30TH (1/2)

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MAX:

Di otra vuelta al rededor de la mesa de centro de mi casa, esperando la respuesta de la Bianca ante todo lo que le conté.

— Sé que es una situación muy dura para ti todo esto. —agregué, mientras caminaba, no podía quedarme quieto a raíz del nerviosismo. — Pero, te cuento a ti porque no tengo a nadie más... Si le digo a mi mejor amigo, seguramente le cuenta a la Gi po', si son pololos. Y si mi hermana sabe...

— ¡Para! —se metió la dueña de casa. — ¿Son pololos?

Asentí, luego me encogí de hombros desinteresado. Era obvio que eran pololos po, no me lo habían confirmado, pero tampoco lo habían negado.

Si todo salía como me lo imaginé y como lo soñé, desde que el Luciano me contó que le gustaba la Gi; Se estarían casando pasado mañana.

¿Se imaginan en unos años más? La Gi y el Luciano viviendo juntos, en una casa con muchas plantas y yo viviendo en su sillón... la familia feliz:)

¡Familia feliz que sería arruinada con nuestro tercer hermano! Seguramente el Tebo estaría constantemente tratando de destruirle el matrimonio a la Gi, o metiéndome veneno en los vasos de bebida en las reuniones familiares.

— Es imposible que la Gi te deje vivir en su sillón, Max.

Su voz interrumpió mis pensamientos de familia feliz/infeliz. Dejé de dar vueltas como weón al rededor de su living y me paré frente a ella.

— Escucha, Bianca, tú me cuentas tus sueños y yo no los hago pedacitos. —dije, haciéndome el ofendido. Ella respondió con una risa, la cual hizo que mi corazón sonriera.

No hay manera físicamente posible de que mi corazón sonriera... no tiene dientes, pero, así lo sentí. Así me hacía sentir ella.

— ¿Que me decí de lo que te conté? —retomé la seriedad.

— En mi mente solo tengo un pensamiento. —habló, con una mueca. — Estoy con dos hermanos a la vez y soy amiga de la tercera hermana. ¡Conchesumare!

— Ya, pero, de los dos hermanos... ¿Cuál es más lindo? —alcé una ceja

GISSELE:

— El Max piensa que soy weona. ¡Llamó a un contacto "chorrillanas a luca" y se fue! —me aguanté la risa por el nombre que tenía agregada a la Bianca. — ¿Por qué no, simplemente la agrega como Bianca?

El Luciano soltó una pequeña carcajada. Ambos nos quedamos parados frente a nuestro destino en cuestión: su casa.

No sabía en qué momento nos habíamos tomado de la mano, pero supe el momento en que me soltó. Sentí la mano helada otra vez, pegué una mirada y noté que él estaba sacando las llaves de su casa de su mochila.

Luego de abrir, dio un paso hacia atrás para dejarme pasar primero. El olor a comida inundó mis narices, era acogedor.

Mi casa siempre se mantenía con todo en su lugar. Con el Max nos dividíamos algunas tareas y también mi papá le pagaba a una señora para que fuera a limpiar una vez a la semana.
El olor a comida de mi casa era diferente, nosotros comíamos puras weás fritas o fáciles de cocinar o envasadas.

La casa del poodle era diferente, por muy weón que suene esto... se sentía como una casa de verdad.

Algunos juguetes de su hermano botados por al rededor del living, en una pared había una girafa de goma eva pegada en la cual habían unas marcas con plumón negro: "Gonzalo, 10 meses", "Gonzalo, 1 año" "Gonzalo, 3 años", etcétera.
Encima del sillón una foto enmarcada de toda la familia sonriente. Y un sin fin de fotos del Chalo.

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora