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Luna.

Han pasado varios días desde que Simón volvió, se notaba triste, roto por dentro y aunque me doliera mucho verlo así, no podía hacer nada, ya que él no nos ha dicho algo de lo que paso, solo llegó, dijo que Matteo y el habían terminado, Matteo no responde mis llamadas ni mensajes nuevamente, solo que esta vez no me preocupo por el, ya que Simón me dijo que estaba con mi padre.

–Hola guapa– Ámbar había llegado a casa. –Hoy pasó algo muy raro, en la tienda, contrataron a una chica, con la cual comparto muchas cosas– Ella trabaja en una tienda de ropa medio tiempo y aunque confío en ella, el escuchar eso no me gustaba.

–¿Debería preocuparme?– No es que fuera una persona celosa, pero esto era nuevo para mi.

–Sabes que no, yo solo tengo ojos para ti– Dijo y a pesar de que la separación de la cocina con la sala fuera una pequeña barra, me robó un beso.

Pasaron días, desde que aquella chica había llegado a la tienda, Ámbar solo hablaba de ella y como era su progreso laboral, la verdad es que me estaba cansando un poco.

–Hola amor– Dijo llegando a la habitación.

–Hola, ¿Cómo te fue hoy?– Una parte de mi no quería ser grosera, por eso le pregunté, pero la otra quería salir de la habitación, si es que la respuesta llevaba consigo el nombre Vanessa.

–Realmente nada nuevo, aunque Vanessa no fue hoy, por un asunto familiar– No le dió muchas más importancia, hasta que su teléfono comenzó a sonar. –Hola, ¿Ahorita?– No sabía con quién hablaba, pero al parecer la estaba citando en la cafetería– Claro, llegó en diez minutos– Colgó y comenzó a arreglarse.

–¿Todo bien?–Era inevitable no sonar celosa.

–Si, sólo era Vanessa, quiere que nos veamos en la cafetería, para ponernos al día de lo que paso hoy– Vanessa, Vanessa, Vanessa, esa chica ya me tenía harta.

–¿Irás?–

–¿Por qué no?, No creo tardar– Termino de arreglarse y se acercó a mí– Nos vemos más tarde– Me dió un pequeño beso –Te amo– Para así salir de la habitación.

Estaba furiosa, ya no podía hacer nada con ella, sin que el nombre de Vanessa salga en la conversación, sentía demaciados celos.

Pero no me quedaría ahí, me cambie e intente verme lo más desapercibida posible, tome dinero, mi teléfono y salí de la casa, en dirección a la cafetería.

Al llegar, las ví sentadas, charlando mientras reían, parecía un cita. Me acerqué un poco más, intentando no ser muy obvia, tome un lugar donde logrará escuchar la conversación.

–Extrañe tu compañía en la tienda, ¿Todo bien en tu familia?– Ámbar comenzó una nueva conversación.

–Me hubiera gustado no haber faltado, pero mi familia me necesitaba, era algo verdaderamente importante– Sonaba extraña, era la primera persona que escuchara hablar tan misteriosa.

–Por suerte puedo verte aquí, sabes a veces pienso que Luna está celosa de ti, y no lo entiendo, ya que tú y yo solo somos amigas– Ese comentario, hizo que me sintiera mal, estaba desconfiando de ella.

Pasaron varias horas, comenzaba a anochecer, ella seguían hablando, hasta que Vanessa recibido una llamada, la cual no pude escuchar, pero al parecer ya tenía que irse.

Salieron y poco después salí yo, comenzarón a caminar en dirección a un edificio cerca, donde al parecer ella vivía.

–Creo que te veré mañana–Se despido antes de que entrara al edificio.

–Esperó no vuelvas a faltar– Ámbar sonaba tan cariñosa.

–Sabes, me gusto el que me extrañarás, eso quiere decir que te importo– Sentí como su mirada se desvió de ella y se fijó en mi. –Asi que te daré algo para que me vuelvas a extrañar– Lo último no logré escucharlo, solo ví como rápidamente se acercó al rostro de Ámbar y comenzó a besarla, haciendo que ella dudosamente le siguiera el beso, se separó de ella, viéndome directo a los ojos, ella sabía quién era, no está tan lejos, pero la calle estaba vacía, era obvia mi presencia –Creo que alguien te espera– Cuando volteó a comprobar quién era, no lo pude evitar, la mire a los ojos y comencé a llorar, así que me fui, el que busca encuentra y yo encontré lo que buscaba.

–¡Luna espera!– La ignore, e incluso comencé a avanzar más rápido, la odiaba, pero a la vez estaba loca por ella, quería volver verla arreglar las cosas, pero el orgullo no me dejó.

La cafetería estaba a unas calles de la casa, así que me estuvo siguiendo todo el trayecto.

Cuando llegamos ella obligó a que volteara.

–Dejame explicarte– Dijo de una forma brusca ante mi orgullo.

–No hay nada que explicar, lo ví todo, ¿O que me vas a decir?, ¿Qué te lo robó?, ¿Qué tú no querías?– Se quedo callada– Ámbar, el problema aquí no es el que te haya besado, el problema es que seguiste el beso y no fue uno corto, ví como lo disfrutaste...


¿Por que tú? | Sitteo, Lumbar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora