Final. (Primera parte)

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Matteo.

Ella se retiró de la habitación, pero solo salió de la casa, dejando solo a Matteo y su padre.

-¿Tu también te irás, para después volver llorando por qué no tienen dinero?- Seguía hablando de la misma manera, sin siquiera sentir que su hija se había ido.

-Padre, ¿Nos querías, o solo querías fama y poder?- Comencé a hablarle más suave, ya que quería resolver mis dudas.

-Yo no tengo por qué contestar eso, es mi vida...- Iba a seguir con su argumento, pero con esa simple respuesta, resolvió mi duda.

-Tranquilo papá, bueno Sr. Balsano, ya todo está claro, está claro que solo necesitáste una situación traumática, para que la gente se apiadará por ti y ganarás las elecciones- Comenzaba a llorar. -Que fuiste tu, quien me secuestro, para hacerte pasar por un héroe y que hiciste que Ámbar comenzará una relación con otra chica, para destrozar a tu hija, para después consolarla y ser su héroe, pero no contaste con que es una gran mujer, fuerte a su manera y que lo único que conseguiste, fue solo la soledad eterna. - A pesar de que me sentía bastante mal, tome valor al decir cada palabra e intentar no derrumbarme, al hablar.

Salí de la casa, encontrándome a Luna totalmente rota, llorando sin siquiera poder parar.

Me acerque a ella y la abrace y aunque quería llorar, debía pensar como saldríamos de esta.

Hice que su mirada, estuviera fija con la mía, mi mano en su barbilla y mientras veía sus ojos llorosos, hablé desde el fondo de mi corazón.

-Se que te duele, pero no estamos solo, me tienes a mi y te tengo a ti, así que tomaremos lo poco que es de nuestra propiedad y saldremos a delante, ¿Okey?- Ella solo se delimitó a asentir y volvió a abrazarme.

-Okey si, tienes razón, así que lo primero que deberíamos hacer, es sacar todo el dinero que podamos en efectivo, ya que nuestras tarjetas estás a su nombre y tal vez pedirle ayuda a Simón o Ámbar, esperando que nos ayuden de verdad, en serio que los necesitamos- Se secó las lágrimas, acomodó su cabello e hizo como si nunca hubiera llorado.

Nos dirigimos a el banco más cercano y aunque la gente nos miraba raro por estás vestidos complemente de negro, nosotros seguimos adelante, aunque realmente estuviéramos improvisando.

Después de haber sacado el dinero permitido por el cajero automático, nos dirigimos a la casa de Simón, bueno la casa que en algún momento fue de los cuatro.

Tocamos a la puerta y fuimos recibidos por Ámbar, le dijimos todo lo que pasó y nos dejó quedarnos.

Era extraño volver a estar aquí, con las mismas personas, pero sin ese sentimiento que te hacía suspirar, aunque si con una llama que aún estaba presente, diciendo que eso todavía no terminaba.

Pasaron los días, las noticias de mi padre desaparecían, no se había presentado a el día del debate presidencial, o cuando eligieron a el nuevo presiente, era como si hubiera desaparecido.

–¿Cómo estás?– Simón había entrado a la que había sido nuestra habitación, que ahora es mía, ya que el decidió dejarmela.

–No lo sé, no se cómo sentirme, todo es nuevo, a pesar de ya haber estado lejos de el, siento como que aún no estoy listo, se lo que hizo, lo que nos hizo a mi y a Luna, pero el era mi padre– seguía hablando, necesitaba desahogarme, pero un nudo se hizo en mi garganta y no pude más. –El fue mi héroe por todo mi infancia y ...– Comencé a llorar.

–Tranquilo, todo estará bien, yo estoy aquí, siempre estuve aquí– Y era cierto, a pesar de todo lo que le hice, como lo trate, el seguía aquí.

¿Por que tú? | Sitteo, Lumbar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora