Capítulo 11

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Miroku se puso de pie y camino hasta su puerta de entrada, dándole el paso a la secretaria de su amigo, quien con una expresión de cansancio se encontraba, vestida con ropas anchas, su cabello en una coleta desprolija.

-Sentado en el sofá – Miroku respondió a la pregunta jamás hecha por la azabache. Kagome con fastidio entró y encontró a su jefe sentado en el sofá, con notoriamente sueño.

Inuyasha levantó su mirada al sentir su aroma y presencia, sus pupilas entonces brillaron al verla, con naturalidad le sonrió.

-Me he tardado unos minutos porque no encontraba transporte y entienda, son casi las dos de la madrugada señor – se excusó Kagome.

-No importa. Sabía que vendrías – Kagome calló, sus mejillas se tiñeron de carmesí y trato de evitar mirarlo directamente a los ojos ambarinos.

-¿Vamos señor? – pregunto segundos después.

-Necesito ayuda para caminar – Kagome suspiro y estiro su mano para tomar la de su jefe, Inuyasha la tomo y con aquella ayuda se puso de pie, paso un brazo por los hombros de su sexy secretaria y aprovecho para seguir inhalando desde cerca el aroma de la azabache.

-Apesta a alcohol señor – le dijo al empezar a caminar hasta la salida.

-Gracias – feliz, agradeció Inuyasha.

-No fue un cumplido –bramo Kagome. Llegaron junto a Miroku y Kagome le fulmino con la mirada.

-Sé que no está borracho señor vicepresidente – Miroku trago grueso – Cuando meta la pata en una presentación no evitare el enojo de mi señor con usted...- calló al darse cuenta de cómo se había referido a su jefe.

-¿"Mi señor"? – burlesco Miroku le encarno una ceja – Valla...

-Cállese, lo que dije es enserio – se volvió a sonrojar, salió de la casa mientras que de reojo miraba a su jefe, que afortunado que estaba un poco desconectado de la realidad y no la había escuchado.

Con algo de práctica ya, Kagome lo acomodó en el asiento de copiloto, le abrocho el cinturón de seguridad, saco de la campera de su jefe las llaves del coche.

-Señor no se duerma, llegaremos... ¡Awh! – dio un largo bostezo, tenía mucho sueño – Llegaremos en menos de diez minutos – con ojos lagrimosos empezó a conducir, encaminándose hasta la mansión de su jefe.

-¿Kagome...? – la voz de su jefe resonó en el silencio del interior del coche, habían pasado ya cinco minutos de camino.

-Sí señor.

-Dime Inuyasha – como un niño pidió, Kagome suspiro.

-¿Sí señor Inuyasha? – Inuyasha volteo los ojos y sonrió, de costado la miraba y disfrutaba del perfil de su secretaria.

-¿Me odias? ¿Por eso es que ya no quieres seguir conmigo? – Kagome encontraba esa oración como doble sentido, pero la ignoro al ver el estado de su jefe.

-No lo odio, para nada. Y ya le dije muchas veces mis razones.

-Pero te he propuesto casarte conmigo y no aceptaste – Inuyasha no dejaba de mirarla, la luz de la noche en el rostro de su secretaria le hacía parecer que era un sueño.

-Fue egoísta al hacerlo, usted simplemente no quiere que deje de trabajar para usted – le reprocho con desilusión.

-No, no es solo eso Kagome, yo te quiero... Tú ¿Me quieres? – Kagome estaciono el coche frente a la mansión de su jefe y con curiosidad lo miro, su jefe aún la miraba y esperaba una respuesta. A pesar de su borrachera en su mirada se notaba la sinceridad y eso Kagome lo noto desde un principio.

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora