13TH

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Estaba tirada encima de mi cama, frustrada.

¡El Luciano me había dicho que no me metiera! Y arrastré a todos conmigo.

¿Lo peor? Lo peor era que estuve equivocada con mi teoría. El Tebo no tenía idea de el affair de mi hermano y su polola.

¿Cómo podría mirar a la Bianca otra vez? Ella no querría ni hablarme después de lo que hice.

Oh, pero, el Max... No pude soportar la cara de decepcionado de mi hermano, solo me fui. La había cagado en una magnitud de 20° en la escala de aweonamiento.

— ¿Puedo pasar? —preguntó el mencionado, después de golpear.

Inhalé. Pensé en qué chucha le diría. Exhalé. Me di cuenta de que solo tenía que afrontar la verdad.

— ¡Pasa!

Él entró enseguida. Me miró desde la puerta, luego, se acercó y sentó en el borde de la cama.

— Quiero que hablemos, Gi. —habló calmado.

Dejé mi posición de estar tirada encima de la cama y me senté pa' poder mirarlo. Él me sonrió

— ¿No estás enojado conmigo?

— Hermanita, si yo estuviera en tus zapatos, haría lo mismo. Pero, tengo cabeza de salvaje, yo le hubiera pegado al Tebo antes de hacerlo confesar. —los dos reímos incómodos. — ¿Te acuerdas cuando éramos chicos y jugábamos con plasticinas? Un día juntaste todos los colores, quedó un color caca, y yo te dije que no te iba a hablar nunca más. Tu lloraste y fuiste corriendo donde mi papá a decirle que tenias mucha pena, porque tu hermanito no te quería hablar nunca más.

— Mi papá te llamó, nos dijo que no podíamos decirnos esas cosas. Porque al final del día, siempre seríamos solo tu y yo —seguí su historia

— Tu y yo contra el mundo, Gissele. —trató de abrazarme con su brazo no herido

— Contra el mundo. —repetí, abrazándolo

— Mira, Gi. —se separó pa' seguir hablando. — A mi me cae mal el Branco, sí. Pero, eso no te involucra a ti. Si a ti te gusta, aunque no sé cómo si es más egocéntrico que la chucha, está bien. No tengo porque meterme.

— Perdón, no tenía que meterme entre ustedes tampoco.

— Está bien

— Perdón por robarme tu bicicleta igual

— Está bi... ¿Me robaste la bicicleta? —se hizo el indignado, reímos otra vez

— ¿Algún día sabré qué te pasó en el asalto?

— Algún día. —respondió apoyando su cabeza en mi. — Te lo prometo

//

— ¿Cómo estai? —me preguntó el Branco, mientras me apoyaba en su hombro.

Los dos estábamos sentados en la azotea. No quería estar en otro lado, no podía ver a la Bianca y no sentirme mal por lo que hice

— Bien. —me quedé mirando cómo trataba de tomarme la mano. — Gracias por acompañarme, la Bianca ni siquiera me miró hoy.

— Ya se le pasará. —de a poco comenzó a entrelazar nuestras manos, hasta que lo hizo por completo. — No fue tu culpa, tu solo sacaste a la luz la weá.

— Y ella le dijo al Max que nosotros... nosostros, hacemos esto. —me referí a nuestras manos.

— ¿Te molesta? ¿Muy rápido pa' tomarte la mano? Yo puedo no hacerlo si quie...

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora