Capítulo 4

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-¿Todo eso dijo? – la voz burlona de su amigo le crispo.

-Retira ese tono burlón o te bajo de puesto de vicepresidente a obrero – amenazo con su mirada fulminante Inuyasha.

-Está bien, está bien – asustadizo Miroku asintió y respiro hondo – Entonces ¿Narcisista, mimado... que más?

-Mujeriego – completo mascullando Inuyasha con la mirada hacia abajo.

-Bueno, eso no lo discuto – otra mirada de Inuyasha fulminante le advirtió – Digo, no te lo discuto a ti. Porque ¿Tú mujeriego? No, no, imposible tú eres más santo que la virgen María hermano – con una sonrisa nerviosa corrigió sus anteriores palabras.

-Nunca, nadie, me había dicho todo eso ¡Y menos una mujer! – indignado exclamo – Porque no le atraigo ¡Soy todo lo que una mujer desea! ¡Todas quieren estar conmigo! – egoísta siguió exclamando sin entender la actitud de su apuesta secretaria.

-Amigo, ella ya está contigo y te conoce como en realidad eres, tal vez por eso no le atraigas como a las otras mujeres – se encogió de hombros Miroku, sorbiendo una caja de sumo de jugo.

-¿Qué?

-Lo que digo es que, las mujeres con la que acostumbras a salir tú la conoces en una discoteca, tienes una noche de pasión, sales con ella solo un par de semanas y solo la vez como 2 horas en total en una semana. Esas mujeres no te conocen, ellas solo ven tu dinero y atractivo en cambio Kagome, te conoce tal y como eres y por eso no le atraes- dijo su amigo consejero.

-Pero a ti... tú esposa te conocía a la perfección y aun así se divorció de ti – murmuro Inuyasha con la intención de lastimarlo, aunque no lo demostrase, Inuyasha con las palabras de su amigo y de su secretaria estaba demasiado afectado, era la realidad ante sus ojos.

-¡No estamos hablando de mí! – exclamo herido, una mueca apareció en su rostro – Sango me ama tal y como soy solo que... los problemas fueron más fuertes y nos superaron – melancólico empezó a relatar.

- Como sea, me voy. Tengo una junta y tú una presentación conmigo presente – apunto y con elegancia se retiró del despacho de su amigo.

-¡Sango como te extraño!

°°°

-Necesito que esta noche vallas a casa – ordeno/pidió mientras fingía leer unos papeles entre sus manos.

-¿Trabajo por hacer? – cuestiono con frialdad la azabache, aún estaba molesta con la discusión que tuvo con su jefe en la mañana.

-Sí y también quiero que me combines varios trajes ya que no iras por las mañanas, no me gustaría volver a hacer el ridículo como hoy.

-Lo veo en la noche entonces señor – Kagome dio media vuelta y se retiró del despacho de su jefe.

-Kagome es brava... muy brava – murmuro mirando el camino por donde se marchó su secretaria, sonrió mientras mordisqueaba la punta de su pluma carísima. La empezaba a ver de otra manera.

Desde que ambos empezaron a trabajar juntos, Inuyasha si había tratado de conquistarla, le hablaba coquetamente pero al ver que la hermosa azabache no le seguía sus indirectas muy directas descartó su idea de tenerla como conquista. ¿Hirió su ego? Si, lo había herido ¿Pero es que como una joven aspirante se podía resistir a un Dios que tenía como jefe? Su pensamiento en ese tiempo, era que su secretaria no era humana.

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora