El Nuevo Clan Son

Destino

Días después del ataque de los Androides: Konoha.

Las reconstrucciones en la aldea estaban a tope, a pesar de que Gokú les había dicho a muchos que todo esto se arreglaría en unos meses, la mayoría de personas aun y así estaban dispuestas a reparar su aldea, pensar que estuvieron endemoniadamente cerca del final los hacía pensar que ese mundo ya no era tan seguro como se pensaba, claramente haciendo una excepción en cuanto a las guerras del pasado, pero lo que sin dudas los hacía pensar aquellas cosas fue la grandísima y colosal pelea que se desarrollo a las afueras de su aldea y de la cual a esas instancias la mayoría de las naciones ninja sabían, llegando el punto de dictaminarse una reunión Kage en Suna, a falta de un Katzekage se dicto así, por lo que Tsunade en compañía de Shizune y Gokú emprendieron el viaje hacia dicha reunión, en esta él Son se volvió a rencontrar con el Raikage, el cual le había retado a una pelea amistosa a pesar de que el Saiyajin aun no estaba recuperado del todo de su brazo, el Tsuchikage también había asistido, siendo que incluso puso a prueba su elemento polvo en contra de un ataque de Ki de Gokú, pero de nada le sirvió, al ser una energía mucho más pura y concentrada, el Kekkei-Tota de Onoki fue ampliamente superado por si le quedaba alguna duda de la fuerza que a hora Konoha tenía. Mientras tanto en la aldea, Naruko, Sasuke y Sakura así como el mismo Gohan volvían a estar de misión constante por no decir que el semi-Saiyajin se sentía un poco aburrido por la gran cantidad de misiones que de un de repente comenzaron a dejarle, tal vez por que la aldea había vuelto a ser atacada y lamentablemente muchos ninjas habían perdido sus vidas en dicho ataque, casi nadie sabía sobre 21, la razón era muy simple y fue que la chica en ningún momento causo un gran destrozo en la aldea, manteniéndose al margen hasta que sintió que ya era hora de "comenzar" su propia partida en contra de los Son, la cual de haber sido cruel y malvada sin dudas habría ganado, solo que sus sentimientos por Gokú así como su agradecimiento permanente con este, jugaron en contra para hacer que perdiese en la última jugada.

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En su celda, Jade dibujaba el rostro sonriente de Gokú, quería verlo de nuevo, pues de nada servía esconder el amor que sentía por él, un amor que nació en ella desde que lo conoció cuando apenas era una niña y este, como ya se conocía, la salvo.

-¿Algún día podre estar contigo?- pregunto a la soledad de su oscura celda, escuchando los pasos huecos aledaños a donde ella estaba, pues varios ninjas se presentaron frente a los barrotes de la celda, siendo que entre ellos se pudo notar a Inochi Yamanaka y a Anko Mitarashi, ambos con gabardinas negras y un traje ninja grisáceo, propio de la unidad especial de seguridad de la aldea.

-Señorita Jade, por favor acompáñenos- Inochi le pedía, abriendo la puerta de la celda en donde la Androide había estado, pues al parecer su "juicio" se llevaría a cabo a continuación, sintiéndose resignada se levanto del frio piso de piedra pues había estado sobre este, sus pies descalzos y con la característica ropa de prisión de Konoha, cadenas en sus manos con varios sellos de supresión enredados entre estas, camino con lentitud hacia la salida, siendo que los ninjas se alejaron un poco observándole, a pesar de ser una "criminal" del más alto nivel y peligrosidad, no se podía negar que era extremadamente hermosa y con un cuerpo digno de no cualquier hombre, aun que este mismo de forma silenciosa ya le pertenecía a alguien que ni si quiera le atraía el físico femenino en su mayoría.

-Por favor, no intente nada- le comento Anko, sujetándola de su antebrazo derecho, mas la castaña solo se dejo jalar para volver a caminar por el largo pasillo al que salieron una vez que se encontraron completamente fuera de la zona en donde estaba su celda. Después de varios minutos de caminata llegaron a un par de grandes puertas dobles, completamente metálicas, cosa que le impresionaron un poco mas no las podía ver bien del todo, pues a pesar de ser una Androide necesitaba anteojos, más que nada por comodidad y costumbre y no por que los necesitara de forma estricta.