GISELLE:
El Luciano se sentó en la vereda de afuera de mi casa suspirando. Yo la sacudí un poco antes de sentarme también, no quería terminar con el poto sucio.
— El Max ha estado obligándome a decírtelo desde hace días. —comenzó a hablar. — Yo... le conté el día que te dijo que me hice un cóndor.
» Nunca quise ser un cóndor, Gissele. Le pedí al Max que me alejara de ti, —volvió a suspirar. — Creo que lo único que se le ocurrió fue decir eso, y ni siquiera funcionó
— ¿Y por qué querías alejarte?
Apretó los labios durante unos segundos
— Gissele, ya hemos hablado de esto; cuando te dañan una vez, cuesta volver a ablandarse. No quería que pasara de nuevo. —negó con la cabeza, luego se quedó mirando sus pies
— Luciano, yo no sé quién cresta fue capaz de jugar así contigo, o por qué. —me acerqué, apoyando mi mano en su hombro. — Solo sé que las circunstancias pueden cambiar, una decepción amorosa no significa que todas las demás lo serán, eso lo tienes que averiguar, y solo puedes averiguarlo si te arriesgas.
— El que no arriesga no gana. —murmuró. Alzó la cabeza, poniéndome nerviosa con su mirada. — ¿Me puedo arriesgar contigo? ¿Me puedo arriesgar con la mina que me debe una?
Sentía como si nuestras miradas fuesen eternas, ninguno de los dos se estaba atreviendo a dar el impulso para el beso, lo cuál llegaba a ponerme nerviosa. Él esperaba una respuesta antes de hacerlo
— Arriésgate nomás.
Como lo dije, luego de mi respuesta él sonrió como nunca lo hacía. Rápidamente se acercó, recordaba el beso ni tan forzado que nos dimos afuera de la casa del Tebo, y el de esta vez, era mucho mejor.
Nos separamos al momento de sentir un auto acercarse a la vereda. Me ayudó a pararme, mientras el ostentoso auto se estacionaba afuera de mi casa
— ¿Tu papá cambió el auto? —preguntó el Luciano en mi oído
— No que yo sepa. —traté de mirar a través de las ventanas polarizadas. — Luciano, ese weón no es mi papá
Del auto se bajó un señor de mas o menos 1.70, lentes de sol ray-ban, un maletín como de películas y terno bien planchado.
— Hola, buenas tardes. —saludó frente a nosotros. Luego siguió caminando en dirección a la puerta.
— Hola, ¿A quién busca? — pregunté caminado detrás de él
— A Max Sepulveda, me llamó en la mañana, y le dije que vendría a esta hora.
— Mi hermano todavía no llega... hoy se quedaba una hora más en el colegio reforzándole matemáticas a los niños de primero medio. —respondí sonriéndole fingida. — ¿Y para qué lo busca?
— Me dijo que estaba listo para firmar.
MAX:
¡Apúrate, Max! ¡Corre!
Se me había pasado el tiempo enseñándole a los cabros chicos cómo factorizar. Había salido casi corriendo del colegio, al ver la hora que era no me quedó nada más que correr.
Tenía que poner a prueba todos los entrenamientos de pantera.
Mi obstáculo principal era que debía llegar a la casa antes de que la Gi viera al director del club de fútbol llegar a la casa. Aún no le contaba lo que me habían ofrecido, si se enteraba así, se enojaría mucho.
Luego de tantas veces que el Tebo trataba de impedir que aceptara esa propuesta, debía hacerlo rápido.
Aún estaba machucado por la última vez que él trató de detenerme, correr comenzaba a dolerme, pero la decepción reflejada en los ojos de mi hermana al enterarse por otra persona que me iría de la ciudad para jugar en las ligas mayores... eso me dolería mucho más
A pesar de todo seguía ocultándole cosas, seguía dándole problemas, desapareciendo sin decirle donde estaba y ella buscándome preocupada, ocultándole que quizá teníamos un hermano... Ocultándole que en un par de meses me iría de la casa.
Hacía dos meses me habían ofrecido la oportunidad de jugar en un equipo más profesional. Podía organizar mi futura carrera universitaria y los entrenamientos del equipo, dejaría de ser una pantera rosa después de tanto tiempo siéndole fiel a mi equipo... El único problema, debía irme a vivir a la capital.
El tema ya estaba conversado con mi papá, él era abogado, revisó el contrato que me ofrecían unas cinco veces antes de darme el sí.
Había estado evitando decírselo a mi hermana, tenía que buscar el momento justo, y últimamente no existía el momento justo. O ella estaba juntándose con el Luciano a dárselas de detectives, o yo estaba metiéndome en weás, haciéndola pasar rabias.
Sería la primera vez que nos separaríamos, sin contar cuando me fui de gira de estudios en tercero medio.
¿Cómo podía dejar a mi pollito sola contra el mundo? ¿Quién le iba a enseñar a freir huevo sin cáscara? ¿Quién le iba a cocinar puré con nuggets?
En una casa con ausencia de mamá, y un papá bastante obsesionado con su profesión, solo quedábamos los dos contra el mundo. Y la iba a dejar sola
Me detuve a unas cuadras para normalizar mi respiración. Alcé mi mano para ver la hora en mi reloj.
— Un poco más, Max, un poco más. —me susurré volviendo a correr.
Empecé a detenerme lentamente al divisar al auto estacionado, me quedaba solo media cuadra, desde media cuadra podía ver el auto extravagante del director del equipo.
Cagué.
Llegué corriendo hasta la puerta de mi casa. Busqué las llaves en el bolsillo de mi mochila mientras trataba de normalizar mi respiración y parecer normal.
No alcancé a encontrarlas cuando me abrió la Gissele con una mirada extrañada en sus ojitos
— Te están esperando. —habló refiriéndose al hombre sentado en nuestro living.
Definitivamente no había alcanzado a llegar antes que ella se enterara.
NO ESTABA MUERTA, ANDABA DE PARRANDA... sorry por no haber actualizado, estuve ocupada durante este mes, la media es un caos chiquillas. :(
Quería terminar esta novela antes de entrar a clases por la misma razón... pero no alcancéEl que no arriesga no gana... admito que me imaginé mentalmente al poodle diciendo eso y casi me derretí.
¿El Luciano no es lo más cute que existe? Me enamoré de mi propio personaje... ):
A te debo una le quedan pocos capítulos, hablándoles sinceramente, creo que será lo último que escribiré en Wattpad en mucho tiempo, espero que disfruten mis últimos escritos❤️
ESTÁS LEYENDO
Te debo una
Teen Fiction"Gissele, me mandaron a hacer trabajo comunitario en el colegio por tu culpa... Me debes una. "