24TH

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GISSELE:

— ¿Sabes qué? Analicé todo lo que te pasó. —incrusté mis ojos en las vendas en las piernas y brazos de mi hermano. — Llegué a algo

Él se acomodó en el sillón con dificultad. Podía notar un poco de dolor en su cara al moverse, definitivamente lo habían hecho pedazos

— ¿A qué llegaste, hermanita? —el Max me dirigió una nerviosa mirada

Inhalé y exhalé hondo previamente a lo que diría. Luego de pensarlo demasiado, eliminé las teorías locas sobre que los cóndores tenían algo que ver con todo lo que pasó.

La única culpable era ella.

— Yo igual quiero hablar con la Esmeralda. —mantuve una postura firme. Preparé mentalmente mi cerebro para cualquier posible respuesta del Max

Él arrugó las cejas de inmediato. Hizo un intento de pararse, pero, el dolor se lo impidió. Comenzó a negar repetidas veces con la cabeza

— ¿No escuchaste toda la historia que te conté? —contestó molesto. — Gissele, mírame.

— Max, yo tengo el mismo derecho que tú de buscarla, es mi mamá también. —ataqué ante su rechazo. — ¿Por qué sólo tú puedes? Quizá conmigo no se repite esto

— Gissele, no.

— Max, por favor, yo quiero preguntarle muchas cosas. —traté de convencerlo

En ningún momento dejó su postura molesta. Cejas arrugadas y mandíbula tensa.

— ¿Qué cosas?

— ¿Por qué se fue? —comencé. — ¿Donde cresta estuvo todo este tiempo? ¿Por qué no volvió? ¿Por qué dejó al papá solo con dos niños?

Mi hermano comenzó a negar otra vez. No podía ablandarlo con nada

— Hay cosas que es mejor no saberlas, Gissele. —me cortó las alas. — No te dejaré contactarla

— Bonita la weá. —respondí con un ademán ofensivo. — Y tú puedes buscarla, juntarte con ella y hasta casi pasarle plata. Sin avisarle a nadie, contándome cuando ya no tienes otra opción. ¡Eres como las pelotas!

— Te amo más que a nada en el mundo. —puede sonar tierno, pero con esa actitud tan seria, sonaba como retándome. — Por eso mismo te estoy diciendo que no lo hagas.

Sacudí repetidas veces la cabeza. Tomé mi chaqueta del perchero y la puse en mis brazos

— Con o sin tu ayuda, lo haré. —sentencié desde la puerta

— ¡Es mentira! —soltó. Luego se levantó del sofá a duras penas. — Lo que te dije era mentira

— ¿Qué?

— Si contacté a la Esmeralda, le envíe unos mensajes... pero, nunca respondió. —confesó, acercándose a mi. — La historia que te conté ayer fue algo que inventé

Abrí los ojos bien grandes, quedé boquiabierta frente a lo que me dijo. ¿Cómo pudo mentirme así? ¿Con este tema tan delicado para los dos?

— Gissele. —me nombró en tono de súplica. — Perdón

Negué lentamente con la cabeza.

— Me decepcionaste, Max. —abrí la puerta de la casa, la cerré rápido para que él no me insistiera en quedarme

Me subí a la bicicleta de mi hermano. Comencé a pedalear sin saber a dónde ir.

Paré en una banca a unas cuadras de mi casa. Marqué la llamada, esperando a que contestara

— Preciosa... —respondió el Branco luego de unos tonos. — ¿Cómo estás?

— ¿Nos podemos juntar?

— ¿Dónde estás? Te paso a buscar a cualquier lado. —respondió con preocupación

¿Creyeron que llamaría al Luciano?

Ni cagando, si lo hubiera elegido a él, mi hermano sabría dónde estaría. Y lo último que quería ver era la cara de mi hermano

//

Me acurruqué en el pecho del Branco, estábamos en el pasto de un parque.

— Cuando creía que todo este enredo se había terminado... Se me viene esto encima. —rematé desanimada.— ¿Tan malo será todo esto, como para que me lo oculte?

— Quizá debes dejarlo, no quiere decirte la verdad y debes aceptarlo. —me aconsejó, acariciando mi espalda

— Me mintió. —recordé decepcionada. — ¿Cómo fue capaz de mentirme?

— A veces la verdad es dura. —murmuró en mi oído.

— ¿Sabes qué voy a hacer? —no esperé su respuesta. — Voy a averiguar que hay detrás de todo esto.

— No, —repitió la vocal repetidas veces— Gissele, hay cosas de las que no querrás saber

— ¿Por qué dices eso? —alcé una ceja, aunque no podía verme. — ¿Sabes algo?

— No, solo... presiento que no es algo bueno, que no es algo que quieras saber. —se excusó sospechosamente

— Branco, si sabes algo, dilo ahora... Estaré bastante decepcionada de ti si no lo dices.

Él suspiró

— Es complicado.

— ¿A qué te refieres?

— No tengo permitido hablar de esto. —confesó. — Tampoco quiero

— ¿Por qué no? —me despegué de él, sentándome en el pasto.

Él se acomodó para sentarse también. Acercó su mano a mi cara, poniéndola en mi mejilla con suavidad. Suspiró

— No quiero perderte.

holAAAA, este fin de semana es para terminar te debo una, ¿Or nah?

¿Tienen teorías sobre la verdad que esconde el Max?👀 lxs leo

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora