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Matteo.

S: ¿Matteo?, ¿Que se supone que haces?. 

Pensé que estaba completamente dormido, oh tal vez si lo estaba, pero noto mi tacto en el.

Mierda, mierda. ¿Ahora qué hago?.

M: ¿Qué hago?, No es lo que parece, ¿Que es lo que parece?. Está muy nervioso y apenado, ahora pensará que soy un acosador oh algo así, o que intente hacerle una mamada.

S: Parece que vas a hacer algo que no te pedí.

M: No, solo quería que durmieras más cómodo, no más feliz. Fue una mala broma lo se, pero fue lo primero que llegó a mi cabeza. Es que te quedaste dormido con tu ropa y no quería que te sintieras incómodo, entonces fue lo primero que se me ocurrió hacer. No pude evitar hablar muy rápido, siempre lo hago cuando estoy nervioso. Pero terminaste sintiéndote incómodo, perdón, creo que mejor me voy a dormir a otra habitación.

Me puse de pie sin pensar en llevarme algo más, dejando mi teléfono cargando sobre la mesita de noche, sin nada para cubrirme, solo quería no recordar lo que acaba de pasar.

Andes de cruzar la puerta baje la mirada, por algún motivo quería estár con el y oler su dulce aroma.

S: Espera. Simón me detuvo, me confundí demasiado. No te vallas. Volté lentamente, en verdad no creía que me estuviera diciendo eso.

M: Perdón Simón, pero prefiero no hacerlo.

Baje los más silencioso que pude, ya que mis padres estaban durmiendo, aunque creo que Luna y Ámbar aún no lo hacías, ya que la luz de su habitación estaba encendida.

Llegué a la sala, me recosté en el sofá y con un cojín acomode mi cabeza, así quedando dormido.

Luna.

Ámbar y yo subimos a mi habitación, todo parecía bastante normal, aunque había algo que sentía un poco rara e incómodo. Era un sensación nueva.

L: Toma. Le extendí una pequeña pijama que consistía en un camisón y que por su altura le llegaría un poco más abajo de la rodilla. ¿Gustas cambiarte aquí? O ¿En el baño?. Dije señalando la puerta del baño de mi habitación.

Á: Tranquila, ambas somos chicas, no hay nada que no hayamos visto antes. Hizo una linda sonrisa y comenzó a quitarse lentamente su vestido, se sentó en un lado de la cama, dándome la espalda, para poder quitarse su sostén.

Y ahí fue donde todo cambio, verla así desperto algo en mi, se veía realmente hermosa y ahora entiendo por qué mi hermano está tan confundido.

Simón y Ámbar, ambos son hermosos, debo admitir, pero al verla así hizo que algo cambiara, lo cual me confunde.








¿Por que tú? | Sitteo, Lumbar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora