29TH

2.5K 187 55
                                    


GISSELE:

— ¡Max, apúrate! ¡Si no quieres ir no me hagai' esperarte como weo... —dejé el insulto en el aire al ver a mi hermano bajar las escaleras. — ¡Mish! Hasta que bajas, llevaba como media hora esperándote

Mi hermano, vistiendo una camiseta de las panteras, llevó su mano a su cara, haciéndose el ofendido.

— Mi hermana chica me va a llevar a un partido de mis némesis, los condoritos... ¡Y me pide que me apure más encima! —contestó dramatizándose

Y la drama queen era yo...

— Vamos por el Luciano, no por los condoritos. —suavicé la situación. Mientras descolgaba mis llaves para ponerlas en mi bolsillo.

Mi hermano blanqueó los ojos, después bufó.

— El Luciano es un cóndor, Gissele. —me recordó con obviedad. Acercándose a la puerta con emoción, que no sabía de dónde había salido. — ¡Y también es el que te gusta! —exclamó emocionado

Ya empezó este weón...

Fue un largo camino en bicicleta. En el cual el Max no dejaba de hablar de lo bacán que sería que el Luciano fuera su cuñamigo. Palabra completamente aweoná, si me preguntan.

Pero, ni siquiera sabía realmente qué éramos con el Luciano. ¿Seguíamos siendo detectives al peo? No, ya no teníamos nada que investigar. ¿Amigos? ¿Amigos que se gustan? No... eso ya no sería amigos

Llegamos a la cancha de los cóndores. El ambiente se me hizo completamente diferente al tradicional de sus partidos.

Esperaba más ruido, más gente gritando, carteles, alguna weá así. Lo único con lo que me encontré fue con una barra casi inexistente de gente sentada tristemente en las bancas.

— ¿Qué pasó, se murió alguien? —preguntó el Max arrugando las cejas, al ver la situación de la barra

Una señora con un completo en la mano, miró terrible feo a mi hermano.

— Ni en broma eso, pantera. —respondieron a nuestras espaldas. Ambos volteamos, encontrándonos con el Luciano y su uniforme de cóndor.

— ¿Y tú? —preguntó el Max. — ¿No deberías estar en el camarín? Los cóndores hacen sus rituales satanicos antes de cada partido. Se comen guaguas, y todas esas weas raras.

Estaba segura de que no comían guaguas dentro del camarín. Pero, no era el día para romper las ilusiones de mi hermano, aunque fueran... oscuras.

Weón raro que tenía por hermano.

— El equipo está... —el poodle hizo una mueca. — Triste.

— ¿Tan mal los dejó la derrota con este pechito? —mi hermano se palmeó el pecho, justo donde estaba la insignia de su equipo. Haciendo alusión a su último partido juntos, en el que las panteras ganaron con tres goles a dos.

El Luciano negó con la cabeza, un rulo se escapó por su frente mientras lo hacía. Sonreí mientras lo miraba. Él lo notó, y podía jurar que él creía saber lo que pensé en ese momento.

"Totalmente poodle"

— El Tebo no vino al partido, el entrenador tampoco. —habló el susodicho, sacándome de mi burbuja. Aunque no me quitó la vista de encima

— ¿Y? ¿Por ese culiao están tristes? —pregunté arrugando la frente. Luego de saber todo lo que trató de hacerle al Max, el único sentimiento que tenía hacia el Tebo era... odio.

— No es eso, beba. —puso su mano en mi hombro, sobándome. Tratando de tranquilizarme. — El rumor se empezó a pasar en los camarines, ya todo el equipo se enteró... El Tebo está enfermo desde hace meses, ayer le dio una recaída y está en la clínica. Necesita un transplante de médula ósea, pero su familia no es compatible... Igual es difícil la situación, las únicas personas con mas posibilidad de compatibilidad es su papá o algún hermano, si tuviera. Pero, es hijo único el weón. Así que, le queda un largo tiempo de tratamientos pa' extender su vida un poco más o...

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora