20TH

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El timbre de la casa hizo que le pusiera pausa a mi canción. Además, estaba pintándome las uñas y aún no se me secaban, así que no quería bajar a abrir.

— ¡Max! ¡Baja a abrir, por fa! —le grité desde la puerta de mi pieza.

— ¡¿Y por qué no vas tú, floja?!

— ¡Por favor, hermanito precioso! —traté de ganármelo

— ¡Está bien! —accedió. Sentí como bajó las escaleras.

Me quedé terminando mis uñas. Le puse play a la canción otra vez

Lets get lost tonight
Lets get lost tonight

Se me pasó el tiempo rápidamente. Habia terminado de secarse la segunda capa de esmalte cuando recordé que no había escuchado al Max subir la escalera.

¿Se habrá quedado abajo?

Dejé el frasco de esmalte sobre mi velador. Bajé la escalera rapidito

— ¡Max! ¿Tení cola? —me quejé al ver la puerta abierta. La cerré y volteé al sillón. — ¿Por qué dejaste la puerta...

No estaba.

— ¡Max! ¡Max no weís po, no quiero jugar a las escondidas!

Busqué dentro de la cocina por si estaba comiéndose la comida de la olla como siempre, pero no estaba.

— ¡MAX! —grité más fuerte. — ¡Max no me asustes así, por fa!

No respondió.

Busqué por todos los lados posibles donde una persona de casi dieciocho años se podía esconder. No estaba, se había ido.

Tomé mi celular rápido y lo comencé a llamar

— Oye, culiao ¿Por qué saliste sin avisarme? Casi me pongo a llorar. —murmuré mientras escuchaba los tonos de llamada. — No, mejor no le digo eso.

"I'm a motherfucking starboy..." empezó a sonar, proveniente de la pieza de mi hermano. Era su tono de llamada

— ¿Dejaste el celular también? —hablé sola, sentándome en la cama.

Miré encima de su velador, estaban todas sus cosas intactas; llaves, billetera...

— ¿A dónde chucha te fuiste, Max?

Recurrí a mi única opción. Llamé al poodle. Luego de tres largos tonos, contestó.

— Mira, Luciano, antes de que me digas cualquier weá. —hablé rápido. — No te hubiera llamado si no fuera importante.

— ¿Qué pasó? —respondió seco

— ¿Viniste a buscar al Max hace como quince minutos? —pregunté esperando que dijera que sí

— No, no lo he ido a buscar.

¿Qué chucha?

— Gissele... —me nombró preocupado, llevaba un rato de silencio. — Gissele, ¿Qué pasó?

— Otra vez desapareció, Luciano. —respondí con angustia. — Esta vez lo vinieron a buscar a la casa.

— ¿Estás segura? ¿Los viste? ¿Cómo eran? —me interrogó de inmediato

— Yo... —un escalofrío me recorrió el cuerpo, recordando que la última vez que desapareció lo encontré machucado. — Tengo miedo, Luciano.

— Llego a tu casa en diez.

//

— ¿Y dejó la puerta abierta? —volvió a preguntar el Luciano, analizando cada detalle.

Solo asentí.

¿Quién lo había venido a buscar?
¿Por qué no me dijo a dónde iba?

Sentí sus brazos rodearme. A pesar de que él nunca abrazaba, sentí que me reconfortó.

— ¿Qué vamos a hacer? —murmuró en mi oído. — No vas a buscarlo sola, si te pasa algo a tí yo...

Calló, el silencio lo inhundó. Sentí como inflaba su pecho con aire y luego suspiraba, rendido.

Como si estuviera dándose por vencido en tratar de no decir lo que sentía.

— Yo no sé qué sería capaz de hacer.

Solo me quedé abrazándolo. Hasta que creí que era suficiente de lloriqueos, teníamos que saber donde chucha andaba el Max, y con quién.

Subí rápidamente las escaleras. Bajé con su celular en mis manos.

— La última vez que le revisé el celular a tu hermano nos enteramos de algo que no queríamos saber. —recordó lo de la Bianca. — ¿Estás segura?

— ¿Qué mas da? Demás encontramos algo aquí, alguien que lo haya amenazado o le tenga mala.

Los dos nos sentamos en el comedor. Dejé el celular sobre la mesa, luego lo desbloqueé

Tenía tres notificaciones en whatsapp. Apreté el icono de la aplicación enseguida

Churrascos ricos:
última vez 14:28
Ya averigüé lo que me pediste
14:20
Tengo que decírtelo en persona
14:21
Odio decirte que tenías un poco de razón
14:21

— ¿Churrascos ricos? ¿El Max piensa que somos weones? —me quejé. — Como si no supiéramos que es la Bianca.

— ¿Y qué le mandó a averiguar a la Bianca? —preguntó el Luciano

— Quizá se juntó con ella ahora. —se me prendió la ampolleta. — Y yo lloriqueando por esto.

Llamada entrante.
Churrascos ricos.

— ¿Contesto? —miré al Luciano. Él deslizó el botón verde y puso el altavoz

— ¿Max? Oye, no puedo juntarme contigo a las cuatro, ¿Puedes mas tarde? A las ocho me desocupo. —habló la Bianca a través de la llamada. — ¿Max? ¿Hola?

Apreté el botón rojo pa' cortarle.

— No está con la Bianca. —sentencié cuando corté. — ¿Cuando le revisaste el celular no viste ningún chat raro?

— Mira. —tomó el aparato. — Los chats de arriba son compañeros, grupos pa' mandar memes, grupos pa' juntarnos a carretear, el grupo de las panteras. —explicaba mientras veía los chats. — "GisseleHermosa", normal, "Father" con muchas "R", normal, "Esmeralda", alguna mina con la que se debe pelar, "Lucho" es un compañero de curso que pasa todas las tare...

— Para. —lo interrumpí. Subí rápidamente al chat que me llamó la atención. — ¿No revisaste este?

— No, no me pareció raro. —frunció el ceño. — ¿Por qué?

Me quedé mirándolo. Recordando.

— La señora se llama Esmeralda. —solté

— ¿La señora? ¿Qué señora, Gissele? —preguntó confundido

— Nuestra mamá.

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora