6TH

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El frío matutino de julio se empezaba a notar. Caminé con las manos en los bolsillos para calentarme un poco las manitos.

Con el Branco habíamos quedado en juntarnos afuera de un almacén, a unas cuadras del liceo. Sentía la adrenalina corriendo por mis venas al caminar, me sentía la weona más ruda del mundo

Estoy haciendo la cimarra, giles culiaos. Bésenme los pies, plebeyos. — pensaba cada vez que veía pasar a algún weón con el mismo uniforme que yo.

Llegué al lugar acordado, saludé al Branco de un beso en la mejilla descaradamente, como si no nos hubiéramos comido hasta con papitas el día anterior.

— Voy a comprarme un chicle y vamos. —me avisó, parándose en el umbral de la entrada al almacén. — ¿Entras conmigo?

Negué. Pa' que iba a entrar po, mejor seguía haciéndole burla sigilosamente a los weones del colegio que pasaban.

— Bueno, preciosa. —me besó la frente y entró.

Me quedé pensando en mi próximo interrogatorio.

Oye ¿Por qué mi hermano quiere matarte y hacer un estofado con tu carne?... No.

Branco ¿Por qué mi hermano te odia?... No, eso tampoco.

— ¿No vai a entrar al colegio, cabra chica? —preguntaron, sacándome de mis suposiciones

Alcé la vista, encontrándome con los rulos desordenados del Luciano.

— Queti. —respondí, ignorándolo.

Traté de devolverle la mala onda que me había tirado él, cuando le pedí información del falso asalto del Max.

— ¿Tu hermano sa... —dejó su frase al aire. Miró feo a la persona detrás de mi. Volteé, estaba el Branco con un big time en sus manos

— Luciano, ¿No tienes Álgebra en la mañana? El profesor no te dejará entrar si llegas tarde. —le avisé. Tratando de que se fuera sin sospechar que andaba con el Branco.

Aunque se hizo imposible al momento en que el Branco pasó su brazo por mi cintura.

— Uh, deberias apurar tu paso entonces... —se unió el recién mencionado.

El amigo de mi hermano pegó su vista en el brazo del Branco rodeándome. Luego me miró a mi, con el ceño fruncido

— Parece que me perdí el día en que te dejé decirme las weas que tengo hacer. —respondió el ruliento. — Cuídate, Gissele. Podías haber cimarreado conmigo sí, yo soy mas rico. —se despidió, caminado en dirección al colegio

Me quedé pegado mirándolo irse. Yo soy mas rico. No tenía dudas de eso, Luciano.

//

— ... y así hice que mi equipo ganara. —terminó de hablar el mino con el que estaba. Me contaba acerca de un campeonato de handball.

— ¿Cuántos deportes juegas, Branco?

Me sorprendían las medallas que alumbraba en sus historias de instagram. Eran varias.

— Tres. Handball, volley y futbol. —contestó con orgullo

Mi hermano jugaba fútbol también... Podía empezar por ahí para preguntarle.

— El Max también juega fútbol. —traté de sacar el tema disimuladamente

Él hizo una mueca. Se echó un chicle a la boca antes de responder.

— Si es que a eso le llama jugar. —rió— Sorry, Gi, pero tu hermano es malísimo.

Chí, la media volá. Que le dijera eso a los tres trofeos que tenía en su club.

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora