Capítulo XXXVIII

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Alex

Su llamado no podía haber sido más oportuno. A punto estuve de hacer algo bastante estúpido y reprochable. Había tenido varias oportunidades de acercarme a las celdas de la oscuridad pero siempre a última hora y con todas mis fuerzas cambiaba la dirección de mis pensamientos, negándome a sucumbir a los deseos de la oscuridad. Sin embargo, ése día, cuando ya estábamos de vuelta tras haber hecho el usual intercambio de carbón por nuevos prisioneros, dejé a Nicky a cargo de asignar a los nuevos presos a sus respectivas áreas, sabiendo de sobra que no correría ningún riesgo porque estaba acompañada por los guardias del castillo. Quería ver a Piper lo antes posible pero por un segundo vacilé, mi mente trayéndome de nuevo la imagen de las celdas. Observé la inmensidad del castillo en la distancia, desde la zona de las minas donde llevamos los prisioneros, y el plan se trazó en mi mente. La visita a las celdas sería tan rápida que igualmente estaría con Piper en cuestión de segundos...sólo los que me llevaría ir a la celda, arrancar un corazón, advertir al guardia Piscatella de mi visita y lavarme las manos...era cosa de un par de minutos como mucho. Pero justo a tiempo, cuando ya la decisión estaba tomada, escuché su voz celestial invocándome, desmoronando mis planes, afortunadamente. Entonces no fue difícil darle la espalda a la tentación porque no vacilé esa vez al elegir ir a su lado. Sabía que era la mejor opción, aunque mi debilitado cuerpo no podía decir lo mismo. Mis fuerzas habían menguado considerablemente desde la última vez que había tomado el corazón de un prisionero.

Para hacerlo todo peor, creí que los restos de mi energía acabaron en las aguas de la bañera tras sus maravillosas atenciones y aun así, mi deseo por ella era tan inmenso que no pude evitar si no codiciar un poco más, sin importarme las consecuencias. Debí haber pensado en mi bienestar y prepararnos para ir a la cama a dormir pero sólo anhelaba hacerla mía las veces que hicieran falta...  

La aprisioné contra la cama con ganas desmedidas; mi mente parecía ir más de prisa que mi cuerpo concibiendo todo lo que iba a hacerle. Arranqué sus ropajes sin importarme dañar las prendas, pero no tenía paciencia para desvestirla calmadamente; siempre podía comprarle ropa nueva. Me enfureció por un momento sentir la tela irregular del corsé; creía que habíamos acordado que no volvería a usarlo pero los hábitos a veces eran difíciles de matar. Si no tuve cuidado con su vestido, mucho menos iba a tenerlo con el corsé, que quise destruir a toda costa y dejarlo inutilizable. Ahogó sus modestos sollozos en mi boca mientras tironeaba de sus ropas hasta dejar su torso parcialmente descubierto entre los restos de tela rasgada...

"Voy a darme festín contigo..." Le advertí "Te gustaría?" Le pregunté con diablura sintiéndome especialmente traviesa, siempre buscando arrancarle esos tonos rojizos de bochorno en su hermoso rostro. Sin responderme, su cuerpo se estremeció y una ligera señal de miedo se reflejó en sus ojos, un miedo que ya había percibido en ella otras veces, cada vez que la introducía a una nueva lección. Quizás ya sospechaba que eso era precisamente lo que iba a hacer, enseñarle algo nuevo. Sus pupilas se dilataron invadiendo el azul océano y sus labios entreabiertos tremolaron nerviosos, pero determinadamente, al final asintió. Una vez obtenido su consentimiento me preparé para llevar a cabo mi misión, aunque no sabía por dónde empezar. Bajé la vista para fijarme en sus delicados y pequeños senos que nunca fallaban en hacerme agua la boca, pero no quería distraerme de mi propósito inicial "Date la vuelta" Dije con una voz de comando antes de cambiar de parecer y atacar su pecho. Parpadeó confusa y a punto estuvo de decir algo "No hagas preguntas, y haz lo que te digo" Me apuré a añadir antes de que hablara y levanté mi peso de ella para facilitarle cambiar de posición. Me deleité cuando comenzó a girarse sobre su cuerpo, dispuesta a hacer lo que fuera que le pidiera sin dudar

"Así?" Preguntó tímidamente sobre su hombro cuando yacía por completo boca abajo, sobre su estómago...     

"Perfecta" Ronroneé complacida inclinándome hacia ella para presionar mi cuerpo desnudo contra su espalda y besarla tiernamente en su mejilla derecha, expuesta hacia mí "Confías en mí?" Le susurré al oído haciéndole temblar un poco. Ya sabía cuál sería la respuesta, sin embargo, nunca dejaría de preguntarle lo mismo las veces que hicieran falta. Me gustaba que me lo confirmara, saber que confiaba en mí, pero también lo preguntaba por su propio bien, para que la misma afirmación la reconfortara

Luz en el lugar más Oscuro (Vauseman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora