Capítulo 5

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Inuyasha había salido de su habitación minutos después de la azabache, toco y al no recibir respuesta entró aspirando por sus fosas nasales la fragancia de su secretaria ¿Se podía embobar alguien con tan solo inhalarlo? Negó repetidamente con su cabeza de un lado a otro.

¡Él no estaba embobado! ¡Ella estaría pronto embobado con él! Tanto que no querría dejar de trabajar a su lado.

Salió de la habitación y empezó a bajar las escaleras, mirando interrogante y con cierto encanto a la azabache, a su apuesta secretaria. El color negro resaltaba la piel de la mujer, su cabello azabache largo y sedoso lo tentaba a hundir sus dedos en ellos, los labios brillosos y carnosos lo incitaban a probarlos y su piel lo llamaba a gritos por sus caricias.

Ahora era en donde se preguntaba si hizo lo correcto en invitarla a ir con él.

-¡Hasta que aparece señor! – exclamo Kagome después de un largo tiempo de observarlo, solo esperaba y su jefe no se hubiera dado cuenta de su mirada hambrienta.

-¿Estoy apuesto cierto? – Inuyasha abrió sus brazos y le sonrió egocéntrico.

-Eh... sí, apuesto como siempre señor – Kagome cerró sus ojos y los blanqueo.

-Tú también estás apuesta como siempre - definitivamente está mucho más apuesta que siempre- ese era el pensamiento de Inuyasha mientras no paraba de mirarla, de mirar sus hermosos atributos.

En su escaneo no pudo observar el rostro de su secretaria, que de apoco se iba sonrojando por las palabras de su apuesto y mujeriego jefe.

-Vamos señor, conduzco yo – con urgencia Kagome le dio la espalda y abrió la puerta saliendo de la mansión de su querido jefe – Iremos en el auto que me ha regalado señor – anunció Kagome mientras caminaban hacía el Chevrolet Impala 2018 que su jefe amablemente le regalo.

-Veo que si lo cuidas – dijo Inuyasha al ver el auto que le había entregado a principio de año.

-Por supuesto señor, temo de que si tiene aunque sea un rasguño debería de pagárselo a usted – dio una pequeña risa Kagome, abrió la puerta para su jefe quien encarno una ceja divertida – Siempre hay que abrirle la puerta señor – se excusó.

-No estamos en hora laboral.

-No pienso lo mismo que usted señor. Tengo que cuidar de usted, me considero en horario de trabajo – le dirigió una sonrisa amable – Por favor suba al coche – presiono.

-Bien – Inuyasha suspiro y se subió en el asiento de copiloto. Kagome rodeo el auto y el peli plata no pudo evitar mirar el trasero de su secretaria al caminar por la ventanilla del coche. Su secretaria era alguien suculenta.

-Prácticamente este boliche es mío – dijo en una explicación a la mirada sorprendida de Kagome cuando el guardia los dejo pasar sin soborno y sin hacer las largas filas.

-Lo he notado señor...-

-Hablando de eso, trata de no llamarme "Señor" cuando se acerquen personas – advirtió Inuyasha.

-¿Y quién dijo que yo pasaría la noche en este lugar a su lado? Señor, usted se divertirá como suele hacer y yo también, pero por separado – Inuyasha confundido la miro ¿Cómo que, qué? – Así que señor, nos vemos en un par de horas – le enseño una sonrisa gigante y se fue alejando, mezclándose con la multitud de gente desapareciendo de la vista ambarina del peli plata.

ᴛᴇ ɴᴇᴄᴇꜱɪᴛᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora