Capítulo 9

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No ¡Definitivamente él no tenía que ser el conquistado! ¡Su secretaria era la que tenía que ser conquistada no él!

Su secretaria no le gustaba, bueno físicamente le atraía y sí le gustaba el cuerpazo que se traía pero no sentimentalmente, no señor, nada de sentimientos de por medio.

-¿Cómo vas con la organización de la salida al campo con el equipo de trabajo?

-Muy bien señor, todo ya está listo. ¿Puedo saber con el propósito con que lo hace? – interrogó curiosa mientras escaneaba la reciente combinación del traje número 8.

-Para conocernos mejor como equipo – se encogió de hombros para hacer creíble su excusa.

-Está más de 5 años con los mismos, señor, creo que es algo imposible de que no los conozcas. Shippo Kitsune trabajo hasta con su padre – informo.

-¿Quién? – pregunto Inuyasha al no conocer tal nombre. Kagome lanzo una carcajada.

-Ahora sí le creo cuando dice que es para conocerse mejor – la presencia de la señora Kaede los hizo girar su cabeza al sentirse observados.

-La cena ya está lista – anuncio con una pequeña sonrisa desconocida para Inuyasha y no solo para él, también para Kagome.

-Ahora vamos Kaede – respondió Inuyasha y la señora se alejó – Ochos trajes son demasiados Kagome, gracias. Ahora vamos a cenar – Kagome asintió y colgó el último traje en el placar de su jefe y lo empezó a seguir por detrás, mirando con atención la ancha espalda de su jefe.

Ella como al igual que él, se había puesto ropa cómoda de casa. Llegaron a la cocina después de lavarse las manos y tomaron asientos en unos taburetes junto con Kaede. La anciana había puesto los platos de ambos uno en frente de otro, con la intención de que ambos se miraran de frente. Su instinto de mujer experimentada no le engañaba y sabía que desde estos dos se habían conocido siempre hubo cierta conexión.

-Esto esta riquísimo Kaede, muchas gracias – agradeció Kagome dando el primer bocado de pan de carne – Tú esposo debió de disfrutar de tus comidas.

-Lo hizo, siempre me lo hizo saber querida – le sonrió agradecida – Dime Kagome ¿Aún no tienes pareja? - Inuyasha al escuchar la pregunta automáticamente levanto su mirada hacía su apuesta secretaria.

-No he tenido en un largo tiempo a nadie. Pero ahora mi amiga me organizo una "Cita a ciegas" así que conoceré a un hombre – le contó y por un instinto miro a su jefe, quien con la mirada perdida no dejaba de mirarla.

-Espero y tengas suerte querida. ¿Tú quieres casarte? – siguió de curiosa Kaede mientras de reojo miraba a su jefecito.

-Por supuesto ¿Qué mujer no querría eso? – tomo un sorbo largo de jugo de naranja – Tener una persona a tú lado que ames y esa persona te amé igual o más, tener hijos, mimarlos, tener nietos malcriarlos, es una experiencia que yo quiero tener – confesó con una sincera sonrisa mirando sonriente un punto fijo.

-¿Eso es lo que quieres? – pregunto Inuyasha sorprendiendo a la azabache - ¿Esa es entonces la verdadera razón por la que necesitas renunciar?

-Sí, quiero encontrar a alguien que quiera compartir su vida a mi lado, que me ame y yo igual, casarme, tener hijos y que mis hijos tengan nietos – le respondió tranquila e informal por primera vez.

Ambos se miraron fijamente a los ojos, sintiendo a la vez como algo en su vientre revoloteaba, sus piernas empezaron a perder firmeza y sus manos sin razón alguna empezaron a sudar. Sus ojos no se desviaban, ambos solo querían mirarse por un rato más.

Los dos, Kagome como Inuyasha era unos tercos y orgullosos como para empezar a darse cuenta de sus sentimientos por el otro.

Desviaron sus miradas segundo después terminando de cenar como si nada.

