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Luna.

Ignore oír completo lo que estaba pasando con Ámbar, al final de la situación, eso ya no me incumbe.

Mi padre llama, ignore cada una de sus llamadas, envié mensajes a Matteo, pero ninguno fue contestado.

Estaba sola o al menos esa tarde lo estaba.

Decidí ir a comer, a pesar de ser la tres de la tarde, no había ni desayunado, por venir a despedirme de mi madre.

Pedí un taxi y me dirigí a la plaza central.

Pase una tarde bastante agradable, y aunque mi sola presencia se sentía extraño, la disfrutaba, hasta que las ví.

Sentadas fuera del lugar donde estaba desayunando, ví como ella terminaba la relación que arruinó la mía.

No sabía cómo sentirme, ella estaba ahí, llorando, con las manos en su rostro, cubriendo las lágrimas que al parecer caían por sus mejillas.

Me sentía mal por ella, quería ir a consolarla, que supiera que estaba ahí, para ella, cómo se lo prometí.

Y así lo hice, deje el orgullo, los prejuicios, yo hice una promesa y planeo cumplirla.

Salí del lugar, pues ya había terminado de comer, y me dirigí a donde estaba ella.

–¿Ámbar?– Mi voz titubeó, pero seguía firme. –¿Estás bien?, ¿Por qué lloras?–

–Hola Luna– Su voz sonaba quebrada. –Descuida, estoy bien, no es nada– Seco sus lágrimas y se levantó de dónde estaba sentada.

Quedo cerca de ella, haciendo que sin siquiera pensarlo, extendiera las manos hacia ella y la abrazará, consolandola.

–Todo estará bien, yo estoy aquí, sin importar nada, estoy aquí– Y ahí fue donde Ámbar se dió cuenta de su error, al haber perdido a Luna de su lado.

La rubia, correspondió el abrazo, pero sabía que tenía que alejarse, no quería lastimarla, no más de lo que ya lo había hecho.

–Luna, tengo que irme, mi turno comenzó hace menos de una hora– Se separó del abrazo, la miro a los ojos y ahí entendió que aquellos ojos verdes frente a ella, la necesitaban. Y que por eso debía alejarse.

–Claro, entiendo, creo que hablamos otro día, suerte– Ella se alejo de la chica y comenzó a caminar en dirección a su trabajo.

En cambio, Luna quedó ahí estática sin saber que hacer, su mente jugaba con ella, el ahora de la otra chica, se quedó impregnado en el aire, sus ojos en su mente, la suavidad de su tacto, en sus manos.

–¡Ámbar!, Espera –No sabía lo que hacía, pero no sé iba a detener. –Por favor, espera–

La otra chica se detuvo estática, giro en dirección a la más pequeña y avanzo hacia ella.

Ambas se encontraron, se miraron directo a los ojos, y ahí fue donde todo comenzó.

La más pequeña la tomo por las manos, mientras las mariposas, mezcladas con el nerviosismo de la situación la invadía por completo.

Con fuerza, la acerco a ella, rodeó su cintura y usando la puntilla de sus pies, logro estar a su altura, sus rostros estaban tan cerca que cualquier movimiento de labios hacian que estos rozaran.

Pero no todo fue tan perfecto, la cobardía ganó y se arrepintió de haber llegado hasta ese punto.

La soltó se alejo y disculpo, pero fue en vano, ya que la más alta la tomo de nuevo, volvió a acercarla y con su mano sobre su mejilla, la beso, haciendo que las personas desaparezcan, mariposas, se alteraran dentro de su estómago y las manos le sudaran.

Matteo.

La pista comenzaba a vaciarse, solo quedaban ellos y uno que otro empleado.

–Creo que es momento de irnos, ya patine bastante– La verdad es que si, ambos chicos estuvieron en ese lugar por bastante tiempo y aunque a ellos no le importara, había alguien que los observaba muy detenida mente.

Simón me ayudo a salir de la pista, nos quitamos los patines y nos dirigimos a la salida, subimos a su auto y nos fuimos de ese lugar.

Narrador.

–Señor, perdón por interrumpirlo, pero el joven Matteo se encuentra en una salida con, el ex novio de su hija– Una de las personas que había estado en la pista desde que la pareja llegó, no dejaba de observarlo y no era por homofobia, si no que, alguien los tenía vigilados.

–Señor su hija se encuentra con una chica, la cual cumple las características de la señorita Smith, están en el centro comercial–

Tanto Luna como Matteo se dirigieron a su gran casa, ambos más confundidos de lo que estaban, pero emocionados de lo que les había sucedido.

–Buenas noches, Balsanos, veo que no solo fueron a enterrar a su madre, si no que también optaron por ir a dar una vuelta– Su padre los estaba esperando y al parecer algo molesto.

"¿Cómo es que lo sabe?" Ambos se preguntaron, pero nadie les daría la respuesta.

–Y díganme, ¿Se divirtieron?, ¿aclararon sus sentimientos?– Comenzó a caminar en dirección a ellos. – ¿Oh solo mancharon más ¡el apellido de esta casa!?– Pregunto, levantado la voz al final de su oración.

–Padre, nosotros no...– Intento hablar cobardemente, pero el temor ante su padre, lo hizo callar.

–Nisiquiera intentes hacerte el héroe, solo eres un estúpido niño que le teme a el mundo, ya que desde pequeño tuviste todo– Comento de una forma fría y cruel.

–¡Estoy harta!– Luna se hizo presente en la conversación. –Solo intentas hacernos sentir mal, con cometarios frívolos, y todo por nuestra puta relación, ¿Que más da si estoy con Ámbar o Simón?, Si tanto te molesta, olvídame, haz de cuenta que nunca fui tu hija, ya que el día de mañana me iré, habrás ganado– Estaba hablando tan claro que en verdad imponía una gran admiración de mi parte. –Pero lo que ganaste, fue una gran soledad, espero y la disfrutes–




¿Por que tú? | Sitteo, Lumbar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora