Experimentación.
¿Cómo haríamos eso?
¿Íbamos a interrogar uno por uno a los cóndores? ¿Los secuestraríamos a todos y no les daríamos comida hasta que hablaran?
¡Esperen un cachito! ¡El Luciano tenía el celular de mi hermano! Algo podíamos sacar de allí.
Pero, de donde verdaderamente podíamos sacar la verdad sería sólo si algún cóndor lo confesaba. Y yo conocía a uno.— ¿No vas a salir al recreo, sis? —me preguntó la Bianca. Se estaba arreglando la mochila en la espalda.
— ¿Puedes quedarte con tu pololo? Es que tengo que ir a la sala del Luciano a conseguirme los cuadernos para mi hermano. —mentí
El Luciano si le estaba prestando los cuadernos, pero se los iba a dejar a la casa. También se quedaba un rato explicándole lo que habían hecho en el día o hablando de cosas random para entretenerlo un rato. Al Max le quedaba una semana más de reposo.
Mi amiga me dijo que si, luego se fue a buscar a su pololo. Yo me quedé en la sala, guardé mis cosas y salí también.
Afuera de mi sala, estaba parado el Branco.
— ¿Y tú? —me acerqué a saludarlo de un piquito.
— Quería verte. —me abrazó por la cintura. — ¿Cuando cimarreamos otra vez, eh?
— No creo que pueda, ya va a volver mi hermano a clases, se dará cuenta.
— ¿Tan rápido? —Él deshizo el abrazo— Pensé que estaría como un mes sin venir... O sea, por como me contaste que estaba.
— No estaba tan mal, está medio machucado, tiene el brazo con un cabestrillo y se hace el moribundo con mi papá para que le compre pizza nomás. —me encogí de hombros.
— ¿Tu dices que alcanza a jugar el partido? —me cuestionó, alzando una ceja.
Ni cagando respondía que sí, no era tan tonta. Porque si los weones de su equipo sabían que mi hermano jugaría, quizá que le hacían.
— No, —alargué la vocal. — ni cagando. Oye, tengo que ir a hacer una cosita, ¿Nos juntamos después del colegio?
— No puedo. —hizo un pucherito. — Tengo entrenamiento. A no ser que quieras ir a acompañarme.
Eso me facilitaba todo. Iba a ser toda una infiltrada.
Me estaba creyendo rico el cuento de detective, que decirles.
Me fui directamente a la sala del Luciano cuando me despedí del Branco.
Me encontré con él sentado en el último banco. Saludé a algunos de los compañeros que cachaba, luego me fui a sentar al lado del Luciano.
— Llegaste un poco tarde sí. — se quejó altiro el culiao. — Los detectives son mas puntuales, Gissele
— A ver, te traigo información confidencial, así que, no me weís.
Crucé las manos encima de la mesa, haciéndome la interesante. Él me miraba, sonriente, igual le gustaba que entrara en papel de detective
— Si estabas con el Branco no cuenta como información confidencial.
— Hoy iré al entrenamiento de los condoritos. —me referí al equipo como lo hacía mi hermano. — Y a ti, te tengo una tarea igual.
— A ver, calmao' —me detuvo— Te dije que no te metieras con ellos, mandaste la promesa a la chucha en un día.
Negué
— No estamos directamente en la experimentación, aún ni sabemos como comprobaremos que esos weones fueron. —expliqué. — Iré a ver cómo están las cosas nomás, a tantear terreno. Y tú, tu vas a revisarle el celular al Max
— No quiero revisarle el celular al Max, no me quiero encontrar con sus fotos en pelota.
Los dos hicimos una mueca de asco.
— Es para que revises si tiene alguna conversación sospechosa con algún condorito. Alguien debe haberle dicho "se viene la tré zezenta shushetumare" o algo así. —los dos reímos por mi mala imitación a un loko dany.
— Ya. Pero, tu vas como espectadora nomás a la cancha de esos weones, nada de interrogarlos, ¿capisci?
— En chileno, Luciano.
— ¿Entendido? ¿Captado? ¿Cachai? ¿Mintindí? —me contestó, riéndose al final
/
poodle culiao:
Gissele
19:56
Encontré algo extraño
19:56Yo también, llegué hace poco del entrenamiento del branco
19:57
tú dímelo primero
19:58juntémonos en tu casa, dile al Max que te iré a enseñar matemáticas otra vez
20:00
vistoSubí a avisarle a mi hermano que venía su amigo a enseñarme matemáticas, él me webeó un poco porque estaba viniendo muy seguido, yo le inventé que estaba muy mal en esa materia y no me entraba por ningún lado la materia. Había un poquito de verdad en eso
Dentro de quince minutos, sentí el timbre. Abrí la puerta, encontrándome con el Luciano parado junto a su bicicleta.
— Hola, poodle. —besé su mejilla antes de dejarlo pasar. — Sigo buscando algún apodo menos aweonao para ti
— Ya me estoy acostumbrando del poodle. —se encogió de hombros. — Voy a subir a saludar al Maxito, vuelvo en cinco.
Subió las escaleras casi corriendo. Yo me fui a sentar al sillón, con el cuaderno que teníamos hace días y un lápiz.
— ¡No anden transmitiéndose saliva en mi living! —gritó mi hermano desde su pieza
Su amigo apareció en la habitación, sentándose junto a mi en el sillón.
— ¡No te prometo nada, bro! —respondió gritando él
¿Ah, si? ¡Ven cómo me distrae este espécimen!
— ¿Que supiste en el entrenamiento? —cambió el tema como si nada
— El pololo de la Bianca es el capitán del equipo, no sabía eso. —empecé a contarle. —Lo segundo, iba a entrar al baño de las minas pa' sacarme fotos en el espejo y... habían unos minos afuera del baño de hombres. Cuando estaba adentro, le escuché algo medio sospechoso, uno dijo "Pensé que con lo que hicimos fue suficiente para asegurar que ganáramos"
— Quizá se referían a lo que hicieron en la cancha po, a como jugaron.
— O se referían a como le luxaron el hombro a mi hermano. —sugerí con obviedad.
Él subió y bajó la cabeza.
— Lo que yo supe es más consistente. —apoyó su mano en mi hombro. — Prepárate para esto, cabra chica.
— ¿Qué? ¿Encontraste las fotos en pelota? —puse cara de asco— No las quiero ver, Luciano.
— No. Pero, tu hermano le estaba pellizcando las uvas a un cóndor. —quedé boquiabierta por lo que dijo.
Eso explicaba muchas cosas, de pronto, otra teoría se armó en mi mente. Le podían haber pegado para querer ganarles el partido, o también por meterse en la relación de uno.
Sin embargo, seamos sinceros. ¡Esa weá de pegarle a los weones que le pegan al mino que les "cagó" la relación es muy del siglo pasado!
Pero, que más podía pensar si era un cóndor..— Ahora quédate sentada nomás porque te vas a volver loca cuando te diga este detalle. —advirtió el poodle. — Se estaba metiendo con la polola del Tebo.
— ¿Tebo? ¿El... Luciano, el Tebo, el capitán? —pregunté, esperando a que negara.— ¿El pololo de la Bianca? O sea que ¿La Bianca y mi hermano...
— Te dije que no nos metiéramos en esta weá. Si nos mintió, era por algo.
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Te debo una
Jugendliteratur"Gissele, me mandaron a hacer trabajo comunitario en el colegio por tu culpa... Me debes una. "