Capítulo 3

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-¡Señor Taisho! – la empleada del peli plata entró en el interior de su habitación encontrándoselo de pie frente a su gran espejo - ¿Se encuentra bien señor?

-¡Mírame Kaede! – se giró enfrentándola de frente.

-¿Qué... qué se supone que tengo que ver?- confundida Kaede lo empezó a escanear, su pijama costosa solo con un par de arrugas, estaba descalza en el piso alfombrado, su melena plateada larga suelta y despeinada, no veía nada fuera de lo común.

-¡Mira! ¡Nunca antes he tenido ojeras! ¡Dios tengo bolsas debajo de los ojos! ¡Bolsas quiero pero con dinero no debajo de mis ojos Kaede!

-Ay señor Inuyasha, tranquilícese. ¿Acaso no ha dormido en toda la noche?

-No pude dormir – murmuro recordando sus pensamientos de hace unos momentos. Todos los pensamientos relacionados con su secretaria Kagome.

-Le preparare su té y los saquitos se los pondrá en ambos ojos, valla a prepararse por favor y cuando termine diríjase a la cocina – pidió.

-Está bien Kaede – suspiro Inuyasha, la anciana se retiró de la habitación.

Inuyasha entonces resignado se dirigió a su baño, dándose su ducha mañanera. Al terminar se dirigió a su vestidor y cogió la primera camisa, la primera chaqueta y los primeros pantalones que encontró, también cogió los primeros zapatos caros que encontró.

-Nada mal. Creo que desde ahora si podré escoger mi ropa – murmuro, la ropa que llevaba puesta no combinaba para nada. Una camisa blanca, una chaqueta azul, pantalones negros y unos zapatos marrones.

-¡Qué lindo es despertarse dos horas más tarde de lo común! – sonriente Kagome se estiro mientras se miraba en el espejo de su baño.

Ya estaba lista, una falda tubo negra, una camisa de mangas cortas blancas y zapatos de punta no tan altos negros, su melena azabache en una coleta. Un poco de mascara de pestaña, bálsamo labial y un poco de rubor en sus mejillas. Inclusive había desayunado con tranquilidad.

Salió del elevador y se dirigió hasta su coche, que fue comprado por su jefe para que ya no llegase tarde a su casa, a las juntas y etc, etc. Dejó su bolso en el asiento de copiloto y empezó a conducir hacía la empresa. Kagome se sentía descansada por no haberse despertado como las otras mañanas pero de igual sentía que algo le faltaba para completar su rutina mañanera.

Estaciono su coche en los parking de la empresa, tomo su bolso y salió del interior, caminando con elegancia hacia el interior de la empresa. Algunas personas se sorprendieron al verla llegar sola y claro que se sorprendieron ya que no había ni un día en que ella no llegase junto con el jefe.

Tomo el levador que todos usaban y no pudo evitar escuchar murmullos con respecto a ella y a su jefe. Blanqueo los ojos, la gente siempre hablaba sin saber bien las cosas. Salió del elevador en el último piso y saludo al equipo general que también trabajaba en esa sección.

-¿Y él jefe? – pregunto uno. Se llamaba Shippo, tenía su cabello medio rojizo, era chaparro y panzón.

-¿Aún no ha llegado? – pregunto sorprendida y con cierta preocupación.

-No. ¿No se supone que tiene que venir junto con él?

-Le he dicho que hoy no podía. ¿Qué habrá pasado? – murmuro mientras se alejaba para ir a su puesto de trabajo, su espació estaba justo afuera de la oficina de su jefe. Tomo asiento detrás de su escritorio y saco su teléfono celular, decidida a llamarlo.

-Buenos días, jefe.

-Buenos días señor Taisho.

-Buenos días señor.

Empezó a escuchar las voces de sus compañeros de trabajo, estiro su cuello para ver por el pasillo y su jefe se acercaba...vestido de una manera muy dispareja. Al verlo llegar se puso de pie para saludarlo.

-Buenos días señor Taisho – saludo sin poder dejar de escanearlo con su mirada. La ropa mal combinada le hacía ver de un modo chistoso.

-Señorita Higurashi – con una sonrisa la saludo y se adentró a su gran oficina.

-¿Al menos debí de haberle dejado su ropa combinada? – se preguntó ella culpable.

Dio media vuelta y reviso en su pequeño ropero, tenía conjunto de trajes de repuesto para su jefe, tomo uno gris, quedaría bien con los zapatos que llevaba. Suspiro y toco dos veces la puerta entrando sin escuchar nada.

-Señor...- murmuro Kagome mientras se acercaba a paso lento al escritorio inmenso de su querido jefe. ¿Él sabía cómo iba vestido? Claramente no sabía, de ser lo contrario no estaría aquí tan confianzudo.

-¿Si? – Inuyasha dejo de mirar su computador para mirar a su apuesta secretaria.

-¿No quisiera cambiar su conjunto por este? – señalo el traje en sus manos.

-¿Qué hay de malo con este? – se puso de pie y se miró a sí mismo.

-El traje que lleva puesto, esta combinado tan fatal que causa risa señor –le dijo la verdad con sutileza.

-Oh ¿Enserio? Entonces tal vez por eso me miraban más de lo que acostumbro. Y yo que pensaba que estaba hoy excepcionalmente apuesto – Kagome sonrió forzadamente y le asintió con una sonrisa más grande que el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-¿Se pondrá este traje? – volvió a insistir.

-Sí, ven dámelo – estiro su mano para que Kagome se acercará a él - ¿Tú lo compraste?

-Yo lo he elegido y lo he comprado con su dinero – Kagome ayudo a desenvolver el traje de la funda que tenía.

-Lo tomaré como un regalo a pesar de que lo has comprado con mi dinero – le envió una sonrisa que fue ignorada por la azabache ya que estaba concentrada en desenvolver el traje – Pensé que al menos podría elegir mi conjunto de ropa solo, pero no, he fracasado por primera vez en mi corta y juvenil vida. – dramatizo.

-Ya aprenderá a saber combinar sus trajes señor – apoyo Kagome.

-No creo que sea necesario, lo que dijiste ayer lo he olvidado, lo he tomado como una broma. Tú no serías capaz de renunciar Kagome – Kagome dejo de lado su acción y lo miró.

-No era una broma señor, yo, de verdad renunciare –

-¡Que no lo harás he dicho! – exclamo autoritario.

-¡Usted no es nadie para impedírmelo! ¡Quiero dejar de trabajar para usted! – respondió de la misma manera.

-¡Dame una muy buena razón para dejar de trabajar conmigo! ¡¿Conocer a alguien, casarte, tener hijos!? ¡Es ridículo digas como lo digas! ¡No es una razón para dejarme!

-¿Está seguro de que quiere saber la razón?

-Sí, con gusto la oiré – con duda respondió.

-¡Porque es alguien narcisista, mimado y egoísta! ¡Ah, y no hablemos de lo mujeriego y frío que es con los sentimientos de las mujeres! ¡Estoy harta de ser yo quien termine con sus conquistas! ¿Acaso sabe usted lo feo que se siente que te rompan el corazón? ¡Pues al parecer no! ¡No le importan! ¿También sabe lo avergonzada que me siento cuando tengo que mentir por usted para que no asista a esos compromisos que tanto detesta? Por estas razones y seguramente muchas más ya no quiero seguir trabajando para usted. 

°°°

No pude subir el capítulo en mi cumpleaños, pero se lo subo ahora mis queridos.

Comenten y voten, sigan animándome de esa manera <3 

¡Nos leemos!

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora