El Nuevo Clan Son

tristeza

Hiruzen miraba a los tres Jounin con una cara seria, lo que había leído en aquella trascripción traducida de la carta misteriosa era la razón de que estuviera así de serio y claramente preocupado.

-¿Qué pasa, Hokage-sama?- Kurenai se atrevía a preguntar al anciano que mantenía sus manos detrás de su espalda con aun aquella carta de Uzushiogakure.

-Perdonen que les haya hecho llamar tan de repente, aun mas considerando que algunos acaban de llegar de otras misiones…- decía el tercero refiriéndose a su hijo y a Kakashi, pues efectivamente, acababan de llegar de sus respectivas misiones. -Pero…- extendía sus manos mostrando la carta a los ninjas que no entendían nada. -Algo ha surgido- término de decir con una seriedad poco antes vista.

Kushina cocinaba muy alegre, pues silbaba una canción mientras lo hacía, su hija Naruko recién había llegado de su misión y la chica no tardo ni 5 minutos en comenzar a contarle a su madre lo que había vivido durante su primer misión fuera de la aldea, la chica en cuestión se encontraba leyendo una revista, curiosamente una revista para chicas adolecentes.

-¡Naruko, el ramen ya está listo!- se escucho decir a la pelirroja desde la cocina mientras dejaba sobre la mesa un gran plato hondo repleto de fideos ramen con carne de cerdo, trozos de huevo y mas ingredientes, el favorito de su hija.

-¡Ya voy mamá!- la rubia respondía feliz, ese viaje le había servido mucho a la muchacha pues había madurado increíblemente mucho como shinobi, dejando su revista sobre la cama, dio un salto fuera de esta y salió a toda prisa de su recamara rumbo hacia donde aquel delicioso aroma propio de su comida predilecta.

Una vez que llego, instintivamente miro el plato mientras se re lambia los labios,
"simplemente delicioso", pensó la chica mientras se sentaba con prisa ante la mirada graciosa de su madre. -"Esta niña es incorregible"- pensaba la Uzumaki mayor mientras sonreía de forma divertida mirando como su hija daba las gracias por la comida y se disponía a comerse todo ese delicioso ramen que su madre le preparaba con amor.

-¡Gracias, mamá! ¡Como siempre esta delicioso!- la chica decía mientras tomaba con su boca un poco de sopa del plato.

-Solo come, Naruko jeje- Kushina estaba feliz de compartir esos momentos tan cercanos con su única hija, aquella luz que la acompaño en los momentos más difíciles del pasado, cuyos momentos a hora desaparecían de su memoria gracias a esa misma luz y a cierto hombre de cabellos oscuros y peinados de forma rara.

Kushina dejo comer a su hija sola en la pequeña mesa de la cocina, dio un suspiro sin dejar de sonreír y se dirigió hacia la habitación de la oji azul, sabía muy bien lo desordenada que podía ser su hija, así que la pelirroja echaría un vistazo para asegurarse de que no debía acomodar nada, con lentitud abrió la puerta y se introducía dentro, a simple vista todo parecía en su lugar, varias fotos en una de las paredes, una gran y suave cama, varios peluches sobre esta, una pequeña mesita de noche a un lado con lo que parecía un reloj y una lámpara, así como un espejo en frente de la cama que colgaba de la pared.

-Bueno, pues parece que esta niña no a desordenado nada…- Kushina decía con una sonrisa por que miraba como lentamente su hija aprendía a ser auto suficiente, no fue hasta que miro la cama de Naruko, en la cual reposaba lo que parecía un libro o algo parecido. -¿Qué es esto?- la mujer de cabellos carmesí camino cuidadosamente hacia la cama, una vez llego a esta se sentó sobre las sabanas y el colchón sin dejar de ver lo que era una revista tendida sobre estas. -Pero…- Kushina ojeaba el pequeño librillo, se quedo un poco sorprendida por la cantidad de contenido que tenia este, secciones de "Sabes que…", "¿Cómo saber si le gusto?" entre varias otras, pero la que más le llamo la atención era aquella que tenia por título: "Ser femenina sin morir en el intento", eso hizo que a la mujer se le hiciera una gota de sudor en la nuca tras ver esto.