-Gracias por todo Kaede, ahora me iré a casa – anunció Kagome al haber terminado junto con Kaede de lavar y secar los platos.

-Gracias por ayudarme querida – le sonrió Kaede – Cuídate y ya nos estaremos viendo – dijo la anciana despidiéndose con besos en ambas mejillas de la azabache.

Kagome salió de la cocina cogiendo su bolso del taburete, pasando por la sala y deteniéndose frente a la puerta de salida.

Su jefe estaba apoyado de espaldas en la puerta.

-¿Señor...? – murmuro Kagome al verlo, ignorando por completo un revoloteo en su vientre.

-¿Ya estás lista? – pregunto escaneándola de pies a cabeza, debías de ser un ciego para no escanearla con la mirada, su secretaria era verdaderamente apuesta, no, era sexy.

E Inuyasha claramente lo sabía o no por nada los primeros meses que empezaron a trabajar juntos él había intentado conquistarla y llevársela a la cama, pero Kagome en todas esas ocasiones lo había rechazado y tal vez eso fue lo que llevó a Inuyasha a conservarla por varios años a su lado.

Claro que aún la miraba de reojo, le miraba su trasero y busto, sus esbeltas y firmes piernas, su rostro perfilado, su cabello azabache largo y sedoso, mentía si dijera que no deseaba tocarla, pasar libremente sus manos por cada rincón del cuerpo de su secretaria. La deseaba desde hace ya mucho tiempo, pero ahora a ese deseo se le había añadido algo más, algo que, aún él no lograba descifrar.

-Cuando... ¿Cuándo es la "Cita a ciegas"? – pregunto Inuyasha minutos de silencio después de haber puesto en marcha su coche.

Inuyasha se había ofrecido a llevarla en coche hasta su casa, con el pretexto de devolverle el favor, por lo que la última vez su secretaria había lidiado con él. Kagome había aceptado sin tantos rodeos, los primeros minutos fueron en completo silencio, Inuyasha quería sacarle información con respecto a su "Cita a Ciegas".

-¿Para qué lo pregunta señor? – con una ceja arqueada giro su cabeza y le respondió con otra pregunta.

-Es solo una simple pregunta, solo respóndeme – ordeno fingiendo desinterés con la mirada al frente, sin despegar sus ojos de la carretera, pero si sentía la mirada de la azabache sobre él.

-No lo sé. Y sí lo sabría señor, no se la diría porque es algo personal y no laboral – Inuyasha tensó su mandíbula desconforme, no dijo nada y ella tampoco haciendo que el silencio volviera a reinar.

Cinco minutos más e Inuyasha ya se estacionaba frente al edificio en donde se encontraba el departamento de su apuesta y sexy secretaria. Kagome sin saber que hacer primero, sí bajarse del coche y después despedirse de su jefe o si despedirse primero y después bajarse.

-Gracias señor por haberme acercado – dijo sentada aún en el asiento de copiloto, hecho un suspiro al no recibir respuesta y se bajó del coche. Inuyasha se encontraba serio, pensativo, se debatía en si hacer la locura que llevo pensando desde que había salido de su mansión.

Escucho los pasos de su sexy secretaria y volvió en sí, la azabache pasaba por enfrente de sus ojos ¿Ya se había bajado? A cada paso, Kagome se alejaba de él, cada vez más y más...

Era ahora o nunca.

Bajo de su coche y cerró con fuerza la puerta, Inuyasha a paso largo se acercó al cuerpo de Kagome, estiro su mano y tomo la de la azabache con la suya haciéndole dar media vuelta, ganándose una expresión de sorpresa de su secretaria. Se miraron fijamente, los chocolates se derretían con el dorado fundido de Inuyasha, ambos labios entreabiertos esperando inconscientemente algo de parte del otro.

Inuyasha había tomado una decisión, no dejaría a Kagome Higurashi con otro hombre. Él gustaba de ella y no la dejaría ir.

-Cásate conmigo – soltó demandante. 

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¡Nos leemos! 

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora