34TH

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LUCIANO:

prima mas pesa de todas:
LUCIANO EMILIANO ROSSI SANTIBAÑEZ.
17:09
¿EN QUÉ MOMENTO ME IBAS A DECIR QUE PERDISTE A MI PERRO?
17:09
LUCIANO TE VOY A ASESINAR, EN SERIO.
17:10
¿DÓNDE CRESTA DEJASTE AL NIÑO?
17:10

que hablai, mujer
17:11
el wally está en tu casa, sano y salvo
17:11

cabrachicapesá:

gissele necesito tu ayuda
17:11
mi prima se dio cuenta de que perdí a su perro
17:12

¿PERDISTE A SU PERRO?
17:13

es que, perdí a su perro y como es un maltés y todo el mundo tiene un maltés...
17:14

Niégame que hiciste lo que creo que hiciste
17:14

Llevé a un perro igual al de mi prima a su casa y le puse la ropa del wally.
17:14

LUCIANO EMILIANO ROSSI SANTIBAÑEZ
17:15
¿CÓMO HICISTE ESA WEÁ?
17:15

Prima mas pesa de todas:

Vas a buscar al Wally hoy mismo.
17:18

No he perdido al Wally, mujer, está en tu casa, con su traje marca adidog
17:19

llamada entrante
prima mas pesa de todas

— Luciano ¿Cómo te atreves a dejar un perro con la ropa del Wally en mi casa? —habló mi prima, sonaba un tanto enojada.— ¿Creíste que era tan pava para no darme cuenta?

— Quizás. —pensé en voz alta.

Ella soltó un gruñido.

Esta weá no había sido mi culpa. Unos cabros chicos estaban jugando al ring-ring-raja y caí como weón. Al abrir la puerta, el perro corrió más rápido que bolt.

Lo busqué durante horas, hasta que me llamó la Gi contándome que el Max sería el donante de médula ósea para el Esteban. No pude seguir buscando al perro.

Por lo tanto, busqué la opción más fácil y le pedí prestado el perro a mi vecina. Le costó ceder bastante, pero la convencí con diez lucas y que le enseñaría a su hija a tocar la guitarra.

Me prestó a su perro solo por tres días. Pensaba que tenía tres días para encontrar al Wally, luego llevarlo a la casa de mi prima sin que se diera cuenta y cambiar los perros otra vez.

Pero, me pillaron en menos de uno.

— ¡Luciano te estoy hablando! —gritó ella a través de la llamada. — ¿Dónde cresta está el Wally?

— Se escapó, dijo que quería vivir una vida más alocada y callejera... debe estar fumando pasta en alguna esquina o algo así.

— ¡Luciano! —exclamó. Su tono enojado subía con cada respuesta que le daba. — Vas a parar tu raja de tu cama y buscarás al Wally ahora mismo.

— ¿Qué? —abrí la boca en forma de o. — ¿Y quién te dijo que tenías derecho a mandarme? Te dan la mano y agarrai' el codo... mish. —chasqueé la lengua

— Vas a buscar al Wally y si no está en mi casa mañana en la mañana... —habló amenazante. — Le cuento a tu mamá que hiciste un carrete en tu casa cuando viajó.

— No hice ningún carrete. —respondí incrédulo de su amenaza

— Le puedo mentir. —habló desafiante. —Sabes muy bien que me creerá más a mi que a ti

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora