4TH

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Tengo claro que wattpad ya no es lo mismo que antes, hay menos tiempo para leer por las clases y volás, pero aún así me siento indiferente por las interacciones de esta novela. Parece como si le escribo a la pared, casi nadie comenta, poquitas votan... desmotiva caleta la verdad. :(

Eran las diez de la noche y mi hermano aún no llegaba a la casa. Mi papá había llegado hace poquito, ya se había dormido. Pero, yo seguía ahí, sentada en el living esperando como weona al Max.

Cambié el canal otra vez, buscando algo con que entretenerme. O distraerme, mejor dicho... no quería pensar en que algo malo le pasaba.

Golpearon la puerta y me levanté de un salto. Abrí de inmediato. Me decepcioné al ver que afuera de mi casa no estaba mi hermano, si no que, estaba el Luciano.

— Buenas noches, Gissele. —saludó neutro. Como si estuviera obligado a hacerlo. — Vine a buscar mi cargador. Se lo presté al Max hoy en clases, se me olvidó pedírselo y me acordé hace poco... ¿Lo podí llamar?

— No puedo llamarlo. —respondí mirando mis pies.

¿El Luciano no sabía dónde estaba mi hermano? Trataba de no preocuparme, pero era casi imposible.

— Ya po, Gissele. Llámalo, no te cuesta nada. —insistió— Lo haría yo, pero mi celular está apagado.

— Luciano, el Max no está. En el colegio me dijo que iría a la casa de su amigo en la tarde, y aún no llega. —expliqué. Me sobé los brazos, el aire que entraba desde afuera me estaba dando frío— ¿No sabes donde puede estar?

Él se sorprendió, lo noté en sus ojitos bien abiertos.

— No, no me dijo nada en clases.

¿Donde chucha andaba mi hermano?

— Espérame acá, bajo altiro. —le avisé, dejando la puerta abierta

Subí rápidamente, ya no podía aguantar la preocupación dentro de mí. Tenia que ir a buscarlo. Me puse una chaqueta y meti algunas cosas en el bolsillo, bajé rapidito.

El Luciano estaba parado en la entrada aún, seguramente preguntándose a que mierda subí.

— Luciano, sé que es tarde y que mañana hay clases, pero tengo que ir a buscar al Max. —expliqué, mirándolo con una pizca de súplica en mi tono de voz— Ayúdame a buscarlo, por fa... Te juro que es la última weá que te pediré, y te debo una, ahora si será de verdad, no importa que me enoje contigo, cumpliré con mi "te debo una" esta vez...

Él asintió y dio unos pasos hacia la vereda.

— Vamos, el Yoyo vive a unas cuadras de acá, quizá está en su casa. —accedió el ruliento

— Gracias. —sonreí y cerré con cuidado la puerta

Ahora, lo principal era saber donde chucha estaba mi hermano.

//

Era la quinta casa a la que íbamos, en las cinco casas nos dijeron que el Max no estaba.

El Luciano pasó su brazo por mis hombros y me apegó a él.

— Tranquila, cabra chica. El Max debe estar en la casa de alguna mina. Nada malo le ha pasado. —trató de tranquilizarme. Nunca lo había escuchado así... siendo dulce, siempre era... amargo

— ¿Y por qué mierda no contesta los whatsapp el weón?

— Cuando tirai con una mina no pescas tu celular. —dijo en tono de broma. Yo lo empujé despacio, deshaciendo el abrazo— Volvamos a tu casa, quizá ya llegó... y si no, le hablamos a cada una de las minas de su ganado, debe estar en algún lado.

— Gracias por acompañarme, no erí tan mala voluntad como pensé. —agradecí sonriendo. Él se encogió de hombros y siguió caminando

Caminamos un par de cuadras en silencio. Hasta que pasamos cerca de un paradero de micro y ví a alguien acostado de la banca.

Me acerqué corriendo a ver si era mi hermano.

— Max... ¿Cómo... ¿Quién chucha te...

— Me asaltaron. —respondió carraspeando.

Su ojo derecho estaba hinchado, a punto de empezar a ponerse morado, la sangre de su nariz goteaba en su polera blanca del colegio. Sus pantalones estaban rasgados y con un poco de sangre en la pierna izquierda. En su brazo derecho, la palabra "matemático" de su polerón, estaba manchada con sangre y pisadas de zapato

— ¿Te asaltó rocky acaso? —preguntó el Luciano, con la misma expresión de asombro que la mía.

//

El Branco me estaba haciendo cariño en la cabeza mientras yo miraba a la pared sin decir ni una palabra.

— ¿Te pasa algo? —preguntó en mi oído. Su voz me asustó, estaba muy en mi volá recordando lo que habia pasado en la noche. — Estás muy callada, Gi.

Despavilé en unos segundos, levanté la vista y me encontré con sus ojos preocupados

— Ayer... asaltaron a mi hermano, lo encontré acostado en un paradero de micro hecho mierda. Les pasó el celular pero, los weones querían más, como él no tenía más... le pegaron entre tres. —hablé por fin. Recordar a mi hermano así me daba tanta impotencia. Weones maricones, todo por un celular culiao

— ¿Y está bien? Pobresita, mi bella, debes estar en estado de shock todavía. —acarició mi espalda. Dejé de mirarlo y solo apoyé mi cabeza en su hombro

— ¿Mi bella? —pregunté, tratando de cambir el tema del Max. — ¿No creí que es muy pronto para los apodos mamones?

— Si te molesta, no lo digo más. —apoyó su mano en mi cintura

Levanté la vista, encontrándome con sus ojos otra vez. Me acerqué de a poquito a sus labios con todas las ganas de darle un beso pa' que dejara de webear, y también porque besaba bastante bien, que decirles...

— ¡Cabra chica! ¡Te he estado buscando por todo el...! —gritó el Luciano con la respiración agitada. Al ver mi posición con el Branco cambió de expresión— ¿Qué weá?

— ¿Po-por qué me buscabas? —Me separé rápidamente del Branco, levantándome de la escalera.

— Necesito hablar contigo, solos. —se refirió al weon con que casi me besé.

— Vuelvo mas rato. —le avisé al Branco. Bajé la escalera con el Luciano, caminamos hasta detrás de esta para hablar

— La Mery me pasó esto en clases. —sacó algo de su bolsillo y me lo mostró, no podía creer lo que veía.

Era el celular del Max

— ¿No que lo habían asaltado? Se supone que por el celular le habían pegado... —dije perpleja

— La Mery me dijo que estuvo con tu hermano en la tarde, se le quedó el celular encima de su velador. —explicó— Gissele, para mi que al Max no lo asaltaron, al Max le pegaron.

chan chan.

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora