientada sin saber dónde me encontraba. Tardé unos segundos para comprender que estaba de vuelta en mi habitación y no en su cama. 

Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora