El poodle acercó la manga de su polerón y limpió una pequeña lágrima que se deslizaba.
No me había dado cuenta en qué momento había comenzado a llorar. Que era drama queen pa' mis weás...
Mientras más me hablaba el Max, sus palabras se escuchaban más lejos. No podía prestarle atención a lo que explicaba, sus palabras retumbaban en las paredes de mi mente una y otra vez.
Y es que no podía creer que me habían ocultado que tenía un hermano. Menos podía creer que era Esteban Santander.
Me tomó mucho más de un minuto aterrizar otra vez, salir de la nube de pensamientos vagos y dirigirme al Max otra vez.
— ¿Por qué habías dicho que estaba roto? —pregunté, atinando por fin.
— El transplante. —replicó el Luciano. — ¿Max, en serio estás pensando en...?
— Lo necesita. —interrumpió la pregunta del ruliento, cruzando los dedos y apoyando sus brazos sobre sus rodillas. — No le puedo negar la oportunidad de estar sano.
— Ha sido como la mierda contigo. —murmuré, en negación — No merece nada de ti.
— ¿Sólo por que él fue como la mierda conmigo yo tengo que ser igual? ¿Fuego contra fuego? ¿Eso pensai, hermanita? —interrogó él, sorprendido de mi actitud. Negó repetidas veces con su cabeza, con un poco de decepción en la mirada. — Que él sea mala persona no significa que yo deba ser igual. Los hechos no definen tu vida, Gi, como los enfrentas... eso es lo que te marca como persona.
» Quiero hacer las cosas bien. —agregó. Luego sonrió un poco forzado. — Quizá yo no soy compatible y me estoy pegando esta reflexión por nada
El poodle se aclaró la garganta, llamando la atención de ambos.
— Yo creo que está bien lo que estás haciendo, bro. —opinó. Sucesivamente, se dirigió a mi: — Gissele... va a sonar muy mamona esta weá, lo vai a disfrutar.
Soltó una tímida risa entre la seriedad. Luego retomó su postura
— Estaba cerrado a darle una segunda oportunidad a... que me gustara alguien. —explicó, haciendo que mi corazón empezara a latir más rápido que de costunbre. — Me dijiste que me arriesgara, acá estoy po: dándole una segunda oportunidad
» Ahora el Max debe estaría aguantándose las ganas de gritar, y tú preguntándote porqué di ese ejemplo. —supuso, ambos miramos a mi hermano reprimiendo una sonrisa, mirándonos con los ojos esperanzados de que el poodle siguiera con su reflexión. — ¿Por qué no le das una segunda oportunidad al Esteban? Como lo dijo el Max, que él sea como el pico no significa que tú debas ser igual. Arriésgate.
— De todas formas, el Tebo no sabe que somos familia. Quizá estamos teniendo esta conversación dramática por nada. —dijo el Max.
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Cuatro días pasaron antes de que mi papá notara que me pasaba algo. Se acercó a mi un día en la noche, estaba sentada en el sillón viendo la novela mientras chateaba con el poodle por instagram.
— No me saludaste hoy. —murmuró sentándose en el bergier. — ¿Que estás viendo?
— La novela po. —respondí desinteresada. Volví a posicionar mi vista en la pantalla de mi celular. Reí al leer el meme que me había mandado el Luciano
— ¿Con quién hablas que te hace reír tanto? —preguntó tratando de sonar como papá cool, despreocupado, pero con interés al mismo tiempo. Light. — ¿Algo que me quieras contar?
— Nada. —me encogí de hombros. Lo tomé como la oportunidad perfecta para atacar. — ¿Y tú, papá? ¿Algo que contarme?
— Nada. —se encogió de hombros también. A alguien le había sacado el gesto po'. — ¿Algo que quieras preguntarme, chiquitita?
— No. —quería darme un facepalm. Si, mi respuesta debía ser si, Gissele ¿como tan weona?
— ¿Segura? Porque tu cara me dice todo lo contrario, hija. Además, ayer y antes de ayer no quisiste bajar a comer, sabiendo que es el único momento en el que los puedo ver y conversar. —analizó, ladeando la cabeza. — ¿Pasa algo?
Respiré hondo. Aguantándome el nudo en la garganta que repentinamente se formó. Definitivamente amaba el drama, mi cuerpo hacía esas cosas involuntariamente.
— No. —dije, otra vez cagándola. Otra vez, tragándome lo que le quería decir.
¿Por qué, si ya lo habían practicado por días, cuando estaba frente a mi papá no podía decir nada?
Me sentía tan impotente. No podia expresarme frente a él.
El Max bajó rápidamente las escaleras. Se encontró con el ambiente tenso en el living.
Analizó la situación un rato, parado. Luego, hizo una tijera con los dedos e hizo como si cortaba un papel imaginario
— Uf... la tensión está tan fuerte que la puedo hasta cortar.
Max culiao. Reí por lo bajo y fijé mi vista en mi celular, buscando una distracción
— Papá... —volvió a hablar mi hermano. Seguí con la vista en el celular, pero mi oreja tenía toda la atención en lo que mi hermano hablaba. — Estaba en tu oficina imprimiendo el informe que tengo que entregar mañana, la impresora de mi pieza se quedó sin tinta.
— Pero, Max, hay más tintas en la bodega. —replicó el caballero. Luego bufó. — ya, no importa. Después repongo las hojas que usaste.
— ¿Por qué no me dijiste que habían llegado los resultados? Yo pensé que demorarían por lo menos una semana. —preguntó el Max. Le di una mirada fugaz, llevaba un sobre en sus manos. Despegué la mirada de inmediato, para parecer desinteresada.
— ¿Hablamos en la oficina, hijo? —preguntó nuestro progenitor, como si nada estuviera pasando.
— La Gissele sabe. —soltó el Max de una. Esta vez, alcé la vista
La mirada aterrada de mi papá se posaba sobre el Max. Estaba estupefacto ante lo que dijo. No podía creer que el Max había roto su promesa de no contarme.
Soltó unos balbuceos antes de mirarme.
— Perdón. —me habló, levantándose del berger. — Ya sé por qué has estado tan esquiva conmigo.
Se acercó a donde estaba sentada, sacándose los lentes ópticos. Me miraba con ojos de gato con botas
— No quería hacerte daño con todo esto, es muy difícil de procesar y...
— ¿Se hicieron el examen de compatibilidad? —interrumpí a mi papá, dirigiéndome al Max.
Mi hermano asintió. Luego agitó el sobre en su mano, acercándose a nosotros también.
— ¿Y? ¿Quién va a ser el donador?
— No lo quise abrir. —contestó el susodicho. — Me dio como una cosa en la guata.
— Yo tampoco quise. —respondió mi papá, cerrando los ojos como si sus párpados pesaran toneladas. Cuando los abrió sus ojos estaban medio cristalizados. — Hagámoslo juntos.
Con cuidado abrió el sobre del laboratorio. Sacó un montón de hojas bien dobladas. Estiró el papel frente a mi. El Max se agachó para leer también
Un silencio inundó la sala. Nadie dijo nada ante los resultados del test de compatibilidad. Hasta que mi hermano habló.
— ¿Me va a doler? —preguntó el Max y un escalofrío me recorrió el cuerpo de inmediato
n.a: holAAA, ¿cómo están? ¿Ya tomaron agua? ¿Comieron? Ah
Quedan pocos capítulos, esta vez lo digo en serio:( aún no los organizo bien, pero diría que no más de dos.
¿Algún momento en particular que les gustaría leer?
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Te debo una
Teen Fiction"Gissele, me mandaron a hacer trabajo comunitario en el colegio por tu culpa... Me debes una. "