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Ámbar.

Han pasado solo unas horas desde que Simón y Matteo salieron, pensamos que podrían llegar en la noche, así que decidimos no preocuparnos.

Ya era el día siguiente, ellos aún no volvían, por un momento pensamos que habían ido a un lugar donde tendrían un poco más de privacidad, sabíamos que lo necesitaban, así que decidimos no interrumpir su salida, ni hacer nada por intentar localizarlos.

Matteo.

No sabía cuánto tiempo ya habíamos pasado aquí, sabíamos que lleva vamos menos de un día. Simón aun no despertaba y el hombre que minutos antes entro, no hizo nada más que dejar comida, comida la cual nadie a tocado.

-¿Matteo?, ¿¡Matteo!?- Simón por fin había despertado, aunque al parecer lo hizo un poco asustado.

-Tranquilo, aquí estoy- Me abrazo mientras temblaba, se notaba el que estaba asustado.

-¿Estás bien?, ¿Te hicieron algo?, ¿Te lastimaron?- Dijo mientras que con sus manos inspeccionaba mi cuerpo, para ver si lograba encontrar una herida.

-Estoy bien, no tengo nada- Lo único que tenía era miedo, no sabía lo que me haría o nos haría, no sabía el por qué estábamos ahí, ¿Por que nosotros?.

Pasaron varias horas, decidimos comer lo que nos habían dejado, por muy asqueroso que se viera, teníamos hambre.

-Descuida, saldremos y yo me encargaré de hacer eso- Dijo de una forma convincente, aunque por dentro muriera de miedo.

-Los dos nos encargaremos de eso, juntos- No es que no me gustará, cuando el se hacía el, solo que esto está pasando de verdad, no es un juego mecánico que me dé miedo, esto es un secuestro.

Acabamos de comer, no sabíamos que hacer, podíamos salir a explorar, el lugar, pero realmente no sabíamos quién era la persona, que nos habían encerrado aquí.

Decidimos salir, el miedo no sería algo que en este momento nos predominará.

Abrimos la puerta, lo más despacio posible, para así intentar no hacer ruido, pero fue inútil, la puerta con el más mínimo movimiento rechinaba.

Pensamos que la casa sería pequeña, que tal vez estaba abandonada, por que la familia había muerto, pero no realmente la casa era una casi mansión, solo que era una en ruinas, así que era peligroso el que estuvieramos en el segundo piso.

Bajamos, ya que logramos ver dónde estaba la puerta, corrimos en dirección a ella, pero fuimos detuvimos, por las escaleras, las cuales estaban casi rotas por completo.

Pisé lo más cuidadoso que pude, pero con el simple tacto, el escalon rechino, mostrando como la grieta que tenía se hiciera más grande.

–No podremos pasar, es muy inestable, podría romperse al bajar– Dijo Simón deteniéndome, antes de que bajara.

–Pero la puerta está allá y es la única forma de salir de aquí– Estaba desesperado, quiera salir, no quería que volviera a pasar lo mismo que paso, cuando el hombre entro.

–Descuida, lograremos encontrar una salida– El intentaba calmarme, pero era imposible, no quería estar más tiempo ahí.

–¡No!, Ya no quiero estar aquí, no más, otra vez no– Tomo mi muñeca y una sensación de miedo me recorrió– Alejate, ¡Simón!, Despierta, por favor hazlo– Comencé a llorar, sentía que volvía a estar en la habitación con el hombre dentro.

–Bonito estoy despierto, contigo, no pasa nada, solo estamos tú y yo– "El no hará nada, no siente nada por ti, solo te utiliza por tu familia, el no te ama".

–Sueltame, esto no es verdad, tú solo me buscas por mi apellido, realmente no estás conmigo por que me ames– Enloquecí, necesitaba decírselo, aunque no estuviera muy seguro de que sea verdad.

–Matteo, eso no es cierto, si estoy contigo no es por tu apellido, ni por que tú papá sea de los más importantes empresarios de la ciudad, no estoy contigo por el dinero, estoy contigo por que te amo. Por que lo que siento es verdadero, es algo que quiero para toda la vida– Cada vez se acercaba más a mi, no le creía, mentía, lo sabía.

–¡Mientes!– Sentía como si realmente me hubieran traicionado, pensaba que esto iba a ser real, pero ahora veo que mis padres tenían razón, jamás tuve que haber iniciado esto, por esto es que estoy aquí.

Retrocedí rápidamente, sin siquiera ver por dónde pisaba, hasta el punto donde pise una grieta, la cual hizo que mi pie se atorarse.

–Espera, te ayudó– Simón se acercó para intentar sujetarme, pero fue en vano.

–Alejate, por tu culpa estoy aquí, fue por ti y por todo lo que me prometiste que estamos aqui, por eso fue que el hombre hizo eso, todo es por tu culpa, por ti es que estoy lastimado– Comencé a llorar y no por que mi pie estuviera atorado y por el movimiento me lastimara, si no que el rocardar lo que el hombre hizo, sin siquiera pensar en lo que podría pasar, sin siquiera pensar en que yo no quería, solo haciendolo por si mismo y para el.



















¿Por que tú? | Sitteo, Lumbar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora