Capítulo 12

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El beso les trajo un revoloteo de mariposas, cosquilleos en sus dedos y temblor en todo su cuerpo y faltaba nombrar varias otras reacciones más ¿Todas esas sensaciones con un simple beso?

Sus labios se movían a la par, al mismo ritmo. Ambos, sentían como era el uno para el otro, como solo ellos podían encajar a la perfección.

La burbuja de ambos se rompió en cuanto sintieron toques en la puerta, Kagome fue la primera en cortar todo contacto físico, se encontraba confundida y molesta consigo misma. Su jefe la había besado y ella le había correspondido.

¿Por qué carajos le había correspondido?

-Kagome...- murmuro Inuyasha, alargo su brazo para tratar nuevamente de acercarla pero la azabache fue más rápida y retrocedió tres pasos hacía la puerta de salida – Espera...-

-No señor...- retrocedió más pasos, sonrojada, avergonzada y apenada por lo que acababa de pasar.

-Espera, esto fue...-

-Una broma, lo sé señor – interrumpió Kagome, sabiéndose de memoria la frasecita de su jefe con sus conquistas.

-No es...- nuevamente los golpeteos en la puerta haciendo que Kagome vuelva una vez más a la realidad.

-Me marchó señor – Kagome abrió la puerta con desesperación chocando de frente con la mamá de su jefe – Señora Izayoi – con sorpresa exclamo.

-Querida, por años te he dicho que me digas solo Izayoi – exclamo volteando los ojos. Luego Izayoi le escaneo con la mirada, segundos después mostrando una pícara sonrisa - ¿Paso algo querida?

-¿He? Ah no, no señora... todo está bien ¿Por qué lo pregunta? – se excusó con rapidez.

-No nada – respondió con una sonrisa pero con simpleza encogiéndose de hombros - ¿Inuyasha está ahí?

-Sí, sí, pase – Kagome salió del interior de la oficina de su jefe, haciéndose a un lado para da el paso a la madre Taisho.

-Gracias querida – Izayoi dio unos pasos hacia el interior y antes de cerrar la puerta dio media vuelta, aún sin borrar su sonrisa – ¿Querida?

-¿¡Sí!? – aun en pánico, Kagome exclamo.

-Tienes tu labial corrido – Kagome enrojeció y en cuanto la puerta fue cerrada en corrió hacía el baño que quedaba a unos pasos de su oficina. Se miró al espejo y ahora se sentía una cualquiera.

Había besado a su jefe, había roto a su promesa de no involucrarse con él y no solo eso, se había prometido desde un principio no tener ningún sentimiento romántico por Inuyasha Taisho. Pero todo aquello, toda promesa hecha hace años en estos momentos, cada una de ellas se estaba rompiendo.

Y ella que quería ser la excepción de no ser otra más en la lista de Inuyasha Taisho, su jefe mujeriego.

Con rapidez –más de lo normal- Kagome dejo todos los documentos revisados e informes pedidos realizados, cogió su bolso y sin informar a su jefe se marchó de la empresa.

No podía ni quería mirar a su jefe, ni siquiera sabía cómo mirarlo de frente. Corrió hasta la avenida en donde detuvo un taxi, pidiendo que la acercará hasta su departamento.

Su amiga Erika le había arreglado una cita a ciegas y con obligación y siendo amenazada por su amiga, debería de asistir. Cuando Erika escucho la razón de su amiga al dejar el trabajo de inmediato le organizo una lista de posibles pretendientes, solo uno, elegido al azar por la azabache, fue el elegido para una cita a ciegas.

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora