Capítulo 2

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Llegaron a la gala, Kagome-como de costumbre- agarrada del brazo de su jefe, él con un traje de etiqueta y ella con su implacable vestido rojo que solo cubría un hombro. Subieron las escaleras de entrada y sonrieron automáticamente al verse rodeados de gente. Kagome entonces se zafo del agarre pero siguió al lado de su apuesto jefe.

Las miradas femeninas eran demasiado evidentes, miraban al apuesto Inuyasha Taisho, Kagome solo imploraba mentalmente que dejasen de mirarlo sino elevarían su gran ego.

-Los inversionistas alemanes han llegado señor – Informo Kagome en un susurro en cuanto vio a un par de hombres blancos, cabellera rubia, con trajes similares y corbatas rojas. Inuyasha le siguió con la mirada y asintió.

-Iré a hacer magia. Espérame – ordeno Inuyasha mientras decidido y a paso firme se marchaba en dirección a los alemanes. Kagome lo miro, esta sería la última noche con él.

Dio media vuelta y se acercó a la barra pidiendo un Martini, al recibirlo se lo tomo de un solo trago ¿Por qué se sentía de esta manera al querer dejar de trabajar con su arrogante jefecito? Debería de estar saltando de la alegría al saberse casi libre ¿Entonces porque no lo hacía?

-Con calma preciosa – se giró hacía la voz que sonaba a sus espaldas, un hombre muy apuesto estaba con una copa de champagne en su mano y le sonreía. Ella le devolvió la sonrisa amablemente - ¿Qué es lo que ocurre para que te tomes un Martini de esa manera? – pregunto acercándosele aún más.

-Ando un poco estresada – respondió Kagome, hace tanto que no dialogaba con otro hombre fuera de lo laboral - ¿Con quién tengo el placer de dialogar?

-Solo soy un simple arquitecto, Samuel a su servicio – Kagome lanzo una pequeña carcajada al ver como Samuel le reverenciaba - ¿Y usted bella dama?

-Kagome, soy una simple secretaria – se presentó la azabache.

-Simple pero hermosa – le guiño un ojo coqueto mientras se acercaba más a la azabache – Es muy lindo tú nombre, Kagome es algo original y único.

-Muchas gracias Samuel – Kagome también le dirigió una sonrisa coqueta.

-Kagome es hora de irnos – la voz fría y mirada nada amigable de su jefe detrás del hombre apuesto, congelo y confundió a Kagome.

Inuyasha Taisho mientras negociaba con los alemanes a la distancia observaba a su secretaria, que estaba coqueteando con un recién conocido. No supo el porqué de aquellos sentimientos posesivos que empezaba a sentir al ver tal escena. Su mandíbula tensa, sus ojos afilados en la nuca de aquel hombre y también en el comportamiento de su secretaria, hermosa secretaria.

-Entonces será un placer hacer negocios con usted señor Taisho – dijeron los alemanes en inglés, habían sido convencidos por las palabras del peli plateado.

Una vez estrecharon sus manos y quedaron en una reunión, a paso veloz y esquivando a cualquier mujer se acercó a su secretaria y al parecer a la conquista de ella. Se había dirigido por su nombre, lo que, claramente Kagome sabía, era su advertencia de estar molesto.

Kagome frunció su ceño y obligadamente se despidió de su posiblemente novio, en cuanto vio al hombre marcharse suspiro sonoramente no importándole la presencia de su jefe.

Inuyasha se molestó aún más. ¿Acaso ella estaba decepcionada por no estar con aquel hombre? ¿Pero porque? Él estaba ahí con ella ¿Por qué estar decepcionada cuando tienes en frente de ti a un verdadero dios griego?

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora