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Luna.

No podía seguir aquí, no estaba segura de lo que hacía, pero era mi última opción y era regresar a casa de mis padres.

Ámbar nisiquera quería hablarme, a pesar de que ella es la culpable, al parecer estaba mejor sin mi.

–¿Puedo pasar?– Simón estaba en el marco de la puerta.

–Claro– El entro y tomo asiento en la cama, mientras yo guardaba mis cosas.

–¿Segura de lo que vas a hacer?, Matteo se fue y no hemos sabido nada de el, no me gustaría también perderte– El seguía triste, desde que el y Matteo terminaron no a vuelto a ser el mismo, cada día lo noto peor, y aunque me esfuerce por ayudarlo no funciona, ya que aún no se el motivo de su ruptura.

–Simón, no me perderás, tú y yo seguiremos siendo amigos, pero sabes me gustaría saber el por qué estás así, ¿Qué pasó contigo y Matteo?– El solo guardo silencio, al parecer le era difícil hablar de esto.

–Lo que pasó fue que alguien le metió un idea errónea de mi, una idea que nunca lograre quitarle, al igual que el maltrato que sufrió, cuando nos secuestraron– Hablaba, con tal naturalidad sobre el secuestro, como si no le hubiera afectado.

–Simón, ¿Por qué no estás preocupado por el secuestro?–

–No lo sé, no fue una sensación real, un presentimiento me dice que realmente no nos secuestraron, ya que nunca pidieron dinero, como solían hacerlo, ¿Luna llamaste a tu padre, para que fuera por nosotros?– Estaba confundida, yo no he hablado con mi padre para nada.

–No Simón, ¿Por qué?– Estaba realmente confundida, por mucho que haya pasado, el secuestro nunca se había hablado.

–Olvídalo, solo que un pensamiento que no a salido de mi cabeza, creo que es una forma con la cual trato de ignorar la ruptura–

–Sabes, aún tengo mucho que guardar, ¿Me ayudas?– Dije cambiando de tema, para que así el dejará de estar tan melancólico.

–Claro, aunque debo admitir que aún no estoy muy seguro de que quiero que te vallas–

Gracias a su ayuda, no tarde mucho en poder guardar todo, para ser una pequeña chica, cuento con muchas cosas.

Era hora, estaba esperando a el auto que me llevaría a la casa de mis padres, Simón se había ido y Ámbar seguia sin hablarme, al parecer mis padres tenían razón, fue una mala idea ser lo que soy.

Pasaron varios minutos hasta que por fin llegó el auto, subí mis maletas y comenzó mi viaje.

Matteo.

Mi madre cada vez enfermaba más, lo peor es que nisiquera sabía lo que tenía por qué cada que se lo preguntaba, ella volvía a quedar dormida, estaba destrozado por dentro, tal vez no fue la mejor, pero la quería con todo el corazón.

Acababa de quedar dormida, planeaba comenzar a limpiar, pero el timbre de la puerta sonó y hoy era el día libre de los empleados, así que baje a abrir.

Luna era quien tocaba, al parecer estaba igual de sorprendida por el echo de que la casa estaba como si nunca hubiera pasado nada y por tanto silencio que había.

–Hola hermanito, ¿Me ayudas con mis maletas?– Comenzamos a meter todo en casa, era extraño estar los dos de vuelta aquí, presentía que algo malo pasaría. –¿Y mamá, está en el jardín?– Ella comenzó a caminar en dirección a tal lugar, pero antes de que lograra avanzar, logré detenerla.

–Mamá está en su habitación, durmiendo, ella está enferma y creo que cada día empeora más–

Subimos para que pudiera verla y justo cunado cruzamos la puerta de su habitación despertó.

–Hola mamá...– Dijo mientras sutilmente se acercaba– Soy yo Luna– su reacción fue igual a como cuando yo la ví, era extraño verla ahí, acostada, mientras parecía que moría.

–Hola mi niña, ¿Qué haces aquí?, ¿Y Ámbar?– Sonaba peor que incluso hace unas horas.

Ella iba a responder, pero comenzó a convulsionar, no sabía lo que le estaba pasando, mi madre solo comenzó a moverse de forma aterradora, de un momento a otro.

–¿Mamá?, ¡Mamá!, ¡Llama una ambulancia!, ¡Rápido!– Marque lo más rápido que puede, pero fue inútil, el aparato médico que estaba conectado a ella comenzó a emitir un sonido, el cual mi hermana y yo sabíamos perfectamente que significaba, ella se estaba yendo de este mundo.

Pasaron varios minutos, la ambulancia por fin llegó y aunque era muy tarde intentaron reanimarla, pero fue inútil, su cuerpo ya no reacciono.

–Lo siento mucho, pero llegamos tarde y no logramos hacer algo, su madre– Se detuvo ante su comunicado, ¿Por qué lo tenía que hacer más difícil de lo que ya era?– Su madre murió– Dijo como último y se retiró del lugar.

Abracé a Luna, quién estaba rota en llanto, todo se estaba derrumbando, mi relación con Simón, su relación con Ámbar, el secuestro, todo junto, ya no quería nada, ya nada importaba y menos cuando sabes de la peor manera que nada es para siempre...


¿Por que tú? | Sitteo, Lumbar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